CRÍTICA| "La persistencia de la memoria": Una novela negra y narco en el desierto de Atacama
Entre lamentos, amenazas y recuerdos que retuercen su alma, Juan Pérez, quien desde un comienzo se presenta como un sicario, como un miembro del narcotráfico, se desplaza por el camino junto a su víctima, Sara Valencia, la expareja de un capo de la cocaína que decidió mandarla a matar por los motivos que el escritor Iván Ávila Pérez explicará en esta potente novela que se suma a un subgénero de la literatura poco abordado en nuestro país.
Recuerdo Tinta Roja de Alberto Fuguet, aunque esta obra es más bien policial, pero la voz del protagonista no evita hacer algunas similitudes. Actualmente, se han publicado grandes novelas sobre el narcotráfico, sobre sicarios, como El poder del perro y El invierno de Frankie Machine del estadounidense Don Wislow, por nombrar un autor.
Chile arrodillado
Sin embargo, La persistencia de la memoria de Ávila no es LA NO-VE-LA sobre la cocaína y el sicariato, o la piedra angular de este subgénero en Chile (aunque lo podría ser fácilmente): esta novela es un viaje despiadado y humano hacia la muerte. Es dejar sin sangre la memoria y manchar las paredes con lágrimas rotas, con recuerdos quebrados que sirven de espejo para rememorar episodios brutales de la historia de nuestro país, cuando se torturaba, mataba y desaparecía como un hecho usual, cotidiano; con sicarios autorizados por los militares que soñaban con un Chile arrodillado a un Gobierno marcial.
La compasión es el elástico que mantiene en vilo esta gran novela de Ávila. En cualquier momento se corta aunque uno siempre tiene la esperanza que el protagonista ordene la detención de ese vehículo que avanza junto a Sara (quizás la heroína de esta obra) por la ignota carretera del Norte Grande, hacia una guadaña que el lector tendrá que confirmar si cae o no.
En esta novela, el sufrimiento es la droga que conserva la lucidez de dichos personajes. Mediante la técnica del flashback el autor recuerda antiguos crímenes que marcaron su vida, como algunos amores que terminaron con crearlo, para bien o para mal. También con esta analepsis, con estas secuencias pretéritas que alteran en forma perfecta la narrativa de Iván, tanto Juan como Sara cuentan cómo llegaron a convertirse en un matón de la droga y la “ex” de un capo, respectivamente. A través de estos recuerdos aparecen personajes que no se desarrollan con profundidad como Pablo Niculcar (el jefe de Pérez y amante de Valencia) y el Gitano (el tenebroso maestro de Juan en las artes de matar).
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Ninguno de los dos termina con mayor protagonismo en la novela porque no era necesario. Sin embargo, es evidente que estos personajes podrían alimentar un par de obras más y terminar con una gran trilogía sobre La persistencia de la memoria, pero eso ya es decisión de Ávila, ¿no?
Esta obra tiene mucha sangre, aunque no se ve (o lee), se huele. Ávila no escribe solo para adornar una novela que trata sobre el sicariato y la droga. Argumenta su acción inteligentemente. Ni Juan ni Sara no ocultan su deseo de terminar con ese viaje, pero no el que emprenden en el vehículo que se desplaza por el desierto de Atacama como un disparo al aire; el viaje que ellos quieren terminar es el tormento de la vida que les tocó. Esta novela habla de la amargura, de la soledad. También despieza el modo de sociedad que desde el golpe de Estado de 1973 se nos ofrece: hipócrita, lerda, morfinómana, superficial.
Con gran precisión en el lenguaje (literario y cinematográfico), el autor devela cómo la sociedad posmilitar sobrevive como la peor de las bestias carroñeras; una fiera que sin piedad nos sostiene en su hocico, sin sus colmillos enterrados, pero siempre aterrados de que un día lo haga.
Como toda novela narrada con el desierto de escenario, los fantasmas no faltan. Pueblos que podrían ser imaginarios o reales, o desvaríos, delirios de sus protagonistas cansados de tanta muerte y dolor, y del clima agreste que presenta un interminable territorio gris, desolado, inerte.
La persistencia de la memoria es una novela imperdible de Iván Ávila Pérez. El escritor antofagastino se está ganando, merecidamente, un espacio importante en la literatura nacional. Ahora, esperemos que más adelante dé vida al Gitano o a Niculcar. No es una orden, pero sí una sugerencia que muchos de los lectores querrán hacer cuando devoren este libro que se lee en menos de dos horas.
Iván Ávila
Aguja Literaria
123 páginas
Precio de referencia $5.100