El Carnaval de Río de Janeiro comenzó con todo durante el pasado fin de semana. Las ciudad entera vibró todo el fin de semana con los carnavales callejeros, y la noche del domingo las escuelas de samba se volcaron hacia los desfiles en el Sambódromo (nombre dado a las instalaciones destinadas a los desfiles de las escuelas de samba).

En ese contexto una figura de la escuela de samba Acadêmicos de Vigário Geral, que desfiló con un payaso portando la banda presidencial del país, llamó la atención, dado su claro contenido político.

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El hecho es que más allá de este ejemplo particular, el Carnaval de este año ha mostrado más protestas y crítica política de lo habitual.

Y era de esperarse si se considera que esta es primera que las escuelas -cara visible del carnaval de Río hacia afuera- desfilan sin subvención de la Alcaldía, luego de que alcalde y obispo evangélico del Partido Republicano, Marcelo Crivella, decidiera retirar los fondos para esta tradicional fiesta.

Desde que asumió las riendas de la ciudad en 2016, Crivella dejó claro que no simpatizaba con el Carnaval y llevó a cabo un corte progresivo del financiamiento público a estos grupos, que pasaron de recibir dos millones de reales cada uno en 2017 a no contar con ningún apoyo este año.

Un Jesús nacido en la favela, homenajes a indígenas, a artistas negros y a las religiones afro-brasileñas, fueron algunas de las expresiones que dieron cuenta de la respuesta del mundo cultural a un alcalde y a un presidente ultra conservadores.

El historiador y autor de varios libros sobre carnaval, Luiz Antonio Simas, explicó al medio Ámbito que en este carnaval 2020 han aparecido muchos directores jóvenes -precisamente a los problemas de presupuesto- que están haciendo "un carnaval que es arte, que es una fiesta, pero también es un carnaval político, comprometido".