Hace unos días, específicamente el fin de semana del 16 de abril, representantes de todas las AFP estuvieron focalizados elaborando un modelo para implementar el retiro acotado que propuso el gobierno para desincentivar el retiro del 10% que terminó rechazándose en el Congreso la semana pasada, junto a la iniciativa de La Moneda.

Ante la preocupación frente a un eventual nuevo retiro, debatieron vía WhatsApp el paso a paso en el Poder Legislativo mientras se votaban los dos proyectos de retiros de manera paralela, informa Diario Financiero.

Y cita a diversos grupos, ejemplificando en uno llamado “GGAFP” que reúne a los gerentes generales de las administradoras, entre otras áreas de las AFP.

En estos chats, además de comentar la alta complejidad que implicaría el proyecto de Gabriel Boric, algunos ejecutivos recordaron contingencias pasadas, como cuando en los retiros anteriores los gerentes se reunían a las cinco de la mañana, todos los días, para hacer un balance de cómo había operado el sistema.

Paralelamente, y con nostalgia, hablaron de cómo varios de los equipos involucrados estaban orgullosos de haber superado ese escollo.

Pero “no es lo mismo que los otros retiros”, repetían. "Esto es peor”, decían. Y de hecho, uno de los temas que comentaban era el temor a las expectativas de los afiliados.

Considerando que las AFP superaron positivamente los desafíos de los retiros autorizados hasta ahora, en plazos rápidos y con baja tasa de operaciones fallidas, uno de los escenarios era que los usuarios tuvieran expectativas análogas en relación a los tiempos de espera.

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El problema era que, en el caso de que se hubiera aprobado el proyecto del gobierno, eso era imposible.

El imponderable estaba en lo digital. “Los retiros anteriores resultaron porque dependían 100% de nosotros, no de terceros, y nada se hacía manual”, aseguraron en el WhatsApp.

Con los primeros proyectos se apeló a la comunicación directa con los bancos para hacer los depósitos, y por chequear la autenticidad de la petición a partir de la información de las cuentas involucradas para las transferencias, lo que no podía implementarse en el caso de la iniciativa de los ministros Mario Marcel y Giorgio Jackson debido a que, al proponer pagar las deudas, suponía que las AFP recibirían información de otras varias entidades, incluyendo juzgados de familia y financieras más pequeñas, entre otras.

En el caso de los bancos, podrían haber tenido un código digital, aunque no antes de ocho meses. Y con el resto de los acreedores, había que escanear documentos, que por el volumen de casos era imposible, lo que demandaba montar un sistema similar al de las isapres, que reembolsan las atenciones y recetas a través del envío digital de documentos físicos.

Paralelamente, mientras el Congreso seguía votando, los representantes de las AFP comentaban las reacciones de las autoridades a las críticas oficiales que se hicieron desde el gremio.

Como que los fondos de las AFP no podían y no debían ser el “Servipag” de las deudas de los chilenos, que fue como la gerenta general de la Asociación de AFP, Constanza Bollmann, respondió al proyecto del Ejecutivo.

“Las AFP pocas veces han entendido los debates que se están dando en el país”, dijo por su parte Jeannette Jara, ministra del Trabajo, en T13 Radio, aludiendo a la declaración citada.

Respecto del mencionado chat, estuvo intensamente activo hasta bien entrada la noche, cuando finalmente la Cámara de Diputados y Diputadas rechazó los dos proyectos. “Un milagro”, comentó un ejecutivo, mientras otro intervenía apuntado en otra dirección. "Zafamos de esta, pero ya vendrá otra, estamos en esto hace dos años”, dijo.