No ignoremos la geografía: Una cuarentena para el Gran Valparaíso
No cabe duda de que la pandemia está redefiniendo nuestra relación con el espacio físico. Se repiten constantemente conceptos como "puntos calientes", "proximidad", "escala", y no se ha podido dejar de pensar en el "dónde". Las autoridades quieren saber dónde está la mayor carga de la enfermedad y las tasas de transmisión. Quieren saber dónde está la escasez de UCI, dónde comprar mascarillas y qué centros de atención primaria cuentan con exámenes PCR para el diagnóstico del COVID-19. Nuestra seguridad ahora depende, al menos en parte, de la geografía. Es por lo anterior que, como Asociación de Geógrafas Chile nos sentimos con la obligación de como mínimo, reflexionar acerca de algunos alcances del virus en las principales ciudades del país, en particular, el Gran Valparaíso.
Durante las últimas semanas, todo el país ha sido testigo de la desconexión del gobierno central con los territorios. Atrasos para decretar la cuarentena en la Región Metropolitana, arrogancia y oídos sordos a profesionales de la salud; atrasos en la provisión de alimentos y ayuda económica; números que no calzan; y, por lejos la peor de todas: el intento de responsabilizar a las y los ciudadanos con una completa ignorancia acerca de la condición de vulnerabilidad y habitabilidad con la que viven. Esta situación, preocupante por sí sola, es el panorama general, el cual se agrava cuando le sumamos la completa desconexión y desconocimiento que el gobierno central tiene con las demás regiones del país. Lo anterior a tal punto de catalogar la actual crisis sanitaria como ¨La batalla de Santiago¨. Vemos esto como problemático, ya que de alguna manera las regiones pasan a ser un imaginario en las políticas públicas dirigidas a paliar los efectos de la pandemia. Son el otro lugar, son la playa, el bosque, son el día soleado, son la segunda vivienda a la que escapa la gente de la capital durante los fines de semana y los feriados.
Desde ya queremos dejar en claro que el concepto mismo de "otro lugar" es una ficción. Es ingenuo pensar en otros lugares como desconectados de nuestra propia geografía y de nuestras propias vidas. Debido al nivel de interconexión con el que nos desarrollamos como sociedad, existen realidades locales que se deben dejar de obviar, ya que la alternativa es continuar lamentando la pérdida de vidas.
En el proceso de distanciamiento social, se hace necesario comprender que la persona acomodada se comportará de manera diferente que aquella que es pobre y que los jóvenes reaccionan de manera diferente que los más adultos. Esto es particularmente relevante en el sistema urbano, ya que en las ciudades si bien todos los grupos tienen acceso a los mismos servicios, estos acceden de manera desigual. Podemos ver hoy en Chile, como el apuro por la comida antes y durante la cuarentena demuestra cuán divergentes son las personas urbanas tanto en el estilo de vida como en sus ingresos. También hemos visto como la tolerancia y aceptación por el otro muchas veces no se relacionan con la disposición a ayudar. Así mismo, existen miles de desconexiones. El gobierno asume un rol de sobrepaso por que hay cosas con las que no quieren lidiar o que sencillamente no quiere ver, por que si no lo ven no tiene la responsabilidad de aliviar.
Es por esto que nos preocupa (pero no nos sorprende) que recién esta semana las autoridades sanitarias "se enteraran" acerca del hambre, la pobreza y el hacinamiento que existe en el sector poniente de Santiago (y aún no sabemos si entienden que esto se replica en todo Chile). Sin embargo, estas condiciones son solo la base de la vulnerabilidad y fragilidad con la que la población chilena debe hacer frente al virus COVID-19. Esto por que, si bien el virus no discrimina, la propagación de la enfermedad y la gravedad de los infectados dependen de sus circunstancias, de dónde viven y de cuán efectivos son los sistemas de salud pública.
Reconocemos que las medidas en un lugar pueden no ser apropiadas en otro, pero esta vez todo indica que este es el momento para una cuarentena en la Región de Valparaíso. Enumeramos algunas de las razones a continuación:
En primer lugar, la vulnerabilidad multifactorial de la población también es una preexistencia y la vulnerabilidad individual, contextual y estructural de la población, configura hoy a la región como un posible ojo del huracán de la pandemia en Chile. El área metropolitana de Valparaíso se caracteriza, por un lado, por la expansión, verticalización urbana y construcciones en altura (y su densificación adyacente). Por otro lado, su morfología urbana se caracteriza por la presencia de asentamientos informales, aglomeración de poblaciones en periferias, cerros y quebradas. Algunas de las familias que viven en estos territorios, se encuentran en condiciones precarizadas en términos de habitabilidad y sin acceso a viviendas formales que cuenten con los servicios básicos necesarios como agua potable y electricidad. Además, las condiciones de habitabilidad precaria de los asentamientos, producto de la falta de políticas públicas y planificación territorial, ha resultado en una mayor exposición a desastres socio naturales, tales como remociones de masa, inundaciones, derrumbes de terrenos e incendios urbanos forestales. Esta inestabilidad ha dejado cientos de damnificados que se enfrentan al covid con una desventaja tremenda.
En esta misma línea, la falta de acceso a un medioambiente libre de contaminación ha aumentado el nivel de vulnerabilidad ambiental y de salud de la población, al contar con zonas de sacrificio que sin duda alguna generan estragos en la condición de salud de la población. Considerando, además, que a la fecha se cumple un año desde el fallo de la Corte Suprema a favor de la población que habita Quintero y Puchuncaví. Un año donde no se ha cumplido ni informado ninguna de las 15 medidas comprometidas para mejorar la calidad de vida de esta población.
La condición socioeconómica y la precarización laboral también son factores de peso a la hora de evaluar la vulnerabilidad frente a la pandemia, ya que, aquellas miles de personas que viven del dia a dia, deben exponerse y arriesgarse a ser contagiado por tener que salir a buscar un sustento económico. Esta misma población es la que menos se beneficia de medidas tan restrictivas como una cuarentena, por lo que es absolutamente necesario velar por que reciban apoyo mientras estas medidas se lleven a cabo. No puede decretarse una cuarentena sin asegurar el alimento y servicios básicos a la población afectada.
En segundo lugar, la Región de Valparaíso cuenta con la mayor cantidad de habitantes (1.815.902) después de la Región Metropolitana, y al ser región vecina, se expone aún más al contagio debido a los altos flujos de personas y trabajadores que se movilizan periódicamente desde y hacia Santiago, principal foco de contagio Covid en Chile. Ciertamente, Valparaíso es el segundo foco de contagio probablemente debido a su cercanía y fácil acceso a la capital, por lo que se hace urgente tomar medidas para restringir este acceso y asegurar a la región con medidas sociales y económicas para sobrellevar un eventual real cierre con Santiago.
En tercer luagar, el sistema de salud de la Región de Valparaíso simplemente no está preparado. De acuerdo con el Colegio Médico de Valparaíso, al 26 de mayo ya se contaba con el 85% de ocupación de las camas UCI. Peor aún, Valparaíso actualmente cubre las demandas de atención hospitalaria de la Región Metropolitana, al estar ésta región ya colapsada. Una eventual aceleración de contagio en esta región puede tener resultados catastróficos no solo para los habitantes de Valparaíso, sino que también para los de la capital, quienes concentran el número de contagios y alarmantes cifras de muertes por COVID 19.
Finalmente, rescatamos algunas de las medidas implementadas por los gobiernos locales. Por ejemplo, el Modelo de Confinamiento Comunitario del municipio de Valparaíso y los cordones sanitarios implementados por la SEREMI de Valparaíso. Sin embargo, estas medidas, si bien han sido conscientes acerca de la peligrosidad del esparcimiento del virus en la región, no han sido suficientes para frenarlo. Se requieren medidas complementarias como la aplicación de cuarentenas.
Hacemos el llamado a las autoridades para que tomen una postura más efectiva en el enfoque de salud pública y hagan lo imposible por frenar el crecimiento explosivo del virus en la Región de Valparaíso. También extendemos el llamado a continuar y a fortalecer la red comunitaria y organizacional en los barrios, porque si bien estamos todas y todos en la misma, cuando un barco se hunde, hay quienes tienen salvavidas y quienes tienen piedras en sus bolsillos.