Alejandro Sanz: Quién lo viera y quién lo vio
Martes 25 de febrero de 2020, 9:15 de la noche. Tres cubos de visuales cuelgan del techo del Movistar Arena, cuyas imágenes presentan uno a una la banda paritaria que acompaña al compositor español. Mientras la orquesta se prepara en sus respectivos lugares, Alejandro Sanz irrumpe en medio del grito ensordecedor de un público mayoritariamente femenino; la canción elegida para el arranque es ‘Hoy que no estás’ del disco Más (2006).
Segundos más tarde y después del gran ejemplo de la ya mencionada paridad orquestal, llama la atención la puesta en escena de gran escala. El español no sólo usa los tres telones que suelen montar todos los artistas, uno central y dos ubicados a cada costado del escenario; no, el montaje del madrileño se configura de once pantallas. Sí, once, y cada una de ellas ambienta el escenario con reproducciones asociadas a la estética de su premiado décimo segundo álbum, #ElDisco (2019), junto con otras de un primerísimo nivel técnico encargadas de darle un toque especial a cada canción.
Lo tercero que se roba el interés o más bien, la audición, es el sonido saturado. Con el objeto de entregar una mayor fidelidad en un show que busca impresionar, hay un cruce de límites auditivos que se mantiene a lo largo de todo el setlist, compuesto de singles de su última entrega, donde destacaron ‘El trato’, gracias a los instrumentos de viento que incrementaron su dramatismo, y ‘Los lugares’ donde en la versión original cuenta con la colaboración de Residente. Éxitos del pasado también estuvieron presente, como ‘Mi soledad y yo’, ‘Viviendo deprisa’ o ‘Lo ves’, entre muchas otras.
‘Looking for paradise’, el éxito que popularizó con Alicia Keys, fue el arranque de los duetos que continuaron con Consuelo Schuster en ‘Mi persona favorita’ y luego Francisca Valenzuela en una excelente versión de ‘Corazón partío’, a cargo de bajar el telón de un show que sobrepasó las dos horas.
120 minutos donde la guitarra acústica fue el eje primordial, de vez en cuando con solos aflamencados, instrumento que el rey del Grammy —ha ganado 28— aprendió a tocar a los seis años gracias a la admiración que sentía por su padre y Los Tres de la Bahía, la banda que este tenía. Evidentemente, la cosa aquí es de familia y así quedó demostrado anoche con el protagonismo que tiene su hijo Alexander (17) en el trombón, los coros y la guitarra.
El activismo estuvo presente con un pequeño clip de Greenpeace, pero alusiones al momento que vive Chile no hubo, sí demostraciones de cariño, mímicas donde arrojó su corazón al público y constantes palabras de agradecimiento.
Hace exactos 26 años, Alejandro Sánchez Pizarro debutaba en el Festival de Viña del Mar con un show que lo dejó llorando debido a problemas técnicos, sus instrumentos no se escuchaban y tuvo que improvisar sólo con una guitarra que apenas se escuchaba. Capítulo antagónico al de anoche donde, con un sonido desbordado, entregó un show grandilocuente, con una orquesta de lujo y un éxito tras otro.
Quién lo viera y quién lo vio, ¿no?