Este libro no procede de “bosques gestionados de manera sostenible”
Entendemos que publicar emana de un deseo, propio o colectivo, de comunicar, y si bien podemos ser profundamente analíticos con su contenido no lo somos tanto en el análisis de su contenedor: el objeto libro. Más de alguna vez, y cada vez más, nos hemos encontrado con libros que en sus créditos o colofón contiene alguna frase similar a El papel utilizado para la impresión de este libro procede de bosques gestionados de manera sostenible, sin embargo, ¿una plantación forestal es un bosque? y ¿puede ser una plantación forestal sostenible?
Los estudios de contaminación en la cadena de producción de un libro suponen que un 49,4% de la huella de carbono se produce por las materias primas utilizadas en la fabricación, principalmente papel. No está de más mencionar que el papel es un material elaborado a partir de celulosa vegetal, y que Chile es el segundo país productor de celulosa vegetal de Latinoamérica después de Brasil, y noveno a nivel mundial, produciendo alrededor de 3 millones de toneladas de este tipo de celulosa al año. Y que, además, la extracción de celulosa vegetal se obtiene a partir de la industria forestal abastecida por pinos y eucaliptos que recubren aproximadamente el 4% de la superficie del territorio nacional. Las plantaciones forestales para extracción de celulosa vegetal en Chile, por tanto, conforman una de las principales actividades de producción del país.
Me parece desacertado llamarle a este territorio de pinos y eucaliptos “bosque” cuando difiere de la idea de interacción de especies. Recuerdo a Peter Wohlleben, en La vida secreta de los árboles, comentando: “Hay más formas de vida en un puñado de bosque que personas en el planeta. Una simple cucharadita contiene muchos kilómetros de filamento de hongos. Todos ellos trabajan el suelo, lo transforman y lo hacen tan valioso para los árboles”. Hongos, microrganismos, plantas y árboles colaboran como una red de traspaso de nutrientes, un sistema de comunicación subterráneo que enlaza miles de formas de vida y que aún estamos lejos de comprender en su totalidad. Para que se cumpla la idea de “bosque” es necesario que exista interacción entre todo el ecosistema o, al menos, entre muchos más organismos que solo pinos y eucaliptos. Quizás mirar de forma más honesta las relaciones interespecie podría ayudarnos a entender que una plantación forestal no es un bosque.
Ahora, utópicamente supongamos que este 4% de superficies forestales son gestionadas de manera sostenible, es decir que protegen aspectos medioambientales y sociales con el objetivo de extraer recursos de forma regenerativa y responsable, me pregunto de todas formas: ¿es responsable la sobreexplotación de una especie y la expulsión de otras de su medio? Difícilmente podemos generar un sistema sostenible en el tiempo si mantenemos la escala de producción a la cual estamos acostumbrados.
Hoy los libros provienen de la celulosa vegetal. Somos muchos a quienes nos encanta leer en formato impreso y difícilmente estaríamos de acuerdo con abandonar la idea de la utilización del papel. Por interminable que sea entrar en el circuito del cuestionamiento creo que podemos enfrentar, de partida, cómo, dónde y en qué cantidad producimos nuestros libros.
Me parece errado llamarle bosque a una plantación forestal, pero correcta la idea de un libro gestionado de manera sostenible, aunque esta sostenibilidad nos obligue a diferir de lo ya conocido. Estoy segura de que podemos imaginar nuevas estrategias de relacionarnos con la producción de libros, más responsable y sostenible. Como solía recordar Borges, el libro es una extensión de la imaginación.