Nuevo orden mundial post Covid-19: Comunicación, multilateralismo y cooperación
La comunicación política internacional es fundamental para superar esta crisis multidimensional, porque no se trata solo de informar, persuadir o modelar la inteligencia artificial para respaldar un sistema político ad hoc, sino que de posicionar discursivamente el bien común sin fronteras, con multilateralismo y cooperación centrada en la humanidad. Un trabajo que obliga a repensar el nuevo orden mundial después del Covid-19, con una arquitectura que permita modernizar la ONU, que esté por sobre el Consejo de Seguridad y los cinco furiosos, y sobre los organismos económicos internacionales.
Se trata de instituciones que antes del brote del virus ya habían demostrado su incapacidad, en medio de una guerra mediática constante entre súper potencias y países en desarrollo. Desenfrenados esfuerzos por distinguirse, aislarse y anular al adversario con todos los medios disponibles. Y que en temas sensibles, como el cambio climático, las migraciones, la democratización de la inteligencia artificial y las guerras comerciales, se han diluido.
Lo anterior, sumado a la colisión del sistema internacional, con destacados ejemplos, como la conflictiva relación entre China, Rusia y Estados Unidos. La pugna por el petróleo. Las impensadas diferencias entre Europa y EE.UU. Los desastrosos vestigios de la economía de la guerra. Y el brusco cambio de tono desde China y Estados Unidos hacia América Latina.
Por lo mismo, es el momento de cambiar el relato y poner a la humanidad en el centro de las prioridades de un nuevo orden mundial, concepto utilizado paradójicamente por Henry Kissinger en el libro "La Diplomacia". Hablamos del secretario de Estado norteamericano que abrió las puertas a China al mercado sin cuestionar su modelo político.
Un desafío que debe, en primer lugar, seducir a la humanidad llevándola a abrir los ojos para avanzar en unidad de propósito, encontrar esperanza en medio del pánico por la pandemia y generar un plan político internacional, que permita renovar los actuales liderazgos. Pero tomando en cuenta que la solución no vendrá en ningún caso desde la economía, porque el sistema obliga a los países a competir. Más bien, debe poseer un importante componente político y discursivo con medidas concretas para enfrentar los problemas en forma integral post Covid-19.
Asimismo, desde una perspectiva teórica en tiempos de pandemia, se debe asumir el quiebre o la inconsistencia de varias hipótesis de connotados internacionalistas, con el objeto de dar un salto en materia de comunicaciones.
En ese plano, surge la tesis de Daron Acemoglu y James Robinson, quienes en su libro “El Pasillo Estrecho”, señalan que para que exista libertad debe existir un Estado y una Sociedad fuerte, pero que bajo el Covid-19, deja en evidencia una ecuación imperfecta. Lo mismo pasa con Francis Fukuyama y el Fin de la Historia, porque la supuesta convergencia hacia las instituciones políticas y económicas de Estados Unidos y del liberalismo hace mucho tiempo que se paralizó con el ascenso de China y Wuhan.
Tendencia que también afecta a Yuval Noah Hariri, quien el 2018, sostenía que la tecnología favorecería la tiranía, sin tomar en cuenta que inteligencia artificial y la comunicación hoy salvaría a millones de vidas a espera del desarrollo de la vacuna, generando una escuela para enfrentar el primero de muchos virus y pandemias que podrían afectar a la humanidad.
Situación que contrasta radicalmente con los acertados postulados teóricos de Wallerstein con el sistema mundo y Castells, quienes han expuesto el fracaso del modelo neoliberal en medio de una globalización con multirelatos y que en materia de políticas públicas proponen buscar fórmulas mundiales para enfrentar los dramas de mujeres y hombres. Por ejemplo, activando “el deseo de la solidaridad”, por sobre la “agresividad individualista”, vale decir, que triunfe la paz y el miedo disminuya su intensidad al máximo.
Un discurso político comunicacional que debe ir acompañado de educación de calidad, democratización de las tecnologías de la información, investigación sobre la biopolítica, análisis de la neuropolítica, estudios sobre la post verdad o fake news en la opinión pública, y del desarrollo de una inteligencia artificial al servicio de la humanidad, tal como lo mencionan los informes de World Summit on the Information Society desde 2003 en Ginebra, pasando por Túnez 2005, hasta el 2018 en Génova.
Porque no sirve la inteligencia artificial en manos de gobiernos autoritarios que abusan del control social, ni de gobiernos democráticos liberales que contratan a empresas como Cambridge Analytica para controlar el voto popular e instalar líderes populistas nacionalistas, que comunicacionalmente han establecido como discurso permanente el odio y la inestabilidad del globo, a través de las redes sociales y apps de última generación.
Por esa misma razón, es de primera importancia que el Ministerio de Agricultura deje de ostentar por los medios de comunicación que Chile está asegurado alimentariamente y que explore la cooperación internacional, permitiendo que el Estado anuncie que está listo para ayudar a los países más vulnerables.
Aquello es más positivo que señalar que el Covid-19 es una gripecita, al estilo Bolsonaro, o que los abrazos están permitidos en medio de una pandemia, al estilo AMLO. Es mejor compartir información médica sensible y fijar políticas de salud entre todos los continentes.
Por ejemplo, replicar el modelo irlandés y acercar al Estado toda la infraestructura privada de salud en tiempos difíciles e instalar la solidaridad como palabra clave.
Cumplir la palabra empeñada, vale decir, respetar la Carta de Naciones Unidas y defender los DD.HH. con acciones concretas como el congelamiento de los embargos comerciales internacionales en caso de pandemia, tal como lo solicitó la Alta Comisionada de DD.HH. de la ONU, pues son los pueblos más desposeídos los que sufren.
Potenciar el trabajo multilateral de la diplomacia parlamentaria, que a través del Parlamento Latinoamericano, ya solicitó congelar la deuda externa de los países más vulnerables.
Y que China y EE.UU. asuman su responsabilidad a nivel global sin complejos, y dejando atrás el juego del avestruz.
En síntesis, en el nuevo orden mundial post Covid-19 se debe avanzar con políticas serias de comunicación (en el marco de una revolución digital global), con más multilateralismo y una verdadera cooperación con el foco puesto en la humanidad.