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Nino García: resplandor y olvido de una estrella fugaz de la música chilena

Nino García: resplandor y olvido de una estrella fugaz de la música chilena

Por: Emmanuel Ganora Barbosa | 02.02.2023
Hace 25 años, uno de los músicos más prolíficos de la historia de la música chilena, resolvió quitarse la vida agobiado por la escasez de oportunidades para desplegar su arte. Concertista en piano, compositor y arreglador de diversos cantores populares -desde “Las Últimas Composiciones” de Violeta Parra hasta el grupo De Kiruza-, fue un popular baladista romántico en los años ochenta y figura asidua en los estelares de la época. Sin embargo, a partir de su oposición a la dictadura militar, fue alejándose de la industria: cantó en las micros y terminó sus días viviendo en la población La Victoria.

“Tuve que sacrificar mi cuerpo para salvar mi espíritu”. Un día como hoy, hace ya 25 años, uno de los músicos más completos del país, Nino García, explicaba con esta frase una trágica decisión: poner término a su vida. Dejaba tras de si una reconocida trayectoria musical, la que comprendió con honores todos los campos de este arte: arreglos, composición, dirección orquestal, concertista en piano y canto. Todo esto, tanto en música docta como en música popular.

No fue sino durante la década de los ochenta donde su popularidad alcanzó mayor notoriedad con refinadas baladas románticas. Sin embargo, cuando fue un artista famoso, previamente ya tenía acumuladas valiosas millas musicales. Fue un pianista precoz en su Valparaíso natal e intérprete de los clásicos del instrumento en la Quinta Región, integrándose a la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar a los 14 años, siendo un músico preadolescente aventajado, tributario de figuras señeras de la música clásica: los maestros Tomás Lefever y Jorge Peña Hen.

Talento precoz y algo de glamour

El prodigioso talento de García lo llevó a ser becado por el conservatorio de música de la Universidad Católica. Sin embargo, las rigideces académicas impacientaron el alma libre del joven García, renunciando a la academia y consagrando sus próximos años a la música popular.

Así, en 1974, antes de cumplir la mayoría de edad, fue contratado por el sello IRT para componer arreglos de cuerdas para el disco “Las Últimas Composiciones” de Violeta Parra que, en efecto, fueron las últimas creaciones de la cantautora mayor de Chile y que, años después -2008-, la edición chilena de la revista Billboard lo eligiera como el mejor disco chileno de todos los tiempos.

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Al poco tiempo, García se incorporó al Sexteto Hindemith, grupo de cámara, música contemporánea y jazz que lideraba otro consagrado, el vibrafonista Guillermo Riffo. Con ellos participarían en los discos El Cantar de Nuestra América en 1975 y al año siguiente In Musica, donde buena parte de los arreglos fueron de su autoría.

Su creatividad lo llevó también a derroteros de mayor masividad; ser el cerebro musical de los dos primeros discos de Los Bochincheros, además de ser contratado por el director artístico del sello IRT, Roberto Ingles, para hacer arreglos para artistas nacionales y extranjeros. La gama era amplia: Fernando Ubiergo, Antonio Prieto, Tito Fernández, y Hernaldo de Nicaragua. También colaboró con el cantante español Braulio, a quien acompañó en una gira por centro américa en calidad de pianista a fines de los setenta.

Por cierto, García ya era un músico consagrado y demandado. Luego sería director musical de los programas “Vamos a Ver” de TVN -conducido por Raúl Matas- y “Nuestra Hora” en Canal 13 -conducido por José Alfredo Fuentes-, acompañado de Nino García, un piano de cola larga y diversos invitados. Lo anterior, sin contar su participación en las orquestas estelares de Horacio Saavedra y Juan Azúa, lo que lo llevó también a integrar las orquestas del Festival de Viña del Mar, actualmente cercenadas por la grabación de pistas condensadas en apenas un pen drive.

Con todo, también en esos años glamorosos de TV, el grupo español Mocedades, de gira por Chile, hizo una presentación en Canal 13 y solicitaron al poderoso productor Gonzalo Bertrán un pianista que los pudiera acompañar.

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Por cierto que el indicado para la ocasión fue el propio García por recomendación de Bertrán. El talento del joven músico sorprendió al director musical del grupo, Juan Carlos Calderón, quien hizo las gestiones para llevarse a Nino García a España. El músico, sin embargo, resolvió quedarse en Chile.

A la primera línea del canto

No obstante su prestigio, Nino García ya escondía una aspiración mayor: ser la voz y rostro de su propia obra. Su ingreso a este campo también fue por la puerta ancha: defendió a Chile en el Festival de la OTI de 1980, realizado en Buenos Aires, -Argentina- con la canción “Sin Razón”, interpretada con un exquisito arreglo orquestal, donde García hizo gala de una portentosa y prístina voz.

Por la misma época, García fundó el grupo Casablanca y con ellos grabó la canción “Espejismo”, hit radial de la época y  que clasificara al Festival de Viña del Mar ese año. Por líos con la producción, sin embargo, lo terminó interpretando el cantante Sebastián Lee. no lo dejaron subirse al escenario junto a su banda.

Entonces, se abocó de lleno a componer canciones para su propia voz, desechando las solicitudes de otros cantantes para tener una de sus geniales composiciones. Sin embargo, hizo una feliz excepción: la cantante Gloria Simonetti llevó la canción “Entre Paréntesis” al concurso Canción de Invierno del programa Martes 13 de la estación católica. El tema fue calificado con nota máxima en todas sus categorías y contiene lo que debe ser uno de los estribillos más sublimes en una canción romántica chilena.

Los 80: Tensión y quiebre con la industria

Pese a ello y a su calidad musical, Nino se fue alejando progresivamente de los circuitos oficiales de la época, pese a que siguieron otras canciones suyas dando vueltas en el dial, como Esta Divina Tontería, Flores de Plástico, A la Vuelta de la Esquina, entre otras.

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Lo anterior, pues García nunca ocultó a quien quisiera escucharlo su oposición a la dictadura militar, complicando a más de un directivo de TV de la época, lo cual se sumaba a una personalidad, que si bien amable y sencillo, era frontal a la hora de decir algunas verdades y defender puntos de vista, según recuerdan quienes lo conocieron. Todo esto le fue cerrando puertas relevantes en la industria de la época.

“Algo muy peligroso en Chile”, decía sobre el punto el director orquestal Juan Azúa recordando a García en televisión. El hombre sabía: en los setenta se negó a que la orquesta del Festival de Viña interpretase el Himno Nacional con aquella estrofa de los “valientes soldados” con Augusto Pinochet presente.

Así las cosas, llegamos a 1987 donde ocurren tres hechos cruciales. El primero de ellos fueron los arreglos para la canción “Mensajero del Amor”, cantada a dúo con Paulina Sauvalle, tema inspirado en la visita del Papa Juan Pablo II a Chile y que luego aparecerá en el disco “De Roma Llega el Pastor” editado por BMG por encargo del Arzobispado de Santiago. Además, escribiría los arreglos para bronces del disco debut del grupo De Kiruza, la primera apuesta asumida en combinar funk, soul y música latina.

El otro hecho fue el impacto de bala por parte de la represión contra la estudiante de piano María Paz Santibáñez en el frontis del Teatro Municipal en 1987, en medio de manifestaciones estudiantiles contra el rector designado de la Universidad de Chile, José Luis Federici. Nino García se conmovió de sobremanera: Santibáñez era compañera de una de sus hermanas en el conservatorio. Por lo mismo, solía visitar a Santibáñez en el hospital para presentarle un arreglo, entre comillas simple, de “El Derecho de Vivir en Paz” de Víctor Jara. ¿El objetivo? Que su colega pianista volviera a reencontrarse con su instrumento.

Junto a ello, García organizó el concierto “Cien Horas Por la Vida” en solidaridad con María Paz Santibáñez. Pese a que con los hechos descritos García estaba prácticamente en los márgenes de los circuitos oficiales del régimen, en dicho acto realizado en el Campus Las Encinas de la Universidad de Chile, el músico tuvo también que enfrentar la incomprensión de ciertos asistentes que le espetaron el mote de “amarillo” por haber sido figura televisiva en los años de censura militar. “Compañeros, yo no soy amarillo. Fui amigo personal del Presidente Allende”, respondió García entre pifias, según la prensa de la época.

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Por la misma época, García hizo una interpretación en Televisión Nacional del tema “Elegía a un Poeta Ausente”, dedicando la canción a Víctor Jara. Las transmisiones fueron cortadas en el acto.

Nino García y María Paz Santibáñez volverían a coincidir en el Encuentro de Canto Popular organizado por Radio Umbral en el Estadio Santa Laura en Enero de 1988, meses antes del Plebiscito de octubre que abriría el término del régimen militar. Allí haría una sentida interpretación en piano de la canción “La Guerra y la Paz” dedicada a la joven baleada por la dictadura. 

La Victoria y el retorno a la música docta

Los años noventa, en tanto, fue cuando Nino García dejó la masividad, tanto por opción propia como por la carencia de espacios en los medios. Con un disco editado por el sello CBS, donde el propio Nino García se autodeclaraba en una nota incorporada en el arte del disco como un “hombre de calle, sensible a la convivencia social con la esperanza clavada en la paz y el amor” -y que rápidamente se retiró de estanterías por razones no esclarecidas del todo-, y también agobiado por las escasas oportunidades laborales, García optó por irse a vivir a la siempre combativa población La Victoria.

En esos inicios de los noventa, además, también cantó en las micros. Cuando se enteran, sus compañeros de ruta musical se declaran impactados, especialmente el director de orquesta Juan Azúa.

En La Victoria, en tanto, se transformó en un activista cultural, un “ídolo” comunitario en palabras de su amiga, la poetisa Stella Díaz Varín.

Por un tiempo estuvo “totalmente divorciado” de la música en palabras de su mujer, María Eugenia Zúñiga, para luego ingresar a una agencia publicitaria a objeto de realizar jingles comerciales, trabajo que a los tres años dejaría desencantado por la nula estética de dicha labor. Tal vez previendo un final, comienza a componer a contrarreloj música clásica, volviendo al registro docto de sus inicios. Escribe, entre otras obras, la Sinfonía Democrática, inspirada en el proceso político de la historia reciente de Chile.

Su última aparición en escena fue en noviembre de 1997, luego que el maestro Juan Azúa lo convocara para un concierto en homenaje a Cecilia. Dicen que Nino García estaba feliz, pese a la modesta remuneración por su participación.

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El olvido para un artista puede ser durísimo, lo que se vio graficado cuando en sus últimos meses de vida no tenía recursos por cobrar en la Sociedad del Derecho de Autor, SCD. Y hasta ahora, es un consenso entre sus fans que recuerdan su obra, el hecho de haber ignorado a uno de nuestro genios musicales que, por ejemplo, podía componer una sinfonía completa sin piano a mano, escrita en partituras con lápiz pasta: la música estaba completa en su cabeza.

“Esto no es un suicidio, este es un homicidio, por la insensibilidad, por el dolor, por el abandono”, dijo su entonces pareja María Eugenia Zúñiga, contextualizando la partida de García. “Hay demasiado espacio para la mediocridad, y muy poco espacio para el talento.

Y hay demasiado espacio para la riqueza, y muy poquito espacio para la pobreza. Y Nino estuvo en los espacios chiquititos”, añadió su hermana Delli García.  “Es un error nacer en Chile con talento, porque Chile no premia a los talentosos ni los ayuda”, agregó en su momento el maestro Juan Azúa. Sus funerales fueron acompañados por la Filarmónica de Santiago.

Su legado musical está un tanto disperso y es de muy difícil acceso, salvo los registros del pasado que circulan en Youtube y los discos póstumos en base a su obra, como “Aproximación a la Música de Nino García”, trabajo financiado por Fondart y coordinado por María Eugenia Zúñiga en base a música docta inédita hasta la fecha de su difusión en 1999.

Su vida y obra ha sido contada por la biografía “Sin Razón” lanzado en el 2011, texto también prácticamente imposible de encontrar en circuitos comerciales. En tanto, en diciembre del año pasado, los músicos Romilio Orellana y Horacio Salinas montaron en escena -Sala SCD de Bellavista- la “Sinfonía Democrática”, justamente en honor a Nino García.

Pese a ello, fue el mundo popular, al que Nino García se consagró por opción política, que lo inmortalizó: la calle donde vivió sus últimos años fue renombrada Central Nino García, mientras que en el acceso de la estación metro Lo Valledor se realizó un mural en su honor, ambos en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.

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