Ciudades feministas y sostenibles: desafío del urbanismo postpandemia
Como es sabido, la pandemia del Covid-19 obligó a cambiar nuestros modos de vida, afectó el bienestar, las relaciones sociales; evidenció y agudizó desigualdades y puso en crisis la economía neoliberal. El confinamiento derivó en la paralización de actividades que generaban empleos e ingresos de miles de familias, lo que sumado a una estructura laboral que entrega poca estabilidad dejó en evidencia la fragilidad del sistema para asegurar la sostenibilidad de la vida de la población.
En este contexto, la reactivación económica es una urgencia, no para responder a los intereses empresariales, sino que para velar por el bienestar de la población y asegurar condiciones dignas de vida y en eso las ciudades y el urbanismo tienen un papel fundamental.
En la historia de Chile se ha considerado al rubro de la construcción como actividad importante para salir de las crisis económicas. Esto ha tendido a desregular o generar facilidades para promover una actividad que mueve capital y genera empleos a corto plazo, descomprimiendo la presión social y estableciendo áreas de inversión para empresas que se desarrollan en otros ámbitos, como las AFP. Sin embargo, esto ha sido a costa de ciudades segregadas, rompimiento de tejido social y daño al medioambiente. De hecho, en el último año hemos visto cómo el gobierno intenta presionar por la Ley de Integración Social y Urbana, que –además de no generar integración– mejora las condiciones de las empresas para construir grandes edificaciones en desmedro de las comunidades locales.
Cuando el foco de la reactivación es el bienestar de la población, no puede ser que las actividades que se promuevan vayan en perjuicio de esta misma. Por ello, aceptando que las ciudades tienen un rol que cumplir, es central que repensemos la lógica bajo la cual se han estado construyendo y los efectos que tienen en la sociedad.
En el Día Mundial del Urbanismo (8 de noviembre), vale la pena reflexionar sobre los desafíos que tiene la planificación y nuestras ciudades en el contexto post pandemia. Una planificación sostenible y feminista es compatible y necesaria para una reactivación económica. Seguir proyectando ciudades segregadas, energéticamente ineficientes, expandidas, patriarcales y coloniales, sería un despropósito en los tiempos en los que la crisis climática y de cuidados son evidentes.
Avanzar hacia la electromovilidad en un sistema público de transporte, habilitar infraestructura ciclovial, promover usos mixtos que fortalezcan el comercio local y desarrollo de las pequeñas empresas, a la vez que mejoran las condiciones de seguridad de los barrios. Pensar en la rehabilitación de viviendas y suelo disponible en áreas centrales y pericentrales para la radicación de familias. Entregar poder a las comunidades locales para activar espacios comunitarios que faciliten la colectivización de los cuidados, el funcionamiento de los espacios públicos y actividades económicas cooperativas. Estos son algunos ejemplos de los desafíos que enfrenta el urbanismo post pandemia y que, en medio de un proceso constituyente tenemos la oportunidad de enfrentarlos.