Moda sustentable: La revolución de los biomateriales que sustituyen a las pieles
En un mundo totalmente interconectado, los productos textiles como el cuero procedente del ganado y la lana esquilada de las ovejas se han convertido en una grave fuente de deforestación, de otros impactos adversos sobre el uso de la tierra, de pérdida de biodiversidad y de cambio climático. Las granjas peleteras (que producen pieles de visones sacrificados, zorros, perros mapaches y otros animales silvestres enjaulados) son también consideradas un importante peligro biológico para la salud humana —una amenaza acentuada por el riesgo que suponen estas granjas para la propagación actual y futura de enfermedades zoonóticas como el COVID-19―.
Sin embargo, en un futuro no muy lejano, los biomateriales de moda fabricados a partir de hojas de plantas, residuos de frutas y microorganismos cultivados en laboratorio podrían sustituir a los materiales textiles de origen animal —incluidos el cuero, las pieles, la lana y la seda— con una implementación, al principio, a pequeña escala, aunque en rápida expansión, y eventualmente a escala mundial.
De hecho, esa tendencia está muy avanzada. En menos de una década, han aparecido decenas de empresas emergentes que elaboran una serie de biomateriales que, además de eliminar el uso de productos animales, incorporan prácticas sustentables en sus cadenas de producción.
No todas estas empresas textiles, la mayoría con sede en Europa y Estados Unidos, han alcanzado la totalidad de sus objetivos, pero siguen experimentando y trabajando para lograr un nuevo paradigma de la moda. Entre los descubrimientos más prometedores están el biocuero vegano hecho con micelio (la parte vegetativa y filiforme de los hongos) y las pieles bioexóticas hechas con hojas de piña y cactus, piel y semillas de uva, zumo de manzana, tallos de plátano y agua de coco. También hay nuevos tejidos fabricados con algas que pueden actuar como sumideros de carbono y seda vegana hecha con cáscara de naranja.
El abacá, una planta de la familia del plátano, originaria de Filipinas, convertido en material biodegradable y duradero para la ropa y los accesorios de exterior. Las tiras de la vaina exterior de la hoja se colocan bajo una cuchilla de deshojar y se tira de ellas a mano para poder extraer y separar las fibras de la planta. Foto: cortesía de Sonja Mayrhofer/QWESTION.
Todo forma parte de una prometedora revolución textil sustentable que tiene el potencial de vestir con estilo tanto al cliente de alta costura como al de moda rápida.
De acuerdo con un informe de 2019, Fashion’s New Must-Have: Sustainable Sourcing at Scale (‘El nuevo imprescindible de la moda: Abastecimiento sustentable a escala’), investigado por la consultora McKinsey & Company, los materiales sustentables solo representan una pequeña fracción de la producción mundial de moda en la actualidad, pero registraron un asombroso «aumento de cinco veces [en el crecimiento] en los últimos dos años».
Setenta y cuatro de estas empresas figuran en el informe The State of the Industry Report: Next-Gen Materials (‘Informe sobre el estado de la industria: Materiales de la próxima generación’), publicado el año pasado por la Iniciativa de Innovación de Materiales (MII, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro con sede en California que promueve los materiales no provenientes de animales. De ese total, cuarenta y dos firmas fueron creadas desde 2014. Sin embargo, el número de empresas es aún mayor. Firmas como Post Carbon Lab (Reino Unido), Chip[s] Board (Reino Unido) y SeaWear, por ejemplo, no aparecen en la lista.
Estas empresas multidisciplinarias innovadoras —con personal integrado por diseñadores, bioquímicos, ingenieros genéticos y de materiales, biólogos y especialistas textiles—, además de proveer a los fabricantes con materiales textiles, ropa y accesorios, también se han asociado con importantes marcas de moda para ampliar la investigación y expandirse. Los premios creados por conglomerados como la Fundación H&M y el Grupo Kering otorgan subvenciones y apoyo técnico a los proyectos que estén en sus primeras fases.
Un bolso de la H&M Conscious Collection 2019 hecho con biomaterial de piña. Foto: cortesía de Ananas Anam.
Implicaciones ambientales de la moda sustentable
La evolución de los biomateriales sustentables responde en gran medida a la necesidad de reducir el impacto ambiental de la industria de la moda, considerado uno de los peores contaminantes del planeta. «La industria de la moda es responsable del 10 % de las emisiones anuales de carbono a nivel mundial, más que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos [y responsable de] alrededor del 20 % de las aguas residuales mundiales que proceden del teñido y tratamiento de tejidos», según la Fundación Ellen MacArthur.
La industria de la moda también está relacionada con la deforestación en la Amazonía. La proporción de la Amazonía brasileña que participa en la producción de cuero del país ha crecido desde el año 2000, cuando solo era del 7 %. En 2010, pasó al 27 % y en 2020 al 43 %.
De acuerdo con una investigación publicada en noviembre por la ONG Slow Factory, más de cien marcas mundiales «trabajan con fabricantes y curtidores que se abastecen de empresas vinculadas a la cría de ganado en tierras amazónicas deforestadas recientemente». Entre ellas están Ralph Lauren, Tommy Hilfiger, Prada, Nike, Zara, H&M, Louis Vuitton, Coach y Tory Burch.
La cría de ganado para proveer de carne y cuero al mundo es uno de los mayores impulsores de la deforestación en el Amazonas. Una moda que utilice biomaterial sustentable como alternativa al cuero podría ayudar a frenar esa tendencia. Foto: Rhett Butler/Mongabay.
De hecho, fue una visita a una curtiduría en Filipinas —la primera en sus quince años como diseñadora y consultora de productos de cuero de lujo— lo que convenció a Carmen Hijosa de no volver a trabajar con pieles de animales.
Como parte del proceso industrial, las curtidurías tienen que evitar que el cuero recién fabricado se descomponga. Para eso, alteran la estructura proteínica mediante un potente cóctel químico que contiene potenciales carcinógenos humanos, incluyendo el formaldehído y los colorantes azoicos.
La visita de Hijosa a la curtiduría filipina en 1993 impulsó su investigación sobre las alternativas al cuero. Durante su estancia en Filipinas, la diseñadora española se enteró de una antigua tradición de la moda local: el uso de fibras de hojas de piña para hacer tejidos a mano. Así, Hijosa centró su investigación en el potencial de la piña y volvió a la escuela para estudiar materiales textiles. En 2013, fundó una empresa emergente en Londres, Ananas Anam. Al año siguiente, a los sesenta y dos años, obtuvo su doctorado. El resultado de su viaje es Piñatex, un tejido con marca registrada hecho con hojas de piña desechadas y que ya se vende en ochenta países.
«Los materiales sustentables son fundamentales si queremos que la industria de la moda deje de ser una de las más contaminantes y se convierta en una industria transformadora, regenerativa y más humana, que cuide tanto el medio ambiente como a las personas a las que afecta en su compleja cadena de suministro», dijo Hijosa. «Es nuestra responsabilidad como diseñadores y fabricantes de materiales crear sistemas vivos que hagan posible este cambio».
Piñatex tiene aún un reto que superar: mientras que su revestimiento de acabado tiene un 50 % de base biológica, el otro 50 % se compone de una resina a base de petróleo que se aplica para reforzar el material. Ananas Anam trabaja en la actualidad con una empresa química para fabricar un revestimiento totalmente biológico.
La fibra extraída de las hojas de piña, un subproducto de la cosecha, es el punto de partida del producto textil conocido como Piñatex. Foto: cortesía de Riikka Juva/Ananas Anam.
Sustitutos vegetales del cuero y los tejidos
Después de trabajar con fibras de algodón orgánico, cáñamo y bambú, la empresa de moda suiza QWSTION conoció el abacá, una planta de la familia del plátano, también originaria de Filipinas, que tiene fibras resistentes. Utilizada por los lugareños para fabricar tejidos desde antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI, «la fibra tenía un buen potencial para convertirse en un material para la ropa y los accesorios de exterior», dijo a Mongabay Hannes Schönegger, presidente ejecutivo y cofundador de QWSTION.
Según Schönegger, el abacá se cultiva rodeado de otras especies vegetales en lugar de existir como monocultivo. «A menudo se cultiva con árboles de cacao y plantas más grandes que dan sombra. [Solo] se cortan los tallos laterales del plátano para extraer la materia prima, por lo que sigue creciendo durante treinta-cuarenta años».
Fueron necesarios tres años de investigación en colaboración con un especialista en hilos y un fabricante de tejidos, ambos con sede en Taiwán, para crear Bananatex, lanzado en 2018. Además de los accesorios ya fabricados con el tejido biodegradable y vendidos en las tiendas principales de QWSTION, otras marcas y socios minoristas están creando prototipos con el tejido derivado del abacá, y es probable que algunos productos estén disponibles para los consumidores en breve, según dijo Schönegger.
La fibra de la planta de plátano abacá, cultivado mediante técnicas agroforestales en Filipinas, se extrae de los tallos de la planta para fabricar Bananatex, un material creado por QWSTION. Los agricultores cosechan con regularidad los tallos de la planta viva, en lugar de cortarla, para que siga creciendo y produciendo más fibra durante años. Foto: cortesía de Sonja Mayrhofer/QWESTION.
La empresa también está probando el teñido con bacterias como alternativa a la impresión digital, un método utilizado en la fabricación de bolsos. «Intentamos usar los tintes menos dañinos disponibles en cantidades industriales. Sin embargo, el teñido es un área que definitivamente necesita mejorar», añadió Schönegger. Los tintes textiles químicos sintéticos tienen una historia notoria como contaminantes.
Otro problema importante al que se enfrentan Bananatex y otras empresas es el impacto ambiental de la cadena de suministro de la moda mundial. En el caso de Bananatex, el producto se adquiere en Filipinas, se traslada a Taiwán para su procesamiento, luego a China para su fabricación y, por último, llega a Europa para ser vendido en tiendas y también por Internet. Ese itinerario trotamundos genera muchas emisiones de gases de efecto invernadero.
«En una economía internacional —y la industria textil es uno de los sectores más globalizados—, es mejor producir cerca de donde crecen los materiales y distribuir después los productos [terminados]. Por eso, Bananatex nació de la idea de crear una cadena de suministro con distancias cortas en Asia», comentó Schönegger. «Las cosas tienen que ser transportadas en algún momento y una mirada más atenta suele revelar hechos inesperados: transportar en barco una mochila de Hong Kong a Hamburgo genera menos CO2 que de Portugal a Hamburgo en camión».
El ciclo de vida de Bananatex. Foto: cortesía de QWESTION.
Piel hecha en una placa de Petri
Las granjas de visones, durante mucho tiempo objetivo de los activistas por los derechos de los animales, suelen tratar de pasar desapercibidas, pero eso es cada vez más difícil desde la llegada de la pandemia de COVID 19. El virus SARS-CoV-2 infectó las granjas de visones productoras de pieles de EE. UU. y la UE en 2020, lo que acentuó el potencial de dichas instalaciones para transmitir enfermedades zoonóticas y llevó a los epidemiólogos y expertos en salud pública a pedir que sean cerradas.
«Siempre que podamos evitar alojar a los animales en entornos de alta densidad, disminuiremos el riesgo de que se produzcan eventos de propagación [de animales a humanos y de humanos a animales silvestres] de posibles patógenos. La cría de animales para la obtención de pieles puede representar ciertamente un escenario de alta densidad. Por lo tanto, si las alternativas a la industria peletera tienen éxito, podrían reducir las granjas peleteras y, en consecuencia, el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes», le dijo a Mongabay Michael Oglesbee, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Columbus (Ohio).
Las alternativas actuales a las pieles de animales se fabrican en su mayoría con poliéster reciclado, una fibra basada en su totalidad en el petróleo y que contribuye al cambio climático. Una opción, en apariencia, más amigable con el medio ambiente es Koba, una marca de la empresa china Ecopel, cuya piel de imitación utiliza una fibra sintética fabricada por el gigante químico DuPont, pero que está hecha de subproductos del maíz resultantes de la producción de biocombustibles y de ácido tereftálico derivado del petróleo. Ecopel afirma que su piel sintética reduce en un 63 % las emisiones de gases de efecto invernadero. Contactada por Mongabay, Ecopel no respondió para hacer comentarios.
Algunas empresas emergentes están allanando el camino para la producción de pieles de imitación a través de la biotecnología, un campo que modifica los organismos vivos para crear una variedad de productos. Una de ellas es la empresa holandesa GENEUSBIOTECH, fundada en 2017 por Henri Kunz, un emprendedor biotecnológico en serie, y Maria Zakurnaeva, que trabajó en la industria de la moda.
Cuando Kunz y el científico Sundar Pattabiraman produjeron folículos pilosos humanos in vitro, Zakurnaeva tuvo una revelación: «¿Por qué no aprovechar esta tecnología para producir pieles y así evitar la muerte de animales?». El equipo de investigación amplió su trabajo y ahora está elaborando incluso lana cultivada sin ovejas. Sus productos biomateriales de piel y lana se fabrican bajo la marca FUROID.
Manifestante en New Hampshire, Estados Unidos (2019), como parte del Viernes Libre de Pieles, un evento celebrado el día después de Acción de Gracias en el que organizaciones de todo el país se manifiestan contra el uso de pieles de animales. Foto: cortesía de Kristina Snyder/NHCART.
«Estamos en una fase en la que hemos producido pequeños organoides, una masa tridimensional de tejido, mediante el cultivo de células madre pluripotentes inducidas (iPSC, por sus siglas en inglés)», dijo a Mongabay Pattabiraman, director científico de FUROID. «Estas células han proliferado hasta conseguir que salgan de ellas protuberancias parecidas a pelos, pero hay que investigar más a fondo para avanzar en este proyecto en términos de reproducibilidad y para [lograr] una mayor escala».
El proceso utiliza células madre a partir de las cuales se generan todas las demás células del cuerpo con funciones especializadas, que se obtienen por biopsia de visones y ovejas merinas vivos. En un siguiente paso, esas células se cultivan y se reprograman en iPSC para crear folículos pilosos de piel.
«Utilizamos un máximo de cinco biopsias por punción por animal, tras la aprobación de un comité de ética y bajo la supervisión de un veterinario, quien coloca la anestesia. Todos los animales se mantienen como mascotas y son monitoreados por personal experimentado. Tenemos cinco ovejas en una granja universitaria de Nueva Zelanda y cinco visones. Son suficientes para producir un suministro interminable de líneas celulares», cuenta Kunz. «La esperanza de vida de nuestros animales donantes es alta, especialmente la de las ovejas, y no escatimamos esfuerzos ni costos para darles la mejor vida que se merecen».
GENEUSBIOTECH informa que su proyecto FUROID ha recibido una subvención Horizon Europa de la UE por valor de más de 4 millones de euros (4,4 millones de dólares) y también cuenta con el apoyo financiero de un donante ángel, familiares y amigos. La empresa está en conversaciones con partes interesadas del sector como posibles inversores y pretende utilizar a la larga más especies como animales donantes para crear sus biomateriales, como la marta, el zorro e incluso el cocodrilo.
Lo que antes se consideraba un residuo de la producción de piña ahora es convertido en un material similar al cuero para la industria de la moda. Foto: cortesía de H&M/Ananas Anam.
Abundancia en la moda extraída del mar
Mike Allen, profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Vida y del Medio Ambiente de la Universidad de Exeter (Reino Unido), afirma que las especies oceánicas también se están convirtiendo en una fuente de tejidos sustentables.
«Los microbios marinos…evolucionaron en los océanos más de mil millones de años antes que en el medio terrestre. Debido a eso, los océanos están repletos de diversidad metabólica, que puede ofrecer soluciones a muchos de nuestros problemas actuales y futuros. Si nombras un problema, hay un microbio allí afuera que puede ayudarte a resolverlo», dijo Allen a Mongabay.
El biotecnólogo marino explicó las ventajas de los modos biológicos de producción frente a los más tradicionales: «Los procesos físicos [de producción] en general requieren mucha energía (calor y presión), mientras que los químicos dependen de materias primas sintéticas a granel [que pueden ser tóxicas]… Como resultado, los tejidos textiles de moda tienen una naturaleza restringida».
«En cambio, las soluciones biológicas para los materiales suelen ser más inteligentes», prosigue Allen. «Aprovechan los organismos vivos para hacer el trabajo duro con un menor aporte energético de fabricación y tienen propiedades que se pueden controlar y diseñar para una aplicación concreta. Fuerza, agarre, biodegradabilidad, resistencia al agua, antimicrobiano, color, luminiscencia, fluorescencia, autolimpieza, autorreparación, autoiluminación: el único límite es tu propia imaginación».
Hay muchos otros ejemplos de iniciativas de biomateriales de moda que se están llevando a cabo en empresas privadas de todo el mundo. Algunos ejemplos innovadores:
Cuero vegano y pieles exóticas:
- Mylo (Estados Unidos): La empresa de biotecnología Bolt Threads ha creado un tejido derivado del micelio, el sistema radicular de los hongos, y procesado en láminas similares al cuero. Mylo está certificada con un 50-85 % de base biológica, aunque sigue empleando productos químicos en el proceso de curtido y teñido.
- Desserto (México): La empresa Adriano Di Marti cultiva el nopal en el estado de Zacatecas y es la fuente de un nuevo material de moda lanzado en 2019. Alimentado por el agua de lluvia, las hojas de la planta se cortan solo dos veces al año, mientras que no se utilizan productos químicos tóxicos en la fabricación.
- Vegea (Italia): Las pieles, semillas y tallos de uva desechados durante la producción de vino son utilizados por esta empresa para fabricar cuero vegetal desde 2016. En su página web se afirma que en sus procesos no intervienen solventes tóxicos ni metales pesados.
- Malai (India): Esta empresa recoge el agua de coco descartada por las plantas de procesamiento que solo utilizan la pulpa blanca de la fruta tropical. Dicho líquido natural, que antes se desechaba en el sistema de alcantarillado local, lo que provocaba una acidificación del suelo destructiva, ahora se esteriliza y sirve de alimento a un cultivo bacteriano. Este proceso de crecimiento da como resultado una lámina de gelatina de celulosa, que luego se refuerza con fibras naturales e ingredientes resinosos y se obtiene así un producto similar al cuero.
Hilos y modas moldeadas:
- Alga-Life (Alemania): Fundada en 2016, esta firma fabrica hilos y tintes textiles mediante la purificación de las proteínas de las algas, que luego se mezclan con ingredientes naturales como la cáscara de granada y las agujas de enebro. El sistema solo necesita luz solar y agua para funcionar y el proceso no genera residuos.
- MycoTEX (Países Bajos): NEFFA fabrica prendas de vestir personalizadas mediante el cultivo de un micelio textil compostable que, una vez cosechado, se le puede dar forma dentro de un molde 3D para convertirlo en una prenda terminada. Una vez seca, la prenda está lista para ser usada, habiéndose eliminado múltiples pasos de fabricación tradicionales, como el hilado y el tejido de la tela. El proceso solo utiliza 0,5 % del agua que se consume en la producción convencional de algodón.
Animal-free wool:
- WOOCOA (Colombia): (Colombia): Un grupo de estudiantes de la Universidad de los Andes, en Bogotá, creó un sustituto de la lana que es 100 % biodegradable, por lo que ganaron el Premio de Biodiseño Stella McCartney y PETA 2018 por la lana de origen no animal. Utilizaron fibras de coco y cáñamo, tratadas con enzimas extraídas de los hongos ostra, para crear una lana regenerativa de base biológica que no sea de origen animal.
Los consumidores impulsan el movimiento de la moda sustentable
Como en cualquier negocio, son la demanda de los consumidores y los beneficios los que están impulsando la conversión de materiales de moda de origen animal, tanto silvestre como doméstico, a materiales vegetales y otros orígenes biológicos.
Este cambio abrupto en los deseos de los consumidores se ha puesto de manifiesto en noticias recientes. Por ejemplo, en 2021, después de más de veinticinco años de asociación, el concurso de belleza del estado de New Hampshire en EE.UU. puso fin a su relación con la Asociación de Tramperos de New Hampshire, un promotor de la caza de animales silvestres que durante mucho tiempo donó un abrigo de piel a la ganadora.
«Las antiguas concursantes se manifestaron públicamente en contra de la obligación de aceptar un abrigo de piel como parte del premio. Esa tradición anticuada ayudó a perpetuar el uso de trampas para atrapar animales, y que todavía están permitidas en el estado», dijo a Mongabay Kristina Snyder, activista por los derechos de los animales y cocreadora del sitio web New Hampshire Citizens Against Recreational Trapping (NHCART).
A nivel internacional, la revista que marca tendencias, Elle, anunció en 2021 la prohibición de las pieles en sus cuarenta y cinco ediciones mundiales, impresas y en línea. De acuerdo con la vicepresidenta sénior y directora internacional de Elle, Valeria Bessolo Llopiz, «[un] futuro sin pieles es una gran oportunidad para aumentar la concientización sobre el bienestar animal, reforzar la demanda de alternativas sustentables e innovadoras y fomentar una industria de la moda más humana».