¿Es la pandemia por Covid 19 uno de los espejos que ha mostrado cómo se comporta tanto nuestra sociedad como nuestros gobernantes de la forma más despiadada posible?

Vemos como las clases online, han sido la solución y el salvavidas para el Mineduc en tiempos de pandemia, sin embargo ha dejado al descubierto la gran desigualdad social que hay en nuestro “Chile moderno”. Los niños y niñas con recursos acceden a las clases online, mientras que los de sectores más vulnerables quedan a la deriva teniendo que asistir a las escuelas de forma presencial en busca de guías para estudiar en su cuarentena.

Poniendo en riesgo no sólo su salud sino también la de los docentes y equipo directivo que están cumpliendo turnos éticos, pero además excluye la realidad de familias que se encuentran en sectores rurales donde no hay internet, ni conexión, ni nada para acceder a las anheladas clases online.

Y es que la desconexión del ministro de educación Raúl Figueroa es tremenda, por un lado, adelantó las vacaciones de invierno con fecha presencial de retorno el 27 de este mes. Poniendo en peligro la salud de los niños y niñas más vulnerables de nuestro país, porque son estos los que probablemente no podrán acceder a un tratamiento adecuado si colapsa el sistema público de salud en caso que aumenten los contagios por Covid19.

En la misma línea, se muestra alejado de la realidad social donde hoy no sólo está en juego la vida y salud de los estudiantes sino también se ve expuesta la desigualdad entre el Chile que puede acceder a una cuarentena y tener a sus hijos con clases online donde exista un aprendizaje pedagógico real y las familias que no pueden acceder tanto por condiciones materiales como por condiciones geográficas.

Así sale a flote el lado más terrible de nuestro Chile, porque hay una clara división de ciudadanos de primera y segunda categoría, donde se pierde el sentido común y queda de lado la dignidad de todos como seres humanos.

La seguridad social, la salud y la dignidad deberían en tiempos de pandemia ser el sentido común de nuestros representantes sin distinciones ni categorías mucho menos desde la infancia.