Aldo Vidal, autor de Días de Fuego: “Todos los caminos llevaban a la nueva Constitución”
“Yo vivo en la zona cero, en la Plaza Italia. Todo el rato observaba a personajes, cosas que me parecían interesantes y a partir de ahí empecé a acumular información”, cuenta el periodista Aldo Vidal Neira (37) sobre el momento en que pensó en escribir “Días de fuego: Doce semanas de revuelta social en Chile” (RIL Editores, 2022)
Esta crónica, ganadora del Fondo Nacional del Libro y la Lectura 2021, incluye relatos inéditos de trabajadores del Metro, testigos de los desmanes, exconstituyentes antes de ser electos, los jóvenes que organizaron las evasiones masivas en el Metro y familiares de víctimas fatales del estallido. Entre ellos están los testimonios de Roberto Campos, profesor imputado por patear un torniquete del Metro, y Nicole Kramm, fotógrafa víctima de trauma ocular.
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En conversación con El Desconcierto, Vidal Neira repasa sus motivaciones para escribir esta historia a tres años de la revuelta popular de octubre.
- Al principio de “Días de fuego” escribes que “ojalá esta historia fuera más fácil de contar”. ¿Qué fue lo más complejo de retratar?
La idea del libro era que fuera un relato coral, que hubieran distintas miradas, distintas perspectivas, distintos testimonios que fueran configurando un panorama de lo que había pasado. Ese objetivo era difícil, porque en el fondo habían pasado muchas cosas al mismo tiempo y también habían distintas perspectivas.
En un momento, por ejemplo, además de tener testimonios de personas que participaban en la primera línea, de estudiantes, de trabajadores del Metro, de políticos, también quería tener alguna mirada de Carabineros y eso me costó harto. Pero al final igual existe eso también.
- De las historias personales que repasas, de los jóvenes que se organizaron para saltar los torniquetes hasta trabajadores, fotógrafos, primera línea, ¿Cuál de las historias fue la más interesante para ti?
Hay dos más fuertes; una es el testimonio de Nicole Kramm, que es una fotógrafa que entrevisté en noviembre del 2019. Ella iba todos los días a registrar, me mostró las fotos que ya había hecho, y un poco lo que ya había visto desde el día 1 del estallido. Luego, un mes después, el 31 de diciembre, ella terminó con un balín en el ojo. Nosotros habíamos conversado de eso antes de que pasara, yo le había preguntado si le daba miedo que pudiera resultar herida.
Luego ver cómo ella se levantó. Finalmente igual siguió trabajando, y se recuperó, encuentro que era muy admirable ella como persona y espero haber retratado bien toda esa todas esas características de ella en el libro.
Otro caso que no es tan conocido porque no fue denunciado y no apareció en los medios, es de una persona en Pudahuel que fue golpeada y abandonada en un basural, que terminó con la mandíbula rota, que sufrió abusos y violencia policial muy grave. Él iba de vuelta a su trabajo, trabajaba en el persa de Pudahuel, en Teniente Cruz, iba para su casa y lo detuvieron, lo golpearon, y claro, todos esos detalles. Yo lo entrevisté cuando aún tenía la cara hinchada, no podía hablar mucho.
Eso también fue bien bien fuerte, y la forma en que él lo describe también es bien impactante. Entonces, como digo, hay muchas pequeñas historias también, pero esas dos creo que son bastante impactantes.
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- En la escritura tiene mucha presencia el autor. Hay reflexiones personales, explicativas. ¿Por qué tomaste la decisión de incluirlas?
Porque yo había estado reporteando durante el estallido social y había muy poquita distancia entre lo que pasaba y los testimonios que yo tenía. Muchas veces encontraba que era necesario describir lo que yo había visto, que es un poco parte de la dinámica de una crónica, o lo que yo había sentido después de conversar con tanta gente y después de ver lo que estaba pasando.
Traté de que no fuera tan protagónico, pero en algunos momentos me pareció que era un aporte el poder decir lo que yo había percibido. Me puse a sacar fotos, a grabar videos, entonces también tenía esos registros, además de los recuerdos, de las cosas que anotaba. Entonces consideré que podía complementar alguno de los testimonios o alguna de las descripciones, como este punto de vista del testigo que está observando.
-Y como testigo, ¿Sientes que le hablas a alguien particular en el libro?
Creo que no, creo que son más bien como reflexiones. Además, es interesante leer el libro ahora con más perspectiva del tiempo. Pero en ese momento estaba todo muy fresco. La rabia, la indignación, el miedo, todo lo que estaba pasando ahí, y también las restricciones propias como de lo incierto que era todo durante esos tres meses.
De hecho, la parte más gruesa del libro, el capítulo más largo, son dos semanas, entre 18 y el 30 de octubre, porque la cantidad de cosas que pasaban en esos días, desde el toque de queda, la salida de los militares, que renunció todo el gabinete... En fin, pasaron demasiadas cosas en sólo 10 días, y las reflexiones de eso están también plasmadas, porque yo iba notando un poco lo que lo que me pasaba durante esos días. Creo que son más bien reflexiones, claro, más personales más que un discurso hacia alguien.
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Del estallido social a la nueva Constitución
- Ahora en el aniversario del 18 de octubre, ¿Crees que se ha avanzado en las demandas de la gente que se volcó a las calles?
Yo creo que sí hay ciertas cosas que van a permanecer, por ejemplo, las demandas que uno más escuchaba y que aparecen más nítidas durante ese periodo son pensiones, salud, educación, y creo que esos tres temas finalmente se instalaron de alguna forma. A pesar de que no se aprobó la nueva Constitución, y quizá el proceso va a ser un poco más lento y no tan no tan radical, esos tres temas son una deuda pendiente que sigue ahí y es imposible hacerse el loco.
A fines de octubre de 2019 comenzaron a haber cabildos autoconvocados espontáneos, de distintos gremios, de profesores, de salud, de cultura, y todas esas conversaciones es algo que que no se ha perdido 100%. Esta idea de que Chile despertó, que después ha sido muy discutida, pero yo creo que sí, creo que hay temas que se hicieron conscientes y que ya no se pueden olvidar en el fondo.
Hubo una toma de conciencia de que en el modelo había problemas y hoyos grandes, entonces me parece que igual algo queda, a pesar de que estamos como en un momento en que pareciera que todo ese proceso, luego de que se rechazó la Constitución nueva, se perdió. Yo creo que hay cosas que igual permanecen y hay que abordar.
-Habías mencionado que la nueva Constitución se había convertido en la “piedra filosofal para enmendar el camino del país”. ¿Qué análisis hacen en relación a que se haya rechazado?
Es interesante eso, porque efectivamente después todos los caminos llevaban a la nueva Constitución, tanto a nivel social como político, se llegó a un consenso. El Acuerdo por la paz respondía a eso. Creo que el triunfo del Rechazo tiene que ver con que la propuesta de nueva Constitución no respondía de manera tan clara o tan evidente a los temas que se levantaron durante el estallido. No eran tantos temas, eran tres o cuatro, que eran las pensiones más dignas, la salud y la educación como base general, y la propuesta fue tan detallada, tan larga, en algunos casos tan compleja de percibir por la mayoría de la ciudadanía, que hizo que no se aprobara.
Me parece igual que estos pilares de conflicto, que siguen estando ahí, de alguna forma se van a tener que resolver a nivel político. Los políticos de alguna forma van a tener que hacerse cargo.
-¿Tienes algún proyecto nuevo en mente, algo en que estés trabajando?
Sí, tengo dos ideas que quiero trabajar, hice de nuevo una postulación al Fondo del Libro con una de esas ideas. Uno es un caso policial y el otro es un fenómeno más social, pero prefiero no entrar en detalles. Este libro fue el primero y me costó harto la verdad, como que es un libro más gordo, tiene casi 400 páginas, entonces me costó… Hubo harto aprendizaje también de cómo funciona el mundo editorial y de cómo poder encontrar un espacio para publicar y espero que el próximo intento sea más sencillo.