Metro Estación El Golpe: Libro, exposiciones y un proyecto audiovisual
Pasó una semana en que, junto con la visita del catalán que cantara el golpe a golpe y verso a verso de Machado, el Congreso Nacional le negó presupuesto a instituciones como el Museo de la Memoria o el Instituto de Derechos Humanos. Chile parece debatirse entre quienes quieren instalar la amnesia social y el negacionismo, y quienes utilizan la imaginación y creatividad artística para combatirlo.
Un libro con fotos de las paredes en que aún se ven los hoyos de las balas disparadas por las FF.AA. el 11 de septiembre del 73, y un par de exposiciones y proyectos fílmicos audiovisuales en los que aparecen los fantasmas de Jaime Guzmán y de Salvador Allende, son algunas de las recientes obras en que el Golpe vuelve a ser el concepto central, a meses de la conmemoración de los 50 años.
El viernes recién pasado, es decir el 11 del 11, el sello Haiken Ediciones presentó el libro “Golpes”, del fotógrafo Alexis Díaz, en la Galería Sala de Máquinas (Dardignac 111, Bellavista), mismo lugar en que se expusiera el material durante los meses de agosto y septiembre, y en el que ahora se dieron cita el poeta Carlos Soto Román y la antropóloga visual Francisca Márquez, para presentar el libro.
Son fotografías de los vestigios del Golpe del 73 en edificios y monumentos del centro de la capital. Impactos de balas y de proyectiles que siguen estando ahí. En lugares como el Paseo Bulnes, la Torre Entel, el Banco Central, el Banco de Chile y el Museo Nacional de Bellas Artes, agujeros en las paredes de los edificios y hasta en alguna estatua que dan cuenta de la intensidad y movimientos de las Fuerzas Armadas en 1973. Esto es literal, el 11 sigue ahí.
Pero de ese registro de un pasado presente, que nunca es estático, vamos en un arco a la actualidad postpandémica y oteamos el horizonte.
A contar del 23 de noviembre, en Matucana 100 se abrirá la exposición del artista y cineasta Diego Cumplido, “Golpe a Golpe”, que propone una serie de TV arquetípica de maqueta ochentera, un sitcom familiar protagonizado por Augusto, la señora Lucía, el hijo y la hija, con el impertinente fantasma de un Allende socarrón, hedonista y vividor, y los 3 excéntricos amigotes del abnegado Augusto en la Junta Militar.
Sin tener que desplazarse mucho, ahí mismo en Matucana 100, el público puede asistir al proceso de filmación o de rodaje de “Los hiperbóreos”, la nueva película de la dupla de artistas Cociña León (autores de la premiada cinta “La Casa Lobo”, animación, 2018). “Los hiperbóreos” es protagonizada por la actriz Antonia Giessen, y entre las piezas visuales, lienzos y pinturas que conforman el imaginario escenográfico y atmosférico de la película, sobresalen personajes reconocibles como Miguel Serrano y Jaime Guzmán.
Es interesante la multiplicación de los equipos, la confluencia de disciplinas o lenguajes. “Los hiperbóreos” y “Golpe a Golpe” son exposiciones relacionadas directamente con una película en el caso de Cociña y León, y con una serie ficticia de TV en el caso de Diego Cumplido. Pero por distintos lados, llegan al mismo tema, la memoria y el presente o futuro.
En “Golpe a Golpe” el énfasis es la proyección que opera en el espectador. Nos tenemos que trasladar imaginariamente a un futuro distópico en que ha triunfado la desmemoria y por eso es posible el éxito de esta teleserie en que Pinochet se ha convertido casi en un Homero Simpson, o bueno ya, un pelado de Los Venegas. La ficción de Diego Cumplido profundiza la huella que dejaran hace un par de décadas los muchachos del Plan Z. Rozando el kitsch, la parodia no deja de ser inquietante. La banalización total, el vacío de significados, blanqueamiento de los asesinos de las FF.AA. y la utopía socialista como una socarrona humorada del roterío. Un país Kast, donde El Golpe es una estación de metro y todo es lindo y muy rubio. De ojos claros y sin tanto negro. El futuro propuesto es muy parecido a una posibilidad real. Así de burdo.
En cambio, “Los hiperbóreos” es más inquietante en otro sentido, más profundo o complejo, porque en tanto obra se define desde su proceso, es un gerundio. La experiencia es el tema. Por eso es más abierta, la película se está haciendo. Y se está haciendo desde mucho antes, porque es una muñeca rusa. Hay una dentro de otra. “Los hiperbóreos” se trata de una película anterior que se perdió, que se la robaron. En esa primera había un rollo con Miguel Serrano, el escritor nazi. Pero en la de ahora, el rollo es con Jaime Guzmán. Entonces la experiencia se parece más a un delirio o una pesadilla, marea. Se superponen capas, es un palimpsesto. Sabemos que al igual que la anterior película de Cociña y León, será un film de animación con la técnica del stop motion, cuadro a cuadro. Entonces a juzgar por lo que el espectador a simple vista puede percibir, será nuevamente una cinta que fusiona un registro de realidad y memoria, con una ficción tenebrosa o de terror. Puede ser siniestro, pero es un hecho que los individuos que se creen miembros de una raza superior están lejos de arrepentirse de sus crímenes contra el resto de la humanidad. En la mitología griega los hiperbóreos eran los habitantes de una tierra más al norte del polo, un pueblo de hijos del dios del viento.
Así que así con el golpe. No lo vimos venir. No es la forma. Y Chile despertó. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí. Cuando despertó, el 11 de septiembre todavía estaba ahí. Cuando despertó, la dictadura todavía estaba ahí. Cuando despertó, el estallido todavía estaba ahí. Entonces sigue siendo sumamente necesario hablar de esto. Una famosa obra del artista visual Alfredo Jaar es un calendario del año 73 en el que a contar de aquel martes se queda para siempre pegado en el 11. Como en la película El Día de la Marmota. Siempre es 11. Y el próximo año se cumplen 50 años del Golpe. Eso no más digo.
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