Subsecretaria Paulina Soto y el Día de los Patrimonios: “La diversidad no es un buenismo”

Subsecretaria Paulina Soto y el Día de los Patrimonios: “La diversidad no es un buenismo”

Por: Claudio Pizarro | 29.05.2022
A diferencia de una mirada proclive a la “monumentalización”, este año se celebrará el Día de los Patrimonios, así en plural, intentando dimensionar la gestión de la ciudadanía instalada en los territorios. Un “desborde”, dice la nueva subsecretaria del Patrimonio, vinculado fuertemente con la naturaleza. “Todo el mundo sabe que una araucaria hoy es tan monumental como el edificio de La Moneda”, explica.

Este año no sólo será inclusivo, participativo, transgeneracional y con enfoque de género, también promete romper todos los récords: más de 2200 actividades a lo largo del país. Y otra cosa más, por primera vez la celebración incorpora una dimensión plural y pasa a denominarse “Día de los Patrimonios”.

“El juego de las eses”, sintetiza Paulina Soto,  involucraría a todas las diversidades y pluralizaciones. La nueva subsecretaria del Patrimonio asegura que la gente va un paso adelante y aprendió a negociar su identidad hace rato. “La diversidad es la constatación de algo que es y que además es rico cuantitativamente, pero también rico en términos de identidad”.

-Usted es profesora, doctora en estudios americanos y fue vicerrectora de la Universidad de las Artes en Ecuador. ¿Cómo  cree que ha sido el tratamiento del tema patrimonial en Chile y en qué materia estamos un poco al debe respecto a otros países de Latinoamérica?

Hay una dimensión de la gestión patrimonial que estuvo hasta hace poco muy anclada en la monumentalización, la arquitecturización y, evidentemente, este desborde hacia los días de los patrimonios, una  fiesta que empezó hace 23 años y que hoy tiene tanta actividad que nos permite concluir algunas cosas. Una es que hay una ciudadanización de la gestión patrimonial que está instalada en los territorios y en las comunidades en un vínculo fuertemente anclado a la naturaleza. O sea, hay un primer desborde o caída de frontera que tiene que ver con la naturaleza.

-El territorio, en el fondo…

La gente sabe que si pinta de cierta manera, el cielo de ese lugar es de determinada forma, o sus vocaciones afectivas o materialidades están relacionadas con el tipo de fauna que hay ahí. Todo el mundo sabe que una araucaria hoy  -hace 20 años atrás no- es tan monumental como el edificio de La Moneda. La misma ciudadanía nos ha reforzado la frontera. Por lo tanto, diría que el tratamiento sobre la gestión de los patrimonios está puesto por la sociedad y está más retrasado en las instituciones y en el Estado. Lo que quiero decir es que hay condiciones de contexto político, discursivo -como lo que ocurrió en Ecuador- que hacen que se aceleren los procesos de tratamiento que antes eran de expertos y que hoy día se están ciudadanizados... Yo diría entonces que estamos en un buen momento y nos tenemos que poner al día con este retraso respecto de la sociedad.

-¿La idea  de hablar de culturas, y en este caso de  patrimonios, así en plural, nace para destacar la diversidad o imprimir una mirada crítica respecto a cualquier tipo de hegemonía?

Obviamente que es una argucia discursiva y lingüística que está relacionada con las diversidades. Hay un documento del año 95 de la Unesco, de la comisión Pérez de Cuéllar, que habla de nuestra diversidad creativa y que le hace un guiño tremendo a los sures del mundo. Desde esa perspectiva aparece el concepto de contrahegemonía en los debates más académicos y políticos, pero en los debates sobre gestión de patrimonio, nos gustaba ponerle esta “ese” para que la gente sintiera ese reconocimiento que nosotros ya habíamos percibido y que ellos lo tienen clarísimo. Entonces, en el fondo, estamos tratando de ponernos al día, más que estar en un debate que la sociedad ya lo superó.

-Este año hay un récord de actividades, eso habla precisamente de la diversidad patrimonial que existe.

La diversidad no es un buenismo, la diversidad es la constatación de algo que es y que además es rico cuantitativamente, pero también rico en términos de identidad. Si a mi me acomoda, me instalo en esa posición y eso es extraordinario. No ser un buenismo, sino una constatación de riqueza, es lo otro que expresa la postpandemia. Claramente la gente quiere tocarse y verse, no tenemos ninguna duda…entonces hay que ir avanzando en la constatación de lo ignorantes que somos para la integración de múltiples diversidades. Yo creo que tenemos una tremenda deuda con las diversidades cognitivas, temas medioambientales, infinidad de cosas, nos queda tarea para rato.

-¿Cómo ha visto el debate que se ha dado, a propósito de diversidades, con el tema de la plurinacionalidad en la Convención?

Sólo por darte un ejemplo, conversando con los directores de los denominados museos nacionales en este país, siempre les planteo cuando hablamos de temas de gestión sobre qué vamos a hacer con la plurinacionalidad. Su museo fue creado hace 200 años en un paradigma que le hacía guiños a una sociedad que ha cambiado, en mi opinión, para bien. Por lo tanto, para nosotros es súper importante con este ejemplo expresar que el debate constituyente impone efectos inmediatos y que, por lo tanto, tenemos que adelantarnos a reflexionar sobre las colecciones, los contenidos, los guiños hacia otros pueblos naciones originarias…No es un debate sólo de marco político constituyente, sino que nos obliga a resolver temas operativos y prácticos de guión museal, por ejemplo. Lo plurinacional va a tener efectos en esta área, sin ninguna duda.

-Instalar una visión que  reconozca la existencia de varias naciones no es otra cosa que reconocer la interculturalidad como parte de la convivencia. ¿Cómo ve esta mirada respecto a los vínculos entre distintos patrimonios culturales? ¿Cómo dialogan entre sí?

La interculturalidad ha estado instalada desde la década de los noventa en América Latina y se entendió que era, por ejemplo, el programa de educación cultural bilingüe en ciertas zonas donde había mayor población indígena y lo encabezó el ministerio de Educación aquí y en otras partes. En la fundación de la Universidad de las Artes en Ecuador, tuve la oportunidad de vivir el debate autocrítico respecto de cómo la interculturalidad no puede ser reducida ni a la lengua de los pueblos originarios ni tampoco sólo a los pueblos y naciones originarias.

La interculturalidad requiere, para que no se burocratice, que no se transforme en un bono, en una cuota para tener beca para estudiar. Estas soluciones que en la política de Estado tendemos a hacer para que no se empobrezca, no se burocratice y no genere la revitalización de caudillismos, clientelismos y todos nuestros ismos venenosos en la tradición cultural latinoamericana.

Lo importante de esta autocrítica que se hacen los ecuatorianos -y por cierto los bolivianos- es que tiene que trascender a otros grupos que han sido discriminados por sus diferencias. Por lo tanto la interculturalidad interpela a distintas orientaciones sexuales, diversidades étnicas y grupos que llegan por exilios y diásporas diversas que hoy son un fenómeno mundial trascendente. Y las diferencias de tratos de género, las que tienen que ver con niñeces, viejeces y con el color de la piel. Hay una gama de  actores de la sociedad del siglo XX que caben perfectamente en esta idea de la convivencia intercultural y que a nosotros nos parece que enriquecen.

-Recién estábamos hablando de la naturaleza… ¿Qué piensa de este acercamiento entre las comunidades y los espacios culturales? ¿Cuál es la importancia real de los territorios?

El 65% de las 220 actividades inscritas para este fin de semana ocurren en regiones, no en el área metropolitana que siempre se comía todo. O sea, no había un ranking que no estuviera encabezada por el área metropolitana que ganaba en diversidad y volumen. Hoy día esta relación nos parece muy auspiciosa. Creo que a diferencia del hogar y del espacio, como si fueran escenografías muertas, el territorio de la geografía humana es un espacio donde ya se produjo la negociación -no solamente interespecies y con la naturaleza-, sino entre las comunidades humanas que ahí viven.

Ahora, esta negociación siempre está en tensión, es por definición inestable. El territorio lo que hace es ecualizar la convivencia de diferentes y su vínculo con el clima, la topografía, la biodiversidad, etcétera. Y esa ecualización tiene impacto directo en la gestión y la política, porque no es pertinente construir el mismo edificio para la misma función en Punta Arenas que en Arica. O la importancia del viento como sonoridad en la música del desierto es completamente distinta a la de esta ciudad donde acaba de escucharse una sirena. Forman parte de los determinantes que hacen que la gestión política se ecualice en función de este territorio parlante, en un sentido metafórico, porque el territorio habla.

-Una de las funciones de la subsecretaría es la participación ciudadana en los procesos de memoria colectiva. ¿Tienen pensado alguna propuesta referente al estallido social y las vulneraciones a los derechos humanos?

Absolutamente, nosotros hemos sido muy claros respecto de que parte importante de nuestra agenda de gobierno esta directamente relacionada con una concepción del patrimonio como una herencia de los antiguos. Y en la mayoría de los casos queremos que se preserven, porque creemos que constituyen valores que nos parecen atesorables. La excepción en este caso sería dar garantía de no repetición. Es un tipo de herencia, que en la medida que persista la impunidad, va a repetirse como un loop histórico que no queremos que acontezca…De manera que las nuevas generaciones entiendan que, más allá de una casa, lo que ahí ocurrió fue una violencia de pares en nombre de una ideología sobre el enemigo interno que hay que ir extirpando. Hay un largo trabajo por hacer y la ley de patrimonio, probablemente, se va a llamar del patrimonio, las herencias y las memorias, haciendo un guiño justamente a esto que tenemos pendiente.

-Así como hablamos de patrimonios con “eses”, también es cierto que muchos de ellos conviven entre sí. ¿Consideras pertinente un enfoque integral?

Esta idea de la “ese” de patrimonios ha sido no sólo la constatación de lo que la gente ya entendió e integró para negociar su identidad que es cuando baila de una manera o cocina de determinada forma. Ahí está generando un diálogo con un otro, a través de su identidad y eso le otorga dignidad a la persona…Entonces esta separación entre material e inmaterial, natural y cultural, están empezando a quedarse atrás, inclusive en los instrumentos jurídicos internacionales y en la academia, porque la sociedad en realidad ya dio un paso.

-¿Qué piensa de los rayados a la Convención en las ruinas de Huanchaca y, a propósito de esto mismo, cuál es la real importancia de la educación patrimonial?

Yo creo que hay una combinación de cosas. Hay una furia de polarización que en el estallido se expresó como una furia iconoclasta y que ha ocurrido en la historia de la humanidad muchísimas veces. Otras primaveras, como se le denominó al estallido en varios lugares. En la propia historia republicana de Chile hay muchos momentos así…No me cabe ninguna duda que hay una campaña sucia que se juega en el anonimato, en una dimensión que no es contra cosas no más. A mí me preocupa mucho más las amenazas. Hemos hablado todo este rato de la importancia del patrimonio, no como cosa, y si tengo que poner en la balanza la vida de una persona, o la integridad ética y moral de una persona versus una cosa, no me voy a equivocar. El ser vivo es infinitamente mas importante que la cosa.