La Pedagogía Hospitalaria: un oasis en el desierto
La complejidad que experienciamos día a día producto de la pandemia demanda movilizar nuevas racionalidades para problematizar la escolarización, el desarrollo ciudadano y político, así como interrogar acerca de las posibilidades que proporcionan los marcos y vocabularios existentes. Ante la heterotopicalidad de tensiones analítico-metodológicas que atraviesan su campo de producción, es que propongo la presente reflexión situada en torno a los dilemas que enfrenta la Pedagogía Hospitalaria en Chile y en América Latina.
La práctica propia de la Pedagogía Hospitalaria ha de considerarse un oasis en el desierto educativo. Recordemos que se trata de la atención educativa del estudiante en situación de enfermedad y tratamiento médico, el cual dentro de la enseñanza regular no encuentra un espacio idóneo de atención, tomando en cuenta la situación compleja que representa la enfermedad. En tal sentido, el espacio regular de enseñanza es hoy excluyente y hostil como ecosistema para muchos estudiantes, en especial los que sufren enfermedades crónicas y poco frecuentes.
La Pedagogía Hospitalaria, entonces, se presenta como en un momento lo hizo el movimiento vanguardista en las artes: irreverente, reveladora de nuevos sentidos, desestabilizadora del orden definido; por lo tanto, poco legible ante las miradas más tradicionales frente a lo que debe ser el hecho educativo. Es por ello que también su práctica es a la vez una respuesta frente a la mirada esencialista que la epistemología occidental hegemónica realiza en torno del ser humano, al que pretende seguir colonizando en su subjetividad. El maestro hospitalario es, por tanto, un artista y no uno cualquiera, es uno de vanguardia, que sabe que parte de su labor en el mundo es brindar los espacios para que se desarrolle una cultura en pro de la vida y con ello acompaña al otro, quien en muchas ocasiones puede sucumbir ante la desesperanza. En un mundo donde la manifestación de la singularidad fuera de los estándares definidos por el sistema hegemónico, resulta una ardua tarea.
Siendo esta su naturaleza primigenia, como espacio-otro, la Pedagogía Hospitalaria sufre la invisibilizaición y violencia epistémica del sistema tradicional de enseñanza. Por lo cual, es hoy tarea de los educadores asociados a su desarrollo defenderla como ese espacio que no debe homologarse a los estándares esencialistas impuestos por el sistema educativo, el que obliga a muchos niños, niñas y jóvenes a llevar a cuestas el estigma de la exclusión, por no adaptarse a lo definido como normal y aceptable. Desde el Centro de Estudios para la Educación Inclusiva, se desarrolla hoy la línea de investigación denominada Epistemología de la Pedagogía Hospitalaria, como un espacio para comprender el alcance de esta interdisciplina, esperando que los aportes al conocimiento de su objeto y naturaleza lleven a comprender su ubicuidad dentro del sistema general de enseñanza, no sólo en Chile, sino en cada uno de los sistemas educativos a lo largo de América Latina y El Caribe. Su estudio aportará no sólo al robustecimiento de su corpus teórico, sino que además proporcionará vías interesantes a nivel metodológico para comprender nuevas epistemologías, enmarcadas en la mirada de vanguardia que hoy en las ciencias sociales se presentan en América Latina y El Caribe. En especial, porque es indispensable, así como este llamado que se hace al artista, que los educadores también formen parte de quienes abren nuevos espacios para no sucumbir ante la desesperanza. Quizá sea desde adentro, desde las bases y con la valentía de los artistas, que se haga posible una nueva vía civilizatoria que nos permita liberarnos de estas cadenas psicológicas, culturales, económicas y sociales a las que nos siguen sometiendo, logrando lo que la filósofa Rauber nos propone y que es no asaltar el poder y tomarlo por la fuerza, sino transformar su lógica.