Cómo construir edificios más sostenibles y resistentes al cambio climático
Olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas… Los fenómenos extremos debidos al cambio climático están afectando también a los edificios. Entre otras consecuencias, provocan la degradación de los materiales, aumentan el riesgo de colapsos y alteran el clima interior.
El sector de la construcción también deja una profunda huella en el medio ambiente. Según datos de la Comisión Europea, los edificios son responsables del 40 % del consumo de energía y del 36 % de las emisiones de CO₂ en la Unión Europea (UE). ¿Cómo podemos reducir sus impactos y hacerlos más resistentes a las condiciones extremas?
Sostenibilidad de la construcción
El sector de la construcción produce impactos ambientales durante todo el ciclo de vida de los edificios. En la etapa inicial es importante tener en cuenta la extracción de materias primas y la fabricación de los materiales de construcción. También se debe considerar el transporte hasta el lugar de la obra y las actividades para su ejecución.
En la etapa de operación se consumen materias primas y energía, tanto en la construcción como en el mantenimiento. Por último, en el fin de su vida útil, la demolición del edificio y la disposición final de los elementos constructivos consumen energía. Durante todas estas fases se generan residuos que aumentan el impacto medioambiental.
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Es preciso desarrollar estrategias de mejora desde una perspectiva global del edificio, con enfoque de la cuna a la tumba. Esta estrategia permite seleccionar materiales más sostenibles con el medio ambiente o reciclados y diseñar edificios que requieran menor gasto energético. De este modo se podrían disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Asimismo, la rehabilitación de edificios supone entre un 4 y un 46 % de ahorro energético comparándolo con la demolición y nueva construcción, según un estudio realizado en 2011 por Preservation Green Lab.
Se estima que alrededor del 35 % de los edificios en la UE tienen más de 50 años y casi el 75 % son energéticamente ineficientes. Solo entre el 0,4 y el 1,2 % (según el país) se renueva cada año. Una mayor renovación podría reducir el consumo total de energía de la UE en un 5-6 % y, con ello, disminuir las emisiones de CO₂ en torno al 5 %.
Edificios más resistentes
Las olas de calor, las tormentas y las inundaciones pueden afectar a la estructura de los edificios. Además, las temperaturas extremas alteran el bienestar de las personas en el interior de las viviendas.
El clima extremo puede generar degradación de los materiales, incluso riesgo de colapso, y afectar a la integridad estructural de la construcción y generar daños por hundimiento. Este deterioro reduce la vida útil de los edificios, por lo que es necesario evaluar su resistencia ante los riesgos climáticos.
Consciente del impacto medioambiental del sector de la construcción, la UE está trabajando para abordar este problema desde varias perspectivas políticas. Se está promoviendo la adaptación al cambio climático en los estándares de construcción y se han establecido diferentes directivas para aumentar la eficiencia y el rendimiento energético.
Reciclaje y reutilización de residuos
Los residuos de construcción y demolición son el flujo de residuos más grande de la UE. El ciudadano europeo medio genera en torno a 160 toneladas de residuos de construcción y demolición en toda su vida, cantidad que va aumentando con el tiempo.
Pero ¿qué hacemos con tantos residuos? Su reciclaje y reutilización adecuadas puede proporcionar importantes beneficios para la industria de la construcción desde el punto de vista de la sostenibilidad y la calidad de vida.
Estudios recientes han demostrado el beneficio de la adición de residuos a los materiales de construcción, ya que contribuyen a la mejora de sus propiedades mecánicas y térmicas. Pueden emplearse, por ejemplo, las cenizas del proceso de combustión de biomasa y residuos de pulpa de papel, entre otros.
Reutilizar los residuos de construcción suele ser tarea difícil. Algunos productos, como las espumas plásticas, se descomponen naturalmente de forma muy lenta. Durante su descomposición pueden liberar sustancias tóxicas de sus materias primas o de sus aglutinantes y adhesivos.
Una alternativa son las materias primas naturales para el aislamiento térmico de los edificios. Son orgánicas y contienen grandes cantidades de CO₂ capturado, por lo que contribuyen a reducir la concentración de este gas en la atmósfera. Algunos ejemplos son el corcho, la madera, los fardos de paja, el algodón, la celulosa y la fibra de coco.
Emplear residuos como materias primas en el sector de la construcción permitiría reducir su disposición final en vertederos, fomentar la economía circular y disminuir sus impactos ambientales.