Cristián Pérez, historiador: “Boric es el mejor cuadro de la izquierda después de Miguel Enríquez y Carlos Lorca”
Los aniversarios siempre son revisionistas, más aún si el hecho histórico es el golpe militar del año ‘73. Este año se cumplen 50 años de la interrupción del gobierno de Salvador Allende y la instalación de la junta militar encabezada por Augusto Pinochet. Un periodo que divide, pero que también invita a reflexionar sobre la memoria, los derechos humanos y la transición democrática.
Para el historiador de la Universidad Diego Portales, Cristián Pérez, es importante que los actos asociados a esta conmemoración estén relacionados con la memoria de la izquierda chilena y Salvador Allende. “Con todos sus vicios y virtudes”, dice. De ahí la importancia del “relato” asociado al evento.
-¿Cómo ves el “libreto” que está preparando el gobierno a propósito de estos “50 años”?
Ese relato se está recién construyendo. Conozco a los movimientos que están en el gobierno desde su época universitaria, de algún modo he tenido alguna relación con ellos, y creo que gran parte de sus estudios están imbuidos por la ciencia política norteamericana. Miran la sociedad desde ese prisma y marcan ciertos cortes con la tradición de la izquierda chilena tradicional. Para ser súper claros y concretos: en la historia del Partido Comunista y del Partido Socialista. Es decir, estos grupos del Frente Amplio se constituyen en oposición a esta izquierda tradicional y, por lo tanto, no les llega mucho la historia de la Unidad Popular.
-¿Y el rescate de esta figura de Allende los toca o no?
A medida que pasa el tiempo y cuando se constituyen en alternativa de gobierno y posteriormente en gobierno, necesitan rescatar esa tradición. No pueden ser una izquierda que surge de la nada. Ahí entonces recurren a la tradición de la izquierda y a su máxima figura.
-¿Es una impostura, entonces?
No, yo creo que ellos creen en eso. Lo que pasa es que hay un proceso primario donde se constituyen al margen de esto, pero luego se dan cuenta de que es necesario reivindicar la figura de Allende y la tradición de la izquierda. La izquierda chilena tiene dos grandes figuras señeras. La primera es Luis Emilio Recabarren, quien funda la izquierda chilena, y luego Allende que la lleva a su mayor victoria, a través del proceso de la Unidad Popular, y también a su mayor derrota. Entonces lo que hacen los intelectuales del Frente Amplio es precisamente recurrir a esta figura.
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-¿Por qué es importante rescatar la imagen de Allende?
Porque lo que Allende y la Unidad Popular tuvieron fue una épica, una forma de ver y construir el mundo. Una forma de relacionarse, de enfrentar los problemas, de vincularse con el pueblo. Eso es entonces lo que hay que rescatar. Pero insisto, la idea central es que no tenían figuras. Eran chicos jóvenes, un poco apartados de esa tradición, sus padres quizá habían sido upelientos, pero no ellos. Entonces lo veían con recelo, probablemente porque habían fijado su análisis de los últimos 30 años, no en lo más global.
-Hay un riesgo en que esa épica sea una puesta en escena sin arraigo. Pura estética, en el fondo.
Con el paso del tiempo la gente del Frente Amplio se dio cuenta que tenía que leer los clásicos marxistas, de hecho el Presidente los ha leído, se imbuyó de esa tradición de la izquierda y, por lo tanto, su apuesta por esa épica es algo en lo que cree, siendo consciente de sus defectos y vacilaciones. Por ahora se trata de movimientos elitistas, que representan a los sectores educados de la sociedad y que sus vinculaciones, con el pueblo puro y duro, son escasas. El Frente Amplio no tiene bases populares, sus bases fueron estudiantiles.
-O sea, elitistas.
Sí, y no porque lo quieran, sino porque todos los procesos revolucionarios en la historia son encabezados por la burguesía, es decir, por elementos que han tenido la opción de estudiar y entender el mundo. La gente del Frente Amplio ha sido capaz de hacer eso, pero no ha podido constituir hasta ahora vínculos con el pueblo. Pero, al mismo tiempo, la izquierda tradicional -el Partido Comunista y el Partido Socialista, básicamente- también han perdido sus vínculos con la sociedad. Se han constituidos en agrupaciones de élite, donde militan profesionales y gente vinculada al Estado, pero muy pocos obreros. Los vínculos con la sociedad son escasos también, así que no es solo es un problema del Frente Amplio.
-La Comisión encargada de la conmemoración de los 50 años pretende traer invitados internacionales, como el presidente colombiano Gustavo Petro, intentando buscar caras reconocibles por las nuevas generaciones. ¿Crees que los jóvenes ponen en valor realmente la figura de Allende?
En la experiencia que tengo con las nuevas generaciones universitarias, creo que si existe una figura en la historia política que les causa admiración esa es Salvador Allende. El ejemplo de morir en La Moneda es algo que cala muy hondo en estas generaciones. Por lo tanto, si pretendes llegar a ese mundo, no es tan necesario porque ya saben quien es Allende. Respecto a la invitación de figuras internacionales, creo que está bien. Es importante reconocer otras experiencias políticas en América Latina, pero creo que los actos deben estar centrados en la memoria. Y en esto voy a citar a Nietszche: "Solo lo que no cesa de doler es lo que permanece en la memoria". Por lo tanto, creo que el intento central debe ser de mantener la memoria de la izquierda chilena y de Salvador Allende, con sus vicios y virtudes.
“La izquierda hoy día necesita una pausa para pensar”
-¿Crees que el Frente Amplio es un continuador de la tradición del socialismo allendista?
Yo diría que en algunos aspectos sí. En Convergencia Social se ve bastante más claro eso y, por supuesto, también en la acción del Presidente. Allende era un político nacionalista, marxista, sus prioridades estaban en mejorar las condiciones de vida de los de los sectores más pobres, del pueblo como se decía en ese tiempo, y su camino era institucional, en el sentido de que se podía transitar al socialismo en Chile por la vía pacífica, con empanadas y vino tinto.
-Si hay algo que parece unir la figura de Allende y Boric son dos importantes derrotas para la izquierda. El golpe de Estado del ‘73 y el fracaso en las urnas en la Convención Constitucional. ¿Lo ves así o no?
Ambas derrotas tienen características similares en algunos aspectos y distintos en otros. Hay que separar un poco. La derrota de Allende, del golpe de Estado, fue una derrota que pretendió la aniquilación de la izquierda chilena, extirpar el cáncer marxista y no dejar que ella vuelva a ser un actor político. Y, por lo tanto, generaciones de los mejores cuadros de esa izquierda fueron asesinadas. El objetivo de ellos era refundar el país en clave conservadora, autoritaria y neoliberal, provocada por la oligarquía, los terratenientes y el imperialismo norteamericano. Todos unidos. Y la derrota del plebiscito del Presidente Boric, marca el fin de una estrategia que pretendía terminar con el capitalismo neoliberal mediante una Constitución. Fue una derrota provocada básicamente por los pobres del campo y la ciudad, es decir, 4 ó 5 millones de personas que fueron obligadas a votar y que viven en los territorios populares, que la izquierda tradicional y el Frente Amplio no conoce.
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-¿Crees que la derrota del Apruebo es una de las más grandes sufridas por la izquierda en los últimos 50 años, como lo dijo hace poco Óscar Guillermo Garretón?
Concuerdo con Garretón, a mi juicio es una de las más grandes derrotas de la izquierda chilena, que ha tenido varias, pero ésta tal vez sea la mayor. Durante 100 años la izquierda chilena, desde Recabarren en adelante, ha tratado de organizar a esa gente para que tengan mejores condiciones de vida, pero esos sectores que tradicionalmente adherían a la izquierda finalmente rechazaron. Eso es bastante dramático y es una derrota tan profunda que las opciones de continuidad en el corto plazo son mínimas. Si la izquierda quiere seguir siendo un actor político y en el futuro terminar con el neoliberalismo, debe volver a su tradición histórica: representar a los hombres y mujeres del campo y la ciudad. Mientras no diseñe una estrategia para eso, mientras sus cuadros dirigentes y sus militantes no vuelvan a vivir en las poblaciones, a viajar en el metro, a tomar la micro a las 6 de la tarde, no van a tener posibilidades de conectarse con las bases y, por lo tanto, van a tener victorias transitorias.
-A propósito de la conmemoración de los 50 años del golpe, el Partido Socialista va a realizar un congreso ideológico sobre el legado de Allende. ¿Cuál es la diferencia entre el socialismo allendista y el bloque que hoy se denomina Socialismo Democrático?
El Partido Socialista en los años 70 era un partido popular que tenía lazos profundos con la sociedad, donde militaban importantes sectores de obreros, campesinos, pobladores y estudiantes organizados. Era un partido que durante 40 años buscó conectarse con la población. Tenía medios de comunicación y una cadena nacional de radio que cubría desde Arica hasta la Patagonia. Era en el fondo un partido profundamente enraizado en la sociedad. Hoy, 50 años después, con la caída de los socialismos reales y los 30 años de gobierno, se alejaron de las bases que lo habían sostenido siempre.
-¿Se aburguesaron?
No es una palabra que yo usaría. El partido de hoy mantiene el legado allendista, con ciertas tradiciones y estructuras, pero se fue dedicando a gobernar en esta transición interminable, alejándose de las bases que lo habían representado. Hoy día existe una crisis respecto a eso y sus vínculos con la sociedad son bastante menores. Eso hace que tenga menos influencia. Ahora, dicho esto, para el Presidente Boric el Partido Socialista es imprescindible, como también el Partido Comunista. Con Allende fueron los mismos partidos, aunque hoy se suma Convergencia Social que es el partido del Presidente.
-¿Por qué se dejó de trabajar en los territorios? ¿Por qué la izquierda ya no lo hace?
Creo que el proceso de transición, el modo en que se dio (influyó)… las Fuerzas Armadas se van de La Moneda al edificio del frente incólumes, con Pinochet a la cabeza. Por lo tanto, los primeros gobiernos de la transición son bastante débiles y de algún modo se sienten vigilados por el poder militar, que hace el “boinazo” en una clara manifestación de su fuerza. Eso hace que en la izquierda chilena, especialmente en el Partido Socialista, surja esta idea de que no es bueno crear conflictos. ¿Y quienes podían crear conflictos? los trabajadores, los pobladores, los obreros. Ya no es tan importante permanecer en las juntas de vecinos, en los sectores populares, sino que estos sectores estén tranquilos, que tengan paciencia y que confíen. Eso hizo que paulatinamente se fueran perdiendo los vínculos entre la señora de la población y el militante del partido que se transformó en un militante de estructuras comunales. La idea era no hacerle olitas al gobierno.
-Boric ha usado frases de Allende en varias oportunidades. En su primer discurso en La Moneda dijo que estaban nuevamente abriéndose las grandes alamedas y en la ONU repitió el “vengo de Chile” que recitó Allende en el mismo lugar hace 50 años. ¿Qué hay detrás de estos guiños históricos?
Creo que el presidente cree en eso. Una cuestión súper importante es que Boric es el mejor cuadro de la izquierda chilena después de Miguel Enríquez y Carlos Lorca, desde la generación de los ‘70. En los últimos 50 años él es el líder, sin duda alguna. Es una persona que ha leído no sólo a los clásicos marxistas, sino también lo que se ha escrito sobre la izquierda y el papel de Allende y los partidos populares en aquella época. Son guiños, pero profundos. Aunque hayan pasado 50 años y hoy la realidad es otra, valora la personalidad de Allende, la forma en que hacía las cosas. Él cree en eso, no hay un aprovechamiento mediático.
-¿Crees que la coalición de gobierno está en sintonía con eso?
No conozco profundamente la coalición de gobierno y tampoco estoy al tanto de la chimuchina. Pero lo que veo por la prensa es que existen distintas visiones en quienes gobiernan. Unos que voluntariamente quieren seguir en lo mismo y otros que dicen que debemos cambiar. Hoy la coalición de gobierno debería asumir la nueva realidad, aunque hay sectores al interior que están un poco todavía reacios, les falta mirar y analizar. Porque, entre otras cosas, la izquierda chilena está muy en el día a día, en el cortoplacismo, en lo inmediato. No se dedica a leer, pensar, estudiar, que es un trabajo intelectual que con el tiempo rinde frutos. La izquierda hoy día necesita una pausa para pensar. Si hemos llegado hasta aquí es porque el pueblo nos dijo que no en el plebiscito. Creo que eso no es un mero ejercicio intelectual, es un ejercicio vital para rediseñar una política que tenga visos de futuro.