La ONU hace un llamado urgente para salvar a las abejas de miel, mientras las abejas nativas de Chile luchan por sobrevivir

La ONU hace un llamado urgente para salvar a las abejas de miel, mientras las abejas nativas de Chile luchan por sobrevivir

Por: Lidia Astudillo | 03.12.2020
Cada vez es mayor el número de estudios que muestran a esta especie (abeja de miel) como un polinizador pobre para una gran variedad de cultivos que, además, influye negativamente sobre otras comunidades de polinizadores, a través de mecanismos como la competencia por los recursos, actuando como vectores de enfermedades y parásitos, o modificando el hábitat. También existe una multitud de trabajos que demuestran que los polinizadores silvestres son capaces de aportar los servicios de polinización necesarios para un cultivo sin necesidad de que haya abejas melíferas presentes.

“Si no salvamos a las abejas pasaremos hambre” dictamina en su campaña de mayo pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Parte del mensaje que se percibe en el vídeo de la campaña dice:

“Estos pequeños héroes están en peligro, piensa en las abejas y los apicultores;

Sin las abejas nuestros jardines no florecerían, disminuiría la diversidad de las plantas y perderíamos la dulce miel, sin embargo, estos pequeños héroes están en peligro por la agricultura intensiva, la pérdida de hábitats, el uso inadecuado de pesticidas y el cambio climático. Los apicultores trabajan para protegerlos contribuyendo a nuestra seguridad alimentaria.

¿Por qué la ONU pone tanto énfasis en salvar las abejas de miel y no se refiere a las abejas nativas para su protección y conservación?

Este insistente e imperante mensaje ha causado revuelo y gran preocupación a nivel mundial, activándose campañas y medidas de sostenimiento para los apicultores, sólo para salvar a un tipo de abeja, siendo que en el mundo existen más de 20 mil especies de abejas descritas, la mayoría amenazada por diferentes factores; centrar el foco en una sola especie y desatender al resto devela que existe un problema mayor.

La Apis mellifera o más conocida como abeja de miel, no es originaria de nuestro país, fue introducida desde Europa el año 1844, traída desde Italia por Patricio Larraín Gandarillas hacia el puerto de Valparaíso y pasado un año, ya establecidas en Santiago se pudo observar la presencia de dos robustos enjambres que fueron los precursores de esta iniciativa industrial que se mantiene hasta hoy.

[Te puede interesar]: Día Mundial de las Abejas: Lanzan guía de bolsillo sobre polinizadores nativos de la zona central de Chile

La abeja de miel y su daño en el ecosistema nativo

Un estudio publicado por la Revista Científica Scielo, menciona que “la introducción de la abeja de la miel o abeja melífera en casi todos los países del mundo, y su domesticación durante más de 400 años, podrían considerarse como uno de los mayores experimentos incontrolados inducidos por el ser humano.

Se refiere a las abejas de la miel como recolectores masivos de polen y néctar que focalizan toda su actividad en pequeños parches de flores, agotando por completo todos los recursos que estas proveen y desplazando competitivamente a otros polinizadores de sus fuentes de alimento.

En los lugares donde se ha convertido en una especie introducida, sus efectos densidad-dependientes podrían ser responsables, al menos en parte, de la reducción de la diversidad de las poblaciones de polinizadores nativos y de su número de visitas a las plantas silvestres.

Un ejemplo de ello, sería el estudio realizado por Colteaux 2013, en el que se muestra que la presencia de un elevado número de colmenas de abejas melíferas supuso un descenso en el potencial reproductor del abejorro nativo (Bombus occidentalis) en la Costa de California, así como que, años después de las desapariciones de todas las colmenas, se produjo una recuperación de las comunidades de esta especie de abejorro.

Cada vez es mayor el número de estudios que muestran a la abeja de miel como un polinizador pobre para una gran variedad de cultivos que, además, influye negativamente sobre otras comunidades de polinizadores, a través de mecanismos como la competencia por los recursos, actuando como vectores de enfermedades y parásitos, o modificando el hábitat.

Así mismo, también surgen multitud de trabajos que demuestran que los polinizadores silvestres son capaces de aportar los servicios de polinización necesarios para un cultivo sin necesidad de que haya abejas melíferas presentes, sin incurrir en costes económico y de forma mucho más eficiente que la especie domesticada. Aun así, los apicultores siguen siendo reacios a depender exclusivamente de estos organismos para polinizar sus cultivos, puesto que la abundancia y diversidad de abejas varía a lo largo de las regiones y las temporadas de crecimiento, resultando en servicios de polinización no confiables.

Estas prácticas de introducir especies foráneas al país, han dejado la imborrable huella del error. Algunos casos como el Jabalí, ingresado a Chile en 1938 para la práctica de caza deportiva y el Visón, para la industria peletera, ambos de difícil erradicación y causante de irreversibles daños a la flora y fauna nativa.

La misma historia ocurre con la abeja de miel, cuyo ingreso se realiza con fines comerciales, sin mediar los daños que esta podría provocar en el ecosistema local. De esta manera la industria de la miel se ha potenciado y cada vez es más fuerte y poderosa; ejemplo de ello es el aporte del Ministerio de Relaciones Exteriores a través de Pro Chile quienes han entregado su apoyo para que la miel se internacionalice, no sólo exportando la miel tradicional, sino la orgánica, abeja reina, jalea real y productos fraccionados que agregan valor a la oferta; productos que están siendo demandados cada vez más por los consumidores.

Los productos fraccionados refieren a envases más pequeños, destacando propiedades únicas como la miel de ulmo, árbol nativo de Chile, cuya flor entrega un sabor y aroma muy especial a la miel y que no posee ninguna otra miel en el mundo es exportada a Nueva York. De igual manera se proyectan envíos de miel especial que se obtiene de la isla de Chiloé, extraídas de flores como el guindo santo y el maqui.

De acuerdo a datos de Pro Chile, el año 2019 las exportaciones de miel alcanzaron los US$ 12,5 millones y durante el primer semestre de 2020 los envíos ya alcanzan los US$ 4 millones. Cerca del 70% de las exportaciones de miel tienen como destino Alemania.

Otro daño lo ha causado la invasión del abejorro europeo (Bombus terrestris), ingresando por primera vez en Chile el año 1997, con permiso del Servicio Agrícola y Ganadero como parte de un  proyecto de ensayos en la eficiencia de la  polinización de tomates. Este abejorro es considerado un insecto-plaga debido a su alta tasa de reproducción y al daño que ha generado; en el caso de Chile, específicamente en Chiloé, B. terrestris ha producido la declinación de hasta un 99,4% de la abundancia relativa del abejorro nativo B. dahlbomii.

Como la abeja de miel no es el polinizador por excelencia, es que un grupo de especialistas está trabajando en el aumento de polinizadores nativos, para de ese modo mejorar el rendimiento, asegurar la polinización y por si fuera poco a un menor costo, a través de un control biológico dirigido.

“Esto traerá resultados positivos, considerando que las abejas nativas" señalan, ya que:

1- Atraen a enemigos naturales de muchas plagas, dando origen a huertos con bajo impacto medioambiental, calidad certificable y que da origen a mayor valor al producto final.

2-  Después de ser restablecidas, estas abejas se multiplican de manera natural, dando origen a ahorros importantes de costos de manejo de un huerto o cultivo.

3. Las abejas nativas actúan como agentes polinizadores en condiciones extremas de clima, lo que genera un mayor potencial de producción de cualquier frutal o cultivo ante las condiciones del cambio climático.

"Así, en mi opinión esta práctica sólo promete beneficios para quien la introduzca al manejo de los cultivos”  asevera Jorge Valle Madrid de Afrusec.

Megachile semirufa / Foto: Pablo Vial- Fundación abejas de Chile

La maravillosa labor de las abejas nativas en Chile

Según el Naturalista, Investigador, Fotógrafo y Fundador de la Fundación Abejas de Chile, Pablo Vial Valdés, sólo en Chile existen más de 450 especies de abejas nativas que cumplen un rol fundamental en la polinización de flora, praderas, bosques, matorrales, y diversas áreas naturales, muchas de estas especies son endémicas, es decir viven sólo en Chile.

Referido al trabajo esmerado de las abejas nativas, explica que en varias hectáreas y con especies específicas son capaces de visitar más flores por minutos que las abejas de miel. Además, la abeja de miel no es capaz de polinizar a todas las especies de flores, por ejemplo, la Loasa, la abeja de miel intenta asirse un momento, pero no logra polinizarla. Existen flores que necesitan el “Buzz” para desprender el polen (un sonido característico y puntual que lo hace con sus alas) lo logra la abeja nativa y no la de miel.

En el caso de las Cactáceas, ellas poseen mucha pilosidad y vellosidad para capturar mayor cantidad de polen, necesitando pocos visitantes, pero que se lleven todo el polen posible, este trabajo lo realizan dos especies de abejas como la Trichthurgus dubius y la Neofidelia prófuga, lo que la abeja de miel no es capaz de hacer.

Si bien las abejas introducidas, transmiten enfermedades, pues son vectores de parásitos, ácaros y hongos; el peor daño, es la competencia por recursos, la Apis le roba a la nativa recursos que son limitados.

Las plantas ofrecen una cantidad de néctar y polen limitado, son recursos preciosos, hay pocas especies que se pueden dar el lujo de producir néctar polen y aceite, sin problema.

“Ejemplo concreto que pasó este año en la zona precordillerana central de Chile, debido a la sequía, al llegar los picaflores en búsqueda de la fuente más importante de carbohidratos para ellos, que es el Quintral, estos estaban completamente secos en varias cuencas (algo inusual) y en zonas donde estaban disecados los Guayacanes, muy pocos florecieron, esas flores fueron los escasos recursos para los picaflores y ¿Qué pasó? Pasó que llegaron los picaflores y estaban los Guayacanes llenos de Apis mellifera, las pocas abejas nativas que logré ver fueron 2 especies: Colletes y Alloscirtetica, quienes tenían que competir con las aventajadas abejas de miel, las que tenían sus cajas a unos 350 mts, relata Pablo Vial Valdés.

El anturalista señala que, en "el caso de los dípteros, ellos tienen menos problemas al momento de interactuar, pero la abeja nativa es más sensible, se alteran bastante por la presencia de Apis mellifera, entonces no podían sacar recursos y los picaflores alrededor esperando que salieran las Apis para lograr sacar combustible, fuentes de combustible inmediato. Este es un ejemplo de competencia con la abeja de miel que se lleva todos los recursos, entonces cuando la abeja nativa llega, no queda nada, porque la foránea se lo llevó”.

Pablo también explica un proceso de co-evolución que han tenido las abejas nativas con algunas especies de flora, tal es el caso de flores que necesitan en específico un polinizador; una de ellas es del género Calceolaria, más conocida como Capachito, la cual produce aceite y necesita justamente una “abeja aceitera” para que la forrajee y para ello la abeja nativa Chalepogenus caeruleus posee un mecanismo muy suave, que se allega a la flor con el peso justo, abre sus labios  e ingresa, con cuánta delicadeza y precisión, siendo capaz de polinizar al Capachito, lo que la abeja de miel es imposible que realice, porque no existe abeja introducida que sea aceitera.

Un contra ejemplo es el Bombus terrestris (abejorro introducido y plaga) que ingresa a la flor del Chilco y la rompe, no así el abejorro nativo Bombus Dahlbomii quien ingresa perfectamente a la flor sin dañarla.

Megachile saulcyi / Foto: Pablo Vial- Fundación abejas de Chile

[Te puede interesar]: Chile: el parque Archipiélago de Juan Fernández se defiende de las especies invasoras