La metamorfosis del Frente Amplio: Del patio universitario a la primera línea del poder
El Frente Amplio (FA) llegó a La Moneda en tiempo récord, convirtiéndose en la coalición más joven en llegar al gobierno, con la elección del Presidente Gabriel Boric, y el aterrizaje de importantes cuadros suyos en La Moneda.
Este próximo 21 de enero se cumplen seis años desde que, en el Aula Magna de la Universidad de Santiago, presentaron sus principios claves y anunciaron que participarían en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2017.
Desde ese momento hasta la fecha, el conglomerado ha vivido una metamorfosis que hoy los tiene lidiando con la administración del poder central, en medio de un complejo escenario económico, padeciendo los estertores del fracaso constituyente y presenciando la salida de dos figuras claves del gobierno que vienen de sus filas: Marcela Ríos del Ministerio de Justicia y Matías Meza-Lopehandía de la jefatura de gabinete del propio Boric.
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Cuatro investigadores e historiadores comparten en El Desconcierto sus análisis sobre la ruta del Frente Amplio, a días de su aniversario.
Los disruptivos inicios del FA
El gobierno de Bachelet estaba en su último año cuando una decena de grupos a la izquierda de la Nueva Mayoría decidieron darle vida a un nuevo conglomerado.
Inspirada en el Frente Amplio de Uruguay, la coalición se posicionó rápidamente como una tercera alternativa política. Así lo define Sofía Donoso, profesora de la Universidad de Chile e investigadora del COES, quien plantea que parte de este éxito ocurrió porque las organizaciones que conformaron el FA identificaron un “vacío de representación política” que dejaron los partidos de la ex Concertación.
Según la académica, ese diagnóstico fue “bastante certero”, ya que se tradujo rápidamente en buenos resultados electorales. También considera que influyó el “cambio de las reglas del juego” con el fin del sistema binominal, y la “convicción de que la movilización en las calles simplemente no era suficiente” para generar transformaciones importantes en el sistema.
En la misma línea, el historiador Luis Thielemann señala que el Frente Amplio logró hablarle a capas medias que eran críticas con la política del duopolio.
“El FA expresó tanto un proceso político de masas, de movilizaciones sociales populares, como un momento de agotamiento del pacto de la transición, un momento específico en que la Concertación ya no puede más representar a las clases populares, y la derecha tampoco puede servir como reemplazo”, precisa.
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Similar análisis hace la presidenta de la Fundación Nodo XXI, Camila Miranda, quien también apunta al proceso de masificación acelerada de la educación superior y la expresión de ciertos malestares asociados a esta, y el surgimiento de distintas expresiones organizadas del mundo social.
A su juicio, estos factores explican su capacidad de proyectarse y mantenerse en el tiempo, al lograr representar las expresiones de la izquierda, lo que lo distingue de otros grupos que intentaron ocupar ese mismo lugar en el espectro político antes del 2017m como el Juntos Podemos y Todos a La Moneda.
De Beatriz Sánchez a Gabriel Boric
Los primeros antecedentes de conversaciones entre partidos y movimientos de izquierda para conformar una coalición se remontan a enero de 2016, principalmente entre Revolución Democrática e Izquierda Autónoma, grupos liderados por Giorgio Jackson y Gabriel Boric respectivamente.
Para el 2017, Gabriel Boric ya militaba en otra agrupación, el Movimiento Autonomista. Y a la conversación se sumaron la Izquierda Libertaria (IL), Nueva Democracia (ND), Socialismo y Libertad (SOL), Poder Ciudadano, Partido Igualdad, Partido Ecologista Verde, Partido Liberal y Partido Humanista.
La candidatura presidencial de Beatriz Sánchez fue un gran impulso para posicionar al FA dentro de la política nacional. Luego de una primaria en donde Sánchez derrotó al sociólogo Alberto Mayol, la periodista alcanzó la tercera mayoría nacional con 20% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, algo que no estuvo en el radar de ninguna encuesta de la época.
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Luis Thielemann considera que el éxito del FA en estas elecciones se dio porque supieron interpretar el momento que se vivía en el país y surgieron como una alternativa a la política tradicional. “Lo que expresó el FA en 2017 y, aunque cada vez menos, desde entonces, fue el deseo de un sector social y etario por tener una cabeza política propia en la política, distinta de lo que se llamaba el duopolio transicional, y que pudiese desmontar el neoliberalismo en Chile”.
A pesar de no pasar a segunda vuelta, el FA aumentó su fuerza parlamentaria, logrando que salieran electos 20 diputados y conquistando un escaño en el Senado con Juan Ignacio Latorre (RD).
No obstante, al poco tiempo comenzó la metamorfosis al interior de la colectividad. El 27 de septiembre de 2018, Izquierda Autónoma (IA) y Poder Ciudadano anunciaron su fusión, la cual se materializó el 20 de enero de 2019 con el nacimiento del partido Comunes.
En una situación parecida, la fusión en 2019 de la Izquierda Libertaria, Nueva Democracia y SOL dio paso a Convergencia Social (CS), partido que actualmente es el más grande del FA. De hecho, recientemente logró absorber a Fuerza Común de Fernando Atria y a algunos militantes de UNIR, ambos escindidos del Partidos Socialista.
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A pesar del prometedor inicio, su devenir se vio truncado con el estallido social y el posterior Acuerdo por la Paz de 2019. Una parte de los partidos y movimientos del FA se negaron a firmar y terminaron quebrando con la coalición.
Entre ellos destacan el Partido Humanista, el Partido Ecologista Verde y un puñado de militantes de Convergencia Social, entre los que destacan el sindicalista Cristián Cuevas y el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp.
Este fue el primer traspié importante del Frente Amplio y perjudicaron su consagración, según el sociólogo Octavio Avendaño. “Hay ahí una situación que afectó el fortalecimiento del proyecto inicial, o que condiciona la proyección del Frente Amplio al futuro. Podríamos decir que no es una fuerza política que tenga el futuro asegurado producto de esta fragmentación”.
En miras al año 2021 decidieron hacer una alianza con Chile Digno, el grupo encabezado por el Partido Comunista. Surge así Apruebo Dignidad, que se convirtió en la segunda coalición más fuerte al interior de la Convención. La alianza se mantuvo de cara a la presidencial y las parlamentarias 2022, con el fracaso mediante de integrar al Partido Socialista.
En ese contexto le dieron vida a la campaña de Gabriel Boric, que pese a arrancar en el fondo en las encuestas, logró reunir las firmas que convirtieron a Convergencia Social en uno de los partidos más numerosos del país. Luego derrotaron a Daniel Jadue en las primarias y a José Antonio Kast en la presidencial.
En cinco años, el Frente Amplio logró llegar a La Moneda superando incluso el récord de la Democracia Cristiana, que tras su fundación en 1957 tardó siete años en ganar la presidencial con Eduardo Frei Montalva.
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Proyecciones para el FA: ¿Hacia un partido único?
Pese a las expectativas que hubo en torno al primer año de gobierno de Gabriel Boric, a su administración le llueven las dificultades, y cada día hace más sentido la frase "otra cosa es con guitarra".
Gobierno y coalición parecen ir de la mano, según Sofía Donoso. Si bien aclara que el Frente Amplio “llegó para quedarse” como una alternativa de la izquierda, su futuro es una incógnita. Todo dependerá de cómo le vaya a la administración actual, y su capacidad de fortalecer las alianzas con otras fuerzas oficialistas, como Socialismo Democrático.
Además, en las últimas semanas, la posibilidad de formar un partido único del FA, uniendo las bases de los tres partidos que quedan, Convergencia Social, Revolución Democrática y Comunes, ha sido una idea que ha estado sobre el escritorio de sus dirigentes, aunque aún nadie ha dado un paso decidido en ese rumbo.
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Para Camila Miranda, el primer desafío que debe abordar el conglomerado es “terminar de precisar efectivamente cuál es el proyecto de sociedad, de intereses, que le plantea al país el Frente Amplio”, antes de articular un partido único.
De todas formas, considera que ese cambio es propio del “proceso de articulación y reordenamiento” de las fuerzas políticas, al cual el Frente Amplio no es ajeno, pues ya tiene una “trayectoria de colectividades que se fueron agrupando y construyendo”.
A pesar de surgir como una alternativa a los partido tradicionales el FA, su futuro no está ajeno a los problemas del sistema político, dice Octavio Avendaño. “En el fondo, la crisis que experimenta el sistema de partidos no solamente afecta a los partidos de centro y centro izquierda, sino que también a los partidos de izquierda. No solamente afecta a los partidos tradicionales, sino que también a los partidos emergentes. Y esa misma crisis, en el fondo, enfrenta el propio Frente Amplio en el último tiempo”, plantea.
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En cuanto a los desafíos que tiene de aquí en adelante, el sociólogo sugiere que el conglomerado debe definir “si asume una agenda radical de transformación y definitivamente se transforme en un referente de izquierda, o que logre transitar hacia la centroizquierda”.
Este diagnóstico es compartido por Luis Thielemann, quien considera que el FA no tiene la capacidad de conducir la política a su favor. “Lo que sí puedo decir es que el FA pareciera flotar según la corriente de los hechos. Pareciera no tener grandes objetivos estratégicos, el fin de las AFP o del CAE ya parecen consignas añejas, y desmontar el neoliberalismo ya es cuento de académicos, o una cuchufleta retórica, como crecer con igualdad”, puntualiza.
El historiador subraya que el actual gobierno ha tenido que acostumbrarse al puesto y que aún falta algo de madurez. Sin embargo, a pesar de que la política está fragmentada y es imposible producir mayorías parlamentarias estables, eso no quita que el Gobierno podría apoyarse en mayorías sociales, en mayorías que reiteradamente han mostrado disposición a cambios específicos, concretos y no ideológicos”.