China vs. EE.UU: Un mar de dudas en América Latina

China vs. EE.UU: Un mar de dudas en América Latina

Por: Mauricio Burgos | 29.11.2019
Existe un verdadero enfrentamiento de potencias que disputan el poder hegemónico mundial. Y que metafóricamente se podría ilustrar como el choque de dos placas tectónicas frente a América Latina, con una importante posibilidad de provocar más de un terremoto y un tsunami. Y que hoy generan un mar de dudas respecto del estado actual de las democracias en el cono sur, sus economías y el eventual nacimiento de neo-populismos nacionalistas.

Los análisis sobre política exterior no se pueden hacer en blanco y negro, son siempre una gama de colores, emociones y realidades lejos de las teorías conspirativas.

En dicho escenario, Estados Unidos al interior del sistema internacional se ha transformado en un líder indiscutido, y que si bien ha tenido altos y bajos en la historia neo contemporánea, ha demostrado poseer una gran virtud, al crear una “hegemonía sustentable”.

Porque a pesar del sentimiento de algunos gobiernos y adversarios, EE.UU. hasta ahora es el que administra el poder en todos los espectros del sistema internacional. Es más, escribe con detalle cada uno de los relatos de la realpolitik.

De esta manera, se puede constatar con propiedad que todavía la supremacía global del país del norte posee un desarrollo sin comparaciones en el ámbito militar, manteniendo un rol protagónico en la economía internacional, a pesar de la competencia de algunas economías industrializadas. Situación que se suma al arduo y eficiente trabajo para continuar a la vanguardia de las próximas revoluciones en ciencia y tecnología.

Es más, “al año 2025 la economía estadounidense será todavía el doble del tamaño que la de China en términos nominales de producto nacional”, tal como lo sostiene José Morandé en el documento "Hegemonía Global de Estados Unidos en el Siglo XXI. ¿Declinación o acomodo estratégico internacional?".

No obstante, para EE.UU. dicho proceso no ha sido nada sencillo, sino que al contrario, un desafío constante, entendiendo que el nuevo orden mundial surgirá como respuestas a tres preguntas: ¿Cuáles son las unidades básicas del orden internacional? ¿Cuáles son sus medios para interactuar? Y ¿Cuáles son los objetivos?”. Cuestionamientos que fijan un punto de partida para una nación que domina, en buena forma, el arte de gobernar. Y que ya tiene internalizado el surgimiento de otros centros de poder como China.

Pero en el caso de América Latina deja significativas incógnitas.

Por su parte, China está proponiendo un nuevo modelo de relaciones internacionales, erróneamente interpretado según los obsoletos esquemas “occidentalcéntricos”. De esta forma, el gigante asiático está concentrando sus esfuerzos teóricos y prácticos en nuevos paradigmas como: la teoría relacional de las relaciones internacionales; la autoridad humana; el sistema internacional simbiótico y la humanidad de destino compartido. Y desde la praxis, la iniciativa de la Franja y la Ruta (de la Seda) y el Banco Asiático de Desarrollo e Infraestructura, aprobado recientemente por el Senado de Chile.

En esa línea, cobra mucha fuerza el planteamiento de la destacada académica María Francesca Staiano, quien recuerda que fue en noviembre de 2002, en el marco del Informe Político del XVI Congreso del PCCh, cuando el presidente Jiang Zemin predijo lo crítico que sería el período histórico circunscrito entre “los años de 2015 a 2020” al señalar que “el antiguo orden económico y político internacional, que es injusto e irracional”, debería cambiarse desde sus bases. Y las “tendencias hegemónicas y el poder político” tendrían “nuevas formas”.

Por lo mismo, no es difícil comprender que la sociedad internacional está asistiendo a un paulatino cambio conceptual en las relaciones internacionales, con la penetración de definiciones como el principio de una sola China, el mundo armonioso, la cooperación Sur-Sur, Win-Win, y los cinco principios de coexistencia pacífica.

En tanto, respecto de las relaciones internacionales entre China y América Latina se está viviendo un momento histórico, que partió en el año 2008, cuando la potencia oriental publicó su primer documento sobre la Política de China hacia la región, vale decir, los pilares de lo que actualmente es la “asociación estratégica integral” basada en una cooperación de amistad desde un punto de vista político, cultural, económico-financiero, tecnológico y militar.

Acción que se profundizó en noviembre de 2016, con un documento de la política exterior de China hacía América Latina donde se hace hincapié en la globalización y la multipolaridad para alcanzar las difíciles metas de la “paz mundial y el desarrollo común”. Y en la necesidad de “construir relaciones internacionales de nuevo tipo”, con el principio ganar-ganar como núcleo y “para forjar una comunidad de destino compartido de la humanidad”.

En consecuencia, el paradigma sobre la relevancia de América Latina cambia en el concierto internacional. Porque mientras Estados Unidos profundiza una guerra comercial con China, que impacta severamente en la región, China, a través de su consejero de Estado, Wang Yi, plantea que el país liderado por Donald Trump se ha convertido en “el principal factor desestabilizador en el mundo”.

Un conflicto que aterrizado en Chile, tiene como antecedentes la reunión entre secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo y el Presidente Piñera, el 12 de abril de este año, en La Moneda y ad portas del viaje de Estado al gigante asiático. Momento en que la autoridad estadounidense advirtió sobre el peligro de hacer negocios con China “en lugares como América Latina”, porque “a menudo inyecta capital corrosivo en el torrente sanguíneo económico, dando vida a la corrupción y erosionando el buen gobierno". Añadiendo que “China y Rusia aparecen en la puerta, pero una vez que entran a la casa, ponen trampas, ignoran las reglas y propagan el desorden”.

En el registro también aparece la reunión del 21 de julio de 2019 en Buenos Aires, entre el canciller Teodoro Ribera y Mike Pompeo, quien reiteró su preocupación por la posibilidad de que China entrara con fuerza a hacer negocios en Chile y América Latina.

Discurso que fue respondido en portada de un relevante matutino chileno el 28 de julio de 2019, cuando el canciller chino aclaró que era “injusto e inmoral que algunos países abusen de razones de seguridad nacional para poner obstáculos al desarrollo de empresas chinas”. Agregando que Chile ahora era “un socio estratégico integral de China en América Latina y la región Asia-Pacífico”. Relato que prontamente dio paso a una reunión entre Wang Yi y Sebastián Piñera.

Un verdadero enfrentamiento de potencias que disputan el poder hegemónico mundial. Y que metafóricamente se podría ilustrar como el choque de dos placas tectónicas frente a América Latina, con una importante posibilidad de provocar más de un terremoto y un tsunami.

Y que hoy generan un mar de dudas respecto del estado actual de las democracias en el cono sur, sus economías y el eventual nacimiento de neo-populismos nacionalistas.