¿Cuál es el rol de los partidos políticos en el proceso constituyente?
El estallido social, que ya cumple un mes de movilizaciones, no sólo ha dado una extensa visibilización a las injusticias y precariedades que son consecuencia de los más de 30 años del sistema neoliberal chileno, sino que también ha tensionado a todo el campo político por su interpelación al casi inexistente vínculo hacia el mundo social.
Para quienes hemos tenido como horizonte socializar el poder y por consecuencia, asumir el desafío de achicar el espacio que las élites tienen para decidir sobre la vida de las mayorías, estas movilizaciones y su impulso constituyente son, sin duda, un cambio favorable de condiciones para las luchas sociales que han venido dándose hace ya más de una década. Este momento fue antecedido por distintos esfuerzos, que van desde movilizaciones sectoriales y territoriales, hasta esfuerzos emergentes de disputa institucional a nivel municipal, regional, parlamentario y presidencial que, con más o menos éxito, han buscado abrir sus cerrojos propios para dar paso a las demandas sociales y sus protagonistas. Esto último ha sido hasta ahora la principal táctica para abordar el periodo desde la institucionalidad.
Sin embargo, el estallido social nos ha llevado a un nuevo momento político, pues se genera una manifiesta posibilidad, ya no solo de abrir los cerrojos, sino también de ensanchar las vías democráticas en menores tiempos al esperado. Sin duda el acuerdo que posibilita la elección y realización de una Asamblea Constituyente y a su vez, un cambio democrático de la Constitución de Pinochet, nos tensiona como Frente Amplio, pues devela la ausencia de acuerdos suficientes para abordar este momento.
Asimismo, vuelve a surgir la urgencia de abrir espacios para los diversos intereses hoy movilizados. También está la inquietud por los riesgos de exclusión a los que nos ha acostumbrado la política de la post dictadura. De esta forma, se abre la necesidad de responder inmediatamente las siguientes preguntas: ¿cómo mantener el protagonismo social y popular durante el proceso constituyente? ¿Cómo articular un amplio campo social para hacer efectivo este impulso transformador?
Para dar paso a responder estas preguntas debemos, primero, superar las tensiones internas y dar paso a una autocrítica, pues requerimos de la voluntad y diálogo de todas las fuerzas convencidas para erradicar el legado de la dictadura. Para superar este sistema productor de injusticias, necesitamos más que sólo cambiar el texto de la Carta Magna; también necesitamos terminar con la exclusión política impuesta a amplios sectores de la sociedad, lo que significa un cambio en el Estado, para que exprese los intereses populares.
Para este escenario cada fuerza política deberá jugar su rol, pero especialmente las organizaciones y partidos que tenemos origen en los últimos ciclos de movilización. Debemos evitar el denominado cierre “por arriba”, lo que requiere de una doble tarea: ampliar los márgenes institucionales y construir una nueva legitimidad con la ciudadanía movilizada. Hoy también está en juego la reconfiguración del mapa de actorías que participarán de la política en este nuevo ciclo, lo que indica que es el mundo social el que debe protagonizar el proceso constituyente.
A lo largo de todo Chile la ciudadanía nos ha señalado el camino, tomando un rol fundamental. La fuerza creativa expresada en los cabildos auto-convocados no puede estar ausente de los nuevos avances que logren estas movilizaciones. Todos los partidos que tenemos como horizonte la superación del modelo actual, especialmente en el Frente Amplio, debemos revisar cómo hemos hecho las cosas para fijar con claridad un rumbo que nos permita continuar. Es la movilización lo que permitirá seguir corriendo el cerco de lo que es posible en Chile, así que para ser herramientas útiles, los partidos deberán estar en sintonía con el sentir de la ciudadanía.