Fernando Castillo: Monos piluchos es un libro con “harto pop, mariconeo y honestidad”

Fernando Castillo: Monos piluchos es un libro con “harto pop, mariconeo y honestidad”

Por: Kathia Cancino Rojas | 20.11.2022
“No estoy creici” es el nombre de influencer de Fernando Castillo, quien lanzó su primer libro. A través de 171 páginas, nos adentramos en la infancia del personaje principal, la relación con su cuerpo al darse cuenta que “es un niño diferente al resto”, y la relación con una madre rígida pero bondadosa de finales de los años ‘90 en el sur del país.

Sebastián vive en un pueblo costero donde nunca pasa nada. Su papá es camionero, su mamá es dueña de casa, y él está descubriendo que es homosexual. Pero Monos Piluchos va más allá del autodescubrimiento, sino que también nos muestra la relación de un niño de 12 años, su mamá y todos los tiras y aflojas de esa edad tan particular.

En entrevista con El Desconcierto, su autor Fernando Castillo, más conocido como no estoy creici, revisita sus propias experiencias en un libro de autoficción que pretende darle una voz vivaz a “las colas que fuimos y las que vendrán”

–Tú eres de Tomé, una ciudad costera del sur similar a la ciudad del libro, y hablas de la experiencia de crecer siendo homosexual en los años 90. ¿Qué tan autobiográfico es el libro?

Es difícil responder eso porque también habría que preguntarse cuánto de ficción hay en la biografía propia. Creo que el libro pertenece a este género medio de moda que se llama autoficción, donde uno parte de vivencias propias pero terminas ficcionando, como en la vida misma. Dado mi quehacer en redes sociales, los hechos reales que he vivido parten de ficciones, entonces hay un cruce muy confuso en el que ni yo lo sé bien. 

–En ese sentido, en este cruce de vivencias, porque el libro también aborda mucho las relaciones familiares, ¿no hay un poco de pudor, por decirlo de alguna forma, en el que podrá pensar tu familia cuándo lee el libro, al verse reflejada en algunas historias? 

Que alguien piense que así se ve, es problema de cómo se ve cada uno. Así se ve el mundo, y supongo que de eso se trata escribir libros o contar historias; en el podcast o dónde sea. ¿Pudor? Yo no conozco mucho esa palabra, sobre todo siendo maricón estoy en una escala muy baja dentro de la sociedad, o lo estuve, por lo menos durante mucho tiempo durante los años 90 o 2000, entonces hay poco piso más abajo donde pueda llegar.  ¿Hay en los personajes algo de mi familia?, puede ser… Esto es una pregunta que me hice hace mucho tiempo por el podcast y mi familia sabe que hay algo de ficcional en él, y también en el libro. La acogida fue súper buena y creo que entienden que en parte van a ver algo de ellos, pero que hay mucho que no lo es, cosas que no pasaron, un montón de relaciones que no se dieron y un montón de cosas que pudieron ser y no fueron. 

(Se queda pensando un momento e interrumpe una pregunta. Entonces hablamos del pudor). 

Me quedé pensando un poco en el pudor… Es curioso en esta época. ¿Qué consideramos íntimo, también, como para guardarlo con tanto pudor? Hoy día ni siquiera el sexo termina siendo intimidad, lo íntimo a veces es compartir otras cosas… no sé… supongo que en algún nivel sirve para saber quién es uno realmente. 

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–Este libro, te ayudó para reconocerte nuevamente, ¿como una especie de viaje interno?

Sí y no, porque muchas de las cosas de este libro no soy yo, así como muchas cosas de no estoy creici tampoco lo soy. Hay líneas difusas, eso sí. ¿Me ayudó en un viaje interno? Creo que he estado en ese viaje desde hace mucho tiempo antes del libro; aunque creo que el proceso de escribir el libro sí lo catalizó, el tratar de entender una cuestión de lo que el libro se trata en términos más profundos, que es la relación de una cola con su mamá, y que es para mí lo más importante. La figura de esta mamá adorada pero inasequible, bondadosa pero cariñosa y rígida al mismo tiempo, que sobre su hombro descansa el peso de toda una familia, incluida la del papá, quién trata de ser exactamente masculino. Y el libro también se pregunta qué es ser masculino, con el personaje de un padre que no calza exactamente en ese papel. Me gusta pensarlo como una instantánea de una familia a fines de los 90 en medio de la crisis asiática en Chile. creo que fue revisitar muchas cosas propias. Yo creo que escribirse se parece un poco a actuar, tienes que recurrir a tus propias memorias emotivas para ponerlo en el papel, las hayas vivido o no…. 

–Y, ¿en qué momento surge la idea de escribir este libro? Porque tú eres guionista, pero en entrevistas anteriores has comentado que estás alejado de la escritura y más concentrado en el proyecto “no estoy creici”?

Yo siempre quise escribir un libro. Estudié guiones porque quería estudiar literatura y mi familia me decía que era poco rentable, entonces me metí al cine y me forré, porque es un rubro muy próspero… (risas). No…, sí tuve trabajo, llegué a ser evaluador en el Fondo Audiovisual, lo típico de "ratero", de la gente que se mete en el mundo del cine que tiene que peregrinar por ahí. El libro llegó porque siempre quise escribir un libro, y creo que cuando me lo propusieron pensé en que siempre fui de estos niños que le gustaba jugar videojuegos, pero hubiera querido inventar su propio videojuego; le gustaba la música, pero hubiera querido escribir mis propias canciones, y creo que de repente traté de escribir un libro, más o menos, como lo que me hubiera gustado leer: con harto pop, con harto mariconeo, con honestidad, con rescatar algo que yo creo que es muy chileno también, que es esta suerte de pesimismo que tiene el personaje y su familia, que es el retrato de una infancia super poco edulcorada.

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Además, fue un ejercicio de honestidad, porque pensé que había mucho que decir respecto a la infancia cola, y después empezaron a llegar estas otras cosas sobre la familia, algunas mini críticas sobre lo masculino y lo femenino. En este libro hay casi puros personajes masculinos, y precisamente por eso está plagado de penes, de falos, de ese elemento que desnuda tantos significados y que el libro trata de criticar: la relación compleja con el propio cuerpo y el cuerpo como la barrera para ser amado. Sebastián y yo mismo podíamos ser queridos por otros hombres, pero amados, imposible. 

–Tu libro retrata muy bien la infancia de los 90 e incluso principios de los 2000, y esa misma barrera con el propio cuerpo, ¿crees que los niños de ahora puedan vivir una infancia mejor que la nuestra, sin tantos tabúes? 

Creo que ahora se tiende a querer ser distinto, creo que hay una voluntad de parte de la población por querer que sea distinto, pero creo que cuando vas a regiones, no es tan distinto como se siente en Santiago. Creo que el acceso que tiene la gente en la capital es muy distinto que en provincia; y creo que allí se ha avanzado tanto menos de lo que pensamos porque creo que en Chile todavía hay cambios por hacer, que no pasan solamente por una cuestión legislativa, sino también por un cambio cultural del que se requiere disposición para hacer, y creo que ese cambio es más profundo y más difícil, sobre todo donde el desarrollo que tanto se prometió en alguna época llegan como un cuadro estético a través de la televisión y no tanto como materia en la realidad. 

–¿Crees que Monos Piluchos pueda ayudar a ese cambio cultural? 

Yo creo que en general todas las personas que trabajamos en comunicación o en arte, incluso en artesanía, en el amplio espectro del ámbito creativo aportamos a moldear la sociedad, a hacer resistencia cultural, por ejemplo, embates más bien imperialistas de cultura. Creo que forjamos identidad nacional, le guste o no a las personas que piensan que ser chileno es solo andar con gorro de huaso. Creo que, sin ponerse pretencioso, todas las personas que hacemos incluso cultura pop, que es donde yo creo que encaja este libro, aportamos a los cambios, aportamos a poner puntos de referencia allí donde a veces no lo había o donde se tiende a disolver frente a discursos más bien hegemónicos.

El libro está, de hecho, dedicado a las colas que fuimos, que de cierta forma puede ser un bálsamo para los maricones más grandes, y creo que puede ser también una compañía a las colas que están siendo niños ahora y a las que van a venir ciertamente. 

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