COVID-19: Dolores "muy fuertes", los efectos de algunos pacientes supuestamente recuperados
El coronavirus es una enfermedad cuyos efectos no acaban necesariamente con el protocolo de dos pruebas negativas sucesivas, como han advertido especialistas, además de los testimonios de algunos contagiados que siguen padeciendo sus secuelas meses después del diagnóstico.
Ese es el caso, por ejemplo, de Karina Sacks, una argentina que junto a su hijo de 16 años dieron positivo al COVID-19 el 5 de junio y desde ese momento vio transformada su vida, aun sin señales de cambio.
"Nos aislamos todos en habitaciones diferentes y mis hermanas venían y nos dejaban en la puerta arroz, pollo, leche, lo que necesitábamos", dijo a Efe la mujer, quien relató que su mayor temor era contagiar a su hijo, esposo y a su madre, "que son personas con condiciones muy delicadas".
[Te puede interesar]: Científicos investigan peligrosa enfermedad infantil ligada al coronavirus que afectaría al corazón
Karina, de 43 años y residente de Las Vegas (Nevada), y su hijo siguieron todos los protocolos y aunque él fue prácticamente asintomático, ella sintió los embates del virus.
"A los 10 días perdí el sentido del gusto totalmente, la tos era insoportable, y no podía ni caminar al baño por la debilidad que tenía. El dolor en el cuerpo era muy fuerte", relató.
A siete semanas del diagnóstico inicial, cree estar cerca del fin de su calvario. Si bien la luz al final del túnel aun no la ve clara, pues a pesar de practicarse dos pruebas más y ambas con resultados negativos, todavía siente efectos secundarios de la enfermedad.
"El dolor corporal no es tan grande como antes, pero me duelen los brazos, las articulaciones. Del lado izquierdo, perdí mucha fuerza, del ojo izquierdo veo sólo el 45 % y me ha quedado una pequeña nube en la visión. Del ojo derecho veo mejor, pero después de un rato me arde y lagrimea", ilustró la argentina.
Adicionalmente, aseguró que padece una "fuerte" sensibilidad a la luz, y que aun no tiene "sentido del gusto", a lo que se suma que sus pulmones trabajan "como a un 60 %" cuando está en movimiento". "Me canso muchísimo", resumió.
Su médico le ha dicho que esos síntomas podrían desvanecerse poco a poco, pero le han confesado que aún hay muchas cosas sobre el virus que no se conocen, mientras que el optometrista no sabe si los estragos en la visión son reversibles.
Fermín Leguen, epidemiólogo y director interino del Distrito de Salud del Sur de Nevada, asegura que es muy difícil saber si síntomas como los de Karina serán permanentes o temporales. "Todavía es un campo que está por estudiarse porque es una enfermedad que apenas ahora estamos empezando a conocer", dijo a Efe.
Mientras miles de pacientes siguen experimentando los efectos secundarios tras recuperarse del virus, otros ni siquiera están seguros si ya se curaron o no, como es el caso de Felipe Urbina.
Luego de ser diagnosticado con la enfermedad se ha practicado otras tres pruebas. De las cuatro que en total se ha hecho, dos han sido positivas, una negativa, y una más es incierta. Tras la última prueba, y a más de dos meses desde que se enteró que tenía COVID-19, el médico le dice que puede estar tranquilo.
"El doctor me dijo 'lo más probable es que ya no tengas nada, que haya quedado un vestigio nada más del virus, pero ya no contagias a nadie, haz tu vida normal'. Eso fue lo que me dijo, pero yo ¿qué certeza, qué seguridad puedo tener?", se preguntó en declaraciones entregadas a Efe.
Leguen asegura que hay que tener presente el tipo de prueba. Las de anticuerpos o serológicas, dice, no se recomiendan para el diagnóstico. Las moleculares, y que conocemos comúnmente como nasales, son más precisas y cuyo resultado "es bastante confiable y no deben dar ese tipo de variación".
De acuerdo con expertos, los falsos negativos o falsos positivos pueden ser causados por errores humanos y no necesariamente por fallas en la prueba misma.
De acuerdo con la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), los laboratorios también trabajan bajo un margen de error, es decir, que ninguna prueba puede ser 100 % exacta, y menos en momentos en que el sistema no da abasto y recibe volúmenes diarios crecientes de pruebas para procesar.