Ser mujer en tiempos de COVID-19
El coronavirus ha llegado a cambiar la mentalidad del mundo, sin embargo, hay cosas que no cambian, ya que nuevamente existe desigualdad, en este caso, es cómo vivimos y enfrentamos el proceso de pandemia entre hombres y mujeres.
Ya se ha dicho que ser mujer no es un privilegio, ni en este país, ni en esta época, ni en este mundo. Hemos tenido que lidiar con el trabajo reproductivo y el no reproductivo durante décadas, y con roles de género impuestos socialmente como: la crianza de los hijos, los quehaceres del hogar, la alimentación, los roles sexuales y la organización de la vivienda, entre otros. Además, desde el siglo XX, en el que la mujer ingresó al mundo laboral estos roles no han desaparecido, sino que además se han sumado al trabajo “productivo” que hemos desarrollado durante siglos el cual nunca ha tenido la retribución que merecemos, y para variar, ahora tenemos que agregar los cuidados para prevenir los contagios por COVID-19 en los integrantes de nuestras familias. ¿Usted cree que es la mujer la que se tiene que hacerse cargo?, yo respondería que por supuesto que NO, que todos somos responsables de nosotros mismos, pero la realidad es que en una familia donde existe una madre de tres hijos(as), dueña de casa y con un marido a cuesta, ser mujer en tiempos de coronavirus es más que difícil, significa sumarle a todo lo que ya somos y hacemos más responsabilidades, que “ahora” son relevantes porque ponen en riesgo la vida de quienes amamos, es decir, todo lo que siempre hemos hecho continúa pasando a segundo plano y seguimos sumando trabajo no remunerado.
Para contextualizar, las mujeres que trabajan tienen que lidiar con el estrés que significa evitar el contagio y llevarlo a sus casas, la preocupación por sus familias y todos los quehaceres del hogar, también están las mujeres que teletrabajan y que tienen que sumarle a su rol profesional el rol no remunerado de ser la ama y señora del hogar, lo que incluye el cuidado de los niños mientras realizan el trabajo desde el hogar, que es una distinción digna de alabanza, y por último están las que no trabajan por un retribución económica pero tienen a sus hijos(as) todo el día en el hogar, donde tienen que darles de comer, entretenerlos y ahora cumplir con el rol de la enseñanza, me pregunto ahora, en esta simple descripción ¿cuántos nuevos roles llevamos? dos, tres, son demasiados para mi gusto, ¿qué hace una mujer cuando tiene que preocuparse de hasta los más mínimos de detalles?, ¿en qué momento piensa en ella?, ¿en qué momento grita y respira?, ¿qué garantías le da el estado a estas mujeres? un bono de 50 mil pesos por cada carga, algo nefasto, no es suficiente, señora ese dinero no equivale a todo el trabajo que usted realiza diariamente.
El hombre en estos casos, no entiende la carga que hemos asumido intrínseco en nuestro rol de cuidadoras que siempre hemos desarrollado, tenemos infinidad de cosas en las que ocuparnos y, aun así, estamos preocupadas de que cuando nuestro compañero llegue a casa se saque los zapatos, se lave las manos, se saque la ropa, se duche, que previo a lo descrito no toque a los niños(as)… en resumen, limpiar todas las huellas que deja en el hogar. Y tú compañero ¿qué haces para “colaborar”? trabajas responderás, tu compañera también trabaja y ahí está sirviéndote la cena y entreteniendo a tus hijos(as).
Los roles que adquirimos con el tiempo nos hacen súper mujeres, pero la verdad en estos días nadie quiere ser una súper mujer, los niveles de ansiedad aumentan y nos provocan sentimientos de inseguridad y miedo, tememos por nuestros padres, nuestras familias, estamos encerradas y no tenemos la misma libertad que antes de la pandemia, tenemos que pensar todos los días en que haremos de almuerzo y esto se vuelve rutina y nos vamos perdiendo en ella. Ser madre bloquea en algunos casos a esa mujer que llevamos dentro, que tiene pasatiempos y que desea pasar un tiempo reconfortarle con su familia sin tener nada que hacer ese día.
La desigualdad de género suma y sigue, así como hay mujeres que sufren por no poder manifestar sus ganas de hacer lo que quieren, también hay quienes viven en una constante tortura, con miedo, y no al coronavirus, ya que ellas tienen un tipo de virus peor, que vive, duerme y come junto a ellas, este virus las golpea y/o violenta a veces pero siempre “por su culpa”, estas son las mujeres que viven violencia doméstica y que ahora es muy probable que la están sufriendo con mayor frecuencia debido a la proximidad que pueden tener con su agresor, ¿quién se preocupa por ellas?, mujeres que quizás están al borde de la muerte, que día a día aguantan en silencio “por sus familias”, lo más probable es que esa mujer ya no esté.
Ser mujer ya es difícil, y ser mujer en tiempos de COVID más aún, es necesario que tú como hombre te comprometas de igual manera en el cuidado de tus hijos y en los quehaceres del hogar, ya que también es tú responsabilidad, a su vez, es imprescindible fortalecer las líneas de emergencia contra la violencia intrafamiliar y los profesionales que están al tanto de este tipo de violencia mantener un seguimiento de las familias de riesgo. Es preciso también tener líneas de apoyo entre mujeres para llamarnos cada vez que sintamos que ya no podemos más con la cargas impuestas, que nos ayuden a distraernos de todo el estrés que nos incrementa la televisión y las redes sociales, sumado con el que vivimos diariamente.
Mujeraza tu que me lees, yo te aconsejo tirar la toalla, si estás en una situación de violencia denuncia, escapa; si te sientes cansada, tomate tu tiempo y descansa; si tus hijos(as) te vuelven loca es normal, no eres mala madre por necesitar ese tiempo para ti. Mujer, haz todo lo que tengas que hacer para liberarte de las cadenas del patriarcado, grita si es necesario, pero no te pierdas en tu rol de trabajadora y/o madre, disfruta también de tu tiempo y haz lo que creas necesario para estar en plenitud y ser feliz, tómate ese tiempo de reflexión si es que lo necesitas, quédate en casa y vive tu vida, no la que los demás quieren y necesitan que vivas.