Hernán Baldrich (1939- 28 enero 2020): El rey coreógrafo
Finalmente, quise mucho a Hernán. Fue una inmensa impresión verlo al interior de su departamento con los espejos señoriales, la iluminación, las luces indirectas, la distribución de los parlantes, los querubines dorados y coloridos. El arcángel Michael, mi más querido, Margarite Yourcenar, mi más querida, eran parte del arte de su casa. Lo imaginé mirándose frente al gran espejo y con la música impulsándolo a bailar en la soledad, sin más audiencia que el gran público que quedó en su alma. Lo imaginé hablándole al retrato de su hermosa madre que lo llevó de la mano al encuentro con el arte.
“No quiero retratos, no quiero grabaciones ¿qué me van a preguntar?”, nos repetía cuando llegábamos a entrevistarlo. No esperaba menos de Hernán, quien en un inicio resultó más díscolo que cualquier persona que me haya tocado entrevistar. Las respuestas se le iban para cualquier parte, hasta que capté que “la respuesta” iba envuelta en la primera frase:
-¿faltan espacios para la danza?
-“es angustiante” …Luego seguía hablando de otra cosa
-¿tus obsesiones?
-“La obsesión era danzar”…
Ese encabezado de respuesta valía el tesoro que se dedicaba a ocultar luego con sus circunloquios. Lo demás fue decir lo que quiso o pararse a bailar, mostrar y frasear como un genio loco.
[caption id="attachment_339638" align="alignnone" width="750"] Agrupación de danza Mobile. Memoria Chilena.[/caption]
Pero fue cuando le hablamos de tú a tú, que se entregó a una conversación cercana. Gracias al tú que le habló al yo de siempre, apareció ese Hernán delirante, visionario, el de los vestuarios futuristas y de las danzas originales. El tú funcionó más que cualquier usted, pues creo que es un gesto de profundo respeto ir al ser sin tiempo que nos habita, ese que se olvida de las arrugas o de la piel joven hasta que un espejo las recuerda.
Cierta melancolía se despertó en mí cuando nos fuimos. Hernán quedaba solo en su casa, luego de que habíamos escarbado en sus coreografías, en los recuerdos de sus tiempos de prolífico creador y sobre ese periodo en que ganó premios en Chile y en el extranjero como bailarín y coreógrafo.
Hablamos sobre sus viajes por el mundo que lo llevaron a plasmar todo ese bagaje en la Compañía de Danza Mobile, agrupación interdisciplinaria que dirigió por 16 años y por la cual pasaron decenas de innovadores artistas. Hablamos de los reconocimientos que recibió, entre los que destacan el Primer Premio en el Festival Internacional de Música de Río de Janeiro, en 1963; el Premio de la Crítica de Santiago, en 1964; el Premio Municipal de Arte, otorgado por la Municipalidad de Santiago en 2001; la Medalla Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda en 2005 y el Premio Sello de Excelencia, por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en 2014.
[caption id="attachment_339639" align="alignnone" width="1024"] Hernán Baldrich hacia 1985. Memoria Chilena.[/caption]
Hoy lo despido, a un día de su fallecimiento, recordando esos honores y con una frase que nos dijo y que con Lorena Hurtado destacamos en su capítulo en ese primer libro que escribimos juntas. Frase que creo, marcó su obra, su paso por este mundo y que fue el sello con el cual enriqueció la historia de la danza en Chile:
“Yo me niego a estar viviendo las cosas como se supone que debiera”