
Las oportunidades de una crisis inesperada
Pocos discuten la idea que una crisis representa mayor incertidumbre y, por tanto, mayores oportunidades para generar cambios. En este sentido, pueden existir crisis que impulsen saltos civilizatorios y también regresiones o reacciones. Cada uno de estos resultados dependerán de los aprendizajes y decisiones de los actores.
Michel Dobry al analizar las crisis distingue entre aquellas generadas por movilizaciones sociales y aquellas que ocurren por eventos inesperados o resultados no intencionales. En este sentido, se puede trazar una diferencia entre la crisis del 18-O y la crisis por el Covid-19 en marzo de 2020. En ambos casos se trata de crisis políticas multisectoriales, vale decir, que afectan a diferentes ámbitos o subsistemas. La primera crisis fue provocada directamente por las diferentes acciones de protesta social desde el alza de los pasajes del Transantiago en el mes de octubre. La segunda en cambio fue originada por la expansión global de la Pandemia originada en Wuhan y no por protestas sociales. Ambas situaciones, sin embargo, manifiestan una crisis multisectorial, afectando las rutinas de personas que interactúan y son usuarios de múltiples subsistemas.
Una característica que destaca Dorby de las crisis multisectoriales es que los diferentes campos que manifiestan una situación de crisis interactúan entre si generando interacciones e intercambios que modifican la generación de valor en cada uno de ellos. La segunda referencia realizada por el sociólogo francés citado es que tanto en lo analítico como en una perspectiva de la acción política estas crisis deben ser abordadas integralmente como un fenómeno que afecta a una totalidad.
Dicha comprensión sistémica y multisectorial, permite entender a las dos crisis como fenómenos en conexión, en el entendido que el malestar social acumulado que dio origen al 18-O tuvo como factor la desigualdad social que hoy aparece nítidamente exacerbada en las consecuencias epidemiológicas, económicas y sociales de la pandemia. Las asimetrías en la distribución de los costos por las medidas adoptadas irrita mucho más a los sectores de trabajadores y al mundo popular desprovistos de cuidado integral, lo que refuerza la ruptura con la institucionalidad vigente.
Así, esta pandemia, que puede incrementar las asimetrías existentes en Chile también generaría efectos devastadores y perdurables en el tiempo, tanto en la organización de los países como en la orientación de las políticas públicas. Aquellas naciones que han actuado en base a ideologismos de mercado para la gestión de Covid-19, privilegiando consideraciones economicistas, por sobre criterios epidemiológicos, están pagando con vidas dicha lectura. Quedará para la evaluación de los ciudadanos y la opinión pública, en el mediano o largo plazo, la prudencia y racionalidad de los gobernantes y sus coaliciones de gobierno alrededor del mundo, especialmente aquellos que por consideraciones económicas han optado inicialmente por el negacionismo, la tesis del keep calm, o un tono zigzagueante y errático de acuerdo con la evolución de la enfermedad. Estos han sido los casos de Jair Bolsonaro, Donald Trump, Boris Johnson y AMLO entre otros.
Los datos muestran que existe impacto de la expansión del Covid-19 en el apoyo a los líderes mundiales, en especial, desde el 13 de marzo, fecha en la que la OMS determina que se trata de una Pandemia Global. Comparando la variación en los apoyos a la gestión gubernamental de los líderes de las cinco economías más grandes del mundo (cuadro 1), para el periodo entre el 1 de enero al 24 de marzo de 2020, se observa que la disminución de la confianza de los consumidores no se ha trasladado directamente a la aprobación de los jefes de Estado. Si esto continúa transcurriendo así, existirá un espacio de maniobra estratégica para reformas políticas e institucionales relevantes para abordar la crisis en su integralidad.
Pero, también es cierto, que se debe auscultar con mayor perspectiva de tiempo la crisis, los efectos sanitarios, políticos, económicos y sociales de las diferentes decisiones de los gobiernos. Siendo un componente central el papel del Estado en la cuarentena y el aislamiento social.
Cuadro 1. Confianza de consumidores y aprobación Jefe de Estado
[caption id="attachment_360213" align="alignnone" width="735"] Fuente: Morning Consult[/caption]
Del mismo modo, la expansión global del Covid- 19 muestra con nitidez la corrosión de los supuestos ideológicos que caracterizaron a una era, marcada por el libre comercio global, la deslocalización de las cadenas de producción, la creciente concentración y exclusión económica. Momento en el que los riesgos y la inseguridad subjetiva se incrementó, mientras en múltiples casos las democracias se transformaban en oligarquías de facto y regímenes cartelizados donde prevalecía sin contrapesos el poder las elites y las minorías.
En la nueva etapa que vendrá después del confinamiento, cada país tendrá que encontrar nuevas formas de gobernanza entre el Estado, las Comunidades y el Mercado, siendo este último un mecanismo que deberá funcionar bajo regulaciones efectivas, para eliminar efectos políticos, económicos y culturales no deseados. El fortalecimiento del regulador será especialmente importante en las relaciones socioambientales, el funcionamiento de los sistemas de salud y educación, así como en las relaciones laborales y de convivencia. La crisis multisectorial que enfrentará la humanidad, acelerada por la expansión del Covid-19, demandará nuevas maneras de entender el concepto de desarrollo y las identidades colectivas.
Un punto relevante será sin duda la capacidad de aprendizaje y adaptación de las oposiciones democráticas en un momento en el que predominan la fragmentación del progresismo y los llamados a un discurso de unidad nacional frente a la emergencia. Cuál es el espacio político y las oportunidades efectivas en este contexto para construir “oposiciones programáticas” orientado al cambio en las políticas y sin caer en la tentación de la personalización de la crítica como recurso único, descuidando el carácter multisectorial de la crisis. Al respecto, resulta fundamental la generación de plataformas programáticas que constituyan alternativas al modelo de desarrollo capitalista que se ha demostrado frágil e insuficiente para abordar no solo los efectos inmediatos de esta crisis sanitaria global, sino en el caso de Chile, los desafíos de la gobernanza democrática y del desarrollo sustentable y sostenible para las comunidades.
Sin duda, será determinante en esta crisis la reconstrucción de las confianzas en las instituciones y el Estado de Derecho, que permiten una mejor respuesta al problema sanitario y mayor coordinación multisectorial frente a los efectos no deseados y los costos socioeconómicos de las medidas de control.
Los reportes mundiales muestran que la pandemia ha dañado con intensidad los centros productivos neurálgicos, contagiando masivamente a trabajadores y trabajadoras. Con ello aumenta la posibilidad que se agudicen las desigualdades, traspasando los costos a las utilidades, pero por sobre todo a los trabajadores, situación que puede multiplicar los impactos negativos de la expansión de esta enfermedad durante el brote 2019-2020.
Si miramos la historia, sabemos que estas pandemias pueden tener una duración incierta lo que lleva a mirar con atención la evolución de los apoyos de los gobernantes como oportunidad para enfrentar la crisis con miras a cristalizar cambios que humanicen la organización de nuestras sociedades, el funcionamiento de nuestras economías y las creencias y valores dominantes.
Si bien en cierto la encuesta Plaza Pública CADEM y Criteria ha mostrado que el apoyo del presidente Sebastián Piñera ha mejorado levemente, su situación no da para celebrar. No nos confundamos, un respaldo de 21% sigue siendo una aprobación muy baja para cualquier gobierno. Los desafíos políticos para gobierno y oposición en el actual contexto son importantes. Para Piñera el desafío es gobernar una crisis inesperada, desde un sector político que cree poco o nada en el Estado y lo Público, en un contexto que exige conducción Estatal. Para la oposición la tarea principal consiste en recuperar confianzas, superar sus particularismos y fragmentación, realizar los aprendizajes necesarios de la crisis, politizando los desafíos que surgen de ella y por sobre todo cuestionando y transformado el orden vigente.
En el mundo se habla en el actual contexto de un eventual regreso de las políticas de bienestar y del keynesianismo en un inminente cambio de paradigma. El Estado vuelve a parecer como el principal garante para trabajadores y empresarios del funcionamiento de la economía y las sociedades. Para Chile, el desafío es mayor, pues en pocos países el debilitamiento de lo público y la tendencia a la privatización de servicios básicos ha sido un problema sin solución desde el retorno a la democracia en 1990. Pero, como prolongación y profundización de la crisis del 18 de octubre, esta crisis del 18 de marzo podría generar oportunidades mayores para realizar cambios al modelo de desarrollo capitalista y fortalecer la función del Estado y las instituciones públicas.