¿Qué entienden por derechos humanos?: La ruta pedagógica de Lorena Fries en los colegios
“Quizá la primera cuestión es: ¿Qué entienden ustedes por derechos humanos?”, pregunta Lorena Fries a los 25 escolares que tiene delante de ella, mientras el resto de la clase –unos 20 alumnos más– escuchan vía Google Meet la presentación de la exsubsecretaria de Derechos Humanos del gobierno de Michelle Bachelet.
En medio de su campaña a diputada por el distrito 10, ¿cuál podría ser la razón que la moviliza a estar esta mañana de jueves en el colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle, contestar preguntas de alumnos que quizás no tienen la edad suficiente para votar por ella, y tener dentro de sus prioridades esta agenda de colegios (ya estuvo en dos y le quedan tres más por visitar).
-Saber de derechos humanos es una inversión para construir ciudadanos críticos, amplía sus horizontes de desarrollarse en otros estudios o carreras. Es un marco valórico que, independientemente de sus carreras, va a ser parte de una sociedad más sana –explicaría más tarde.
No es un periplo que se parezca a la evangelización, pero se acerca. Post 18 de octubre, así como el país comenzó a caminar hacia una nueva Constitución, en los más jóvenes se fueron instalando una serie de preguntas que, para Fries, son importantes de responder. Sobre todo porque los derechos humanos ya no son solo aquellos mutilados en dictadura, sino que también todos esos que han hecho de los chilenos y chilenas seres más tristes, más infelices y más enrabiados. De hecho, una encuesta Ipsos de 2020, ya lo había advertido: Chile cayó ese año 15 puntos en percepción de felicidad por pandemia y crisis social.
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Fries está de pie a un costado del escritorio de la profesora. Con la nueva modalidad de clases híbridas, no puede alejarse de la pantalla ni tampoco dejar de mirar a los estudiantes que se encuentran en el aula.
–¿A ver, qué son los derechos humanos? –pregunta Fries.
En la sala, un estudiante levanta la mano y responde muy seguro: “Los derechos que uno obtiene desde el momento en que uno nace y que no están condicionados por ninguna acción, circunstancia y que son inherentes, inalienables, que tienes por el hecho de ser persona”.
Fries sonríe complacida para luego da espacio para más respuestas. Sentada junto a la puerta, una de las profesoras pone atención a las palmas levantadas en el computador dispuesto por las maestras, preocupada, a su vez, de los comentarios que llegan vía Meet, una de las aplicaciones que se ha hecho famosa para tener reuniones o hacer clases en pandemia. Otro alumno en sala responde: “Son derechos que establecen un estándar mínimo de calidad de vida”, explica el chico que viste un polerón y jeans azules, como varios de quienes integran este escenario que bien podría ser una charla TED.
Una de las profesoras del electivo humanista de este cuarto medio interviene para explicar que los estudiantes han tenido una introducción a temáticas relativas al derecho, movimientos sociales y distintas teorías de sus respectivas ciencias, tales como la de Jürgen Habermas, lo que deja sin palabras a Fries, que solo atina a decir: “Wow”.
Detrás de Lorena Fries una pantalla de cerca de 38 pulgadas enumera los índices temáticos de la clase en un Power Point, donde se puede ver la importancia de los derechos humanos, que ella comienza a contextualizar: “Son mínimos éticos, jurídicos y políticos que tenemos las personas por el derecho de ser tal y, como decían ustedes, sin importar la condición económica, nacionalidad, pertenencia étnica, sexo, orientación sexual o cualquier otra distinción social que se pueda hacer”.
Fries intenta no alejarse del laptop que está a su derecha. Algunos comienzan a tomar apuntes de sus palabras, mientras que otros, solo escuchan con las manos sobre sus mesas: “Los derechos humanos no son solo una doctrina, sino una experiencia. Su construcción proviene de todas las comunidades para crear un umbral mínimo de dignidad para las personas”, explica la abogada de 57 años.
Durante unos minutos, los estudiantes dejan de levantar la mano para escuchar a Fries, que pone énfasis a uno de los puntos clave de esta materia. “El Estado es el principal responsable de su respeto, garantía y protección. En el caso de los derechos humanos no hay un efecto horizontal entre los Estados, sino uno vertical. La comunidad internacional se salta al Estado para reconocer en las personas un conjunto de derechos y decirle al Estado que tiene que garantizarlos, respetarlos y protegerlos. Es la única vez en que el derecho internacional no funciona en una lógica horizontal, sino que más bien supera al Estado para proteger a los individuos, personas y comunidades”.
De esta forma, Fries deja en claro la importancia de la discusión. Explica que se sabe dónde empiezan los DDHH, pero que el horizonte donde terminan es difuso, ya que están en constante expansión.
–¿Qué derechos hoy se han ido incorporando a esta lista? –pregunta Fries a los estudiantes, que se apuran en responder–, mientras se escucha el sonido de un alumno intentado ingresar a Google Meet. Las clases semipresenciales, producto de la pandemia, se han convertido en un caos dentro de algunas aulas, pero aquí parece fluir como si no hubiera emergencia sanitaria. Como si el contexto post 18 de octubre mantuviera a todos los estudiantes expectantes ante lo que ha pasado en la calle, donde se han perdido vidas, ojos, el respeto a Carabineros, y la figura de Sebastián Piñera ha caído igual que muchas estatuas a lo largo de Chile.
La voz de un alumno resuena desde el fondo de la sala de clases.
–Hoy vivimos un proceso político complejo e interesante por el término del gobierno de Sebastián Piñera. Si uno tuviera que evaluar el respeto de los derechos humanos en Chile durante su mandato, como si fuera un semáforo con opciones entre el verde, amarillo y rojo, ¿cuál luz le darías tú? –pregunta.
Tras solo un segundo, Fries responde, decidida, que “rojo”. “Son dos cosas: primero por el conflicto con el pueblo mapuche y segundo por las graves violaciones a los DDHH que se cometieron a partir del 18 de octubre. Respecto de ambos no hay avances. En el caso de Plaza Dignidad sabemos que muchos jóvenes, hoy presos, no han tenido un debido proceso, con prisiones preventivas que superan el tiempo que debieran estar, convirtiéndolas en un castigo o pena anticipada”, explica la abogada, quien golpea la mesa con ambas manos para dar énfasis en su respuesta.
–¿Tú crees que será juzgado o que tendrá alguna responsabilidad por las denuncias que han existido desde el 18 de octubre? –pregunta otro estudiante.
La abogada y candidata es directa: “Se ha presentado el caso ante la Corte Penal Internacional, pero esta tiene estándares muy altos para acusar por crímenes de lesa humanidad porque tendría que haber un plan de Estado. Sebastián Piñera tendría que haber sido una especie de autor intelectual de las violaciones a DDHH. Sin embargo, a nivel nacional, la ley en materia de crímenes de lesa humanidad permite sancionar a los mandos intermedios. En mi parecer Piñera es responsable por tolerar las violaciones a DDHH más que por haber sido el instigador, dejando hacer sabiendo que podía ocurrir lo que pasó. A mí me parece que debiera ser responsabilizado en materia de DDHH”, dice Lorena Fries.
Una policía con derechos
Pronto, cuesta seguir a los estudiantes que levantan sus manos sin cesar, interesados en saber cuáles son las distintas formas en que se manifiestan los derechos humanos, vistos, tal como menciona en un principio Lorena Fries, como una experiencia práctica e interdisciplinaria. Desde preguntas sobre si estas se pueden romper por daños medioambientales, al denegar el acceso a una salud digna; hasta si estos se ven ejemplificados en la privatización del agua en zonas de sequía.
Un par de minutos antes de que el timbre haga su aparición, la profesora interrumpe, haciendo una última pregunta o, más bien, solicitud. “Muchos de los estudiantes de acá están pensando estudiar carreras en humanidades. ¿Qué les podrías aconsejar a ellos en sus próximos futuros laborales, donde muchos están viendo qué estudiar?”.
Lorena Fries sonríe y responde: “Creo profundamente en las carreras humanistas porque aportan una visión de mundo, un punto de vista para el futuro. En el caso de derecho se debiera tener en el centro la justicia, que no es la misma que la legalidad. Una ley mal hecha, o hecha para el interés de unos pocos, es una injusticia. El derecho no es solo un instrumento de poder, sino uno de transformación porque es un camino hacia la institucionalización de las demandas que se producen en democracia. Ponerse de ese lado, para avanzar, a mí me parece que es una importante contribución a la sociedad”.
La clase está por cerrar. Los aplausos llenan la sala, mientras las profesoras se acercan a Fries para entregarle un regalo, de parte del curso. En una bolsita blanca hay cuatro alfajores artesanales. Un par de estudiantes se quedan a un costado, esperando conversar con Fries. Uno de ellos le agradece el tiempo y le dice que tiene esperanza de quedar en Derecho. La abogada sonríe amistosa y le dice “que es una linda carrera”.
Ya casi terminan la hora de preguntas y respuestas, en un esquema que se ha repetido durante el último mes donde ya ha visitado dos colegios y tiene en la agenda tres más.
Sin embargo, antes de cerrar y en un tema casi inevitable, los cuestionamientos a Carabineros entran al ruedo. Dos estudiantes levantan la mano: preguntan si los uniformados tienen derechos humanos o si se pueden juzgar sus actos.
–Es algo que siempre me preguntan. Si Carabineros tienen derechos humanos –contesta Fries– y continúa su relato: “Obvio que sí los tienen. Pero es el Estado el que debe protegerlos y que debe asegurar el respeto de estos entregando las condiciones para que Carabineros cumpla sus funciones". Suma más datos a la respuesta: “Las bases en las cuales se sustentan sus derechos, establecidos en la Constitución, hoy son un debate a tener en cuenta sobre cómo trabaja la institución”.