Pamela Jiles y su análisis del estallido social: "El gobierno apuesta al cansancio y fracasa"
Amiga de los otakus y los "sinmonea", la diputada Pamela Jiles se ha empinado como una de las figuras políticas con mayor conocimiento dentro de la ciudadanía. Tanto su carrera política como periodística han dado cuenta de su lucha contra las injusticias sociales, y solo en las últimas semanas se vio envuelta en la polémica tras protagonizar una interpelación al ex ministro Andrés Chadwick, donde fue atacada por parlamentarias de oficialismo.
Jiles, en una entrevista por escrito con El Desconcierto, da cuenta de su evaluación de lo ocurrido en las últimas dos semanas, y ofrece luces de lo que desde su perspectiva debe comenzar a ocurrir en los próximos días.
-¿Crees que el Estado ha sometido a la población a una violación sistemática de los DD.HH. en las últimas dos semanas?
-Ese es el eje divisorio entre los que buscamos una salida a esta crisis dentro del Estado de Derecho y los que no. Cada vez que una autoridad pública señala que Piñera no ha violado los DD.HH., desconoce que las únicas instituciones autorizadas para dirimir eso son los tribunales de justicia, la Cámara de Diputados, la Corte Interamericana de DD.HH. y la Corte Penal Internacional. Por cierto, los ministros y ex ministros que explicitan su defensa a Piñera en este punto podrán ser juzgados eventualmente como cómplices y/o encubridores de crímenes de lesa humanidad.
-¿Pensaste alguna vez que en Chile volverían a salir los militares a la calle? ¿Qué sentiste cuando los viste?
-Esto yo lo viví en la dictadura, fui prisionera política y torturada a los 15 años. No me mataron porque existía un Comité Pro Paz y un puñado de observadores internacionales que se movilizaron entonces -a riesgo de su propia integridad- para rescatar víctimas. Literalmente... El obispo Enrique Alvear fue a meterse a los cuarteles secretos de la DINA a sacar a los presos. El diplomático argentino Roberto Kozak le quitó una prisionera embarazada que era trasladada en una camilla al propio Manuel Contreras. El embajador sueco Harald Edelstam llevó abrazados a los refugiados desde su embajada hasta la escalerilla del avión que los sacó de Chile para ampararlos con su inmunidad diplomática.
Esas personas salvaron miles de vidas y yo lo viví directamente. Sé, por experiencia propia, que cuando un gobierno le declara la guerra al pueblo, viene una matanza de inocentes a la que hay que interponerse sin reservas. A eso me dediqué desde el primer momento.
-¿Qué piensas del antagonismo ‘gente - fuerzas de seguridad’ que presenciamos día a día en las calles?
-Desproporcionado y criminal. Las personas ejercen pacíficamente, desarmadas, su derecho soberano a la desobediencia civil. Piñera sacó al Ejército a reprimir, fuerzas armadas entrenadas para matar a un enemigo externo. En ese momento, el Presidente sobrepasó la institucionalidad por cuanto los estados de emergencia autorizan a restringir la libre circulación, pero no a atentar contra la vida de los ciudadanos. Piñera declaró la guerra al pueblo desarmado, y puso así en grave peligro la seguridad de la nación.
-¿Qué te pareció el cambio de gabinete?
-Muy poco inteligente. Entregan a Chadwick como una carnada distractora respecto de la acusación constitucional en contra del Presidente. Intentan parar un tsunami social con un enroque de rostros igualmente desprestigiados e ineptos. Es un tic perverso de Piñera creer que puede recobrar control con coerción y operaciones comunicacionales.
-¿Quién es tu favorito de los que entraron y a quién hubieras preferido no ver como ministro?
-Los ministros, en realidad, en esta crisis pesan casi nada. El problema no son los ministros sino el cabecilla. Hay una parte de la derecha, la más pensante, que comienza a allanarse a considerarlo así. El obstáculo para superar la crisis es Sebastián Piñera.
-¿Qué opinas, en particular, del nuevo ministro de Hacienda?
-¿El ministro Di Mondo? Lo vendieron como un individuo de gran sensibilidad social. Una especie de Pilar Sordo que nos daría algo de las sobras. El mismo se describió de cuerpo entero en su primera incursión televisiva al afirmar: “Desde el retorno a la democracia, nunca este país había progresado tanto en lo económico y lo social. Hay gente a la que se le olvida".
[caption id="attachment_322335" align="alignnone" width="757"] Pancartas que hacen referencia al momento en que Jiles junto a otros parlamentarios interpeló al ex ministro del Interior Andrés Chadwick y éste se burló.[/caption]
-¿Y del ministro más joven, Julio Isamit, y sus tweets homofóbicos?
-Se pudrió desde su génesis.
-¿Qué te pareció el nombramiento de Cecilia Pérez como ministra de Deportes?
-Un mal chiste.
-En julio de este año decías sobre el ahora ministro del Interior Gonzalo Blumel que “es un joven bien educado, que canta afinadito, pero al que le ha faltado tonelaje político”. ¿Cómo evalúas ahora sus primeros pasos en su nuevo rol?
-La ineptitud de Blumel es manifiesta, tanto que en materia musical asumió como el sub director de la orquesta del Titanic. Mal, mal, mal.
-Desde tu llegada al Congreso has protagonizado unas cuantas polémicas dentro del hemiciclo. A la ocasión en la que encaraste al diputado Urrutia, por decirles «terroristas con aguinaldo» a las víctimas de la dictadura, se sumó recientemente el episodio en el que mientras encarabas junto a otras diputadas del FA al ex ministro Chadwick, las diputadas Camila Flores y Érika Olivera las agredieron en un intento por silenciarlas. ¿Qué piensas de estos episodios? ¿No te asusta que puedan ser interpretados negativamente por la población? ¿Haces un mea culpa al respecto?
-Esas no son “polémicas” sino acciones políticas concretas que tuvieron un alto impacto social. Hace 30 años la diputada Laura Rodríguez señaló el camino: “de espaldas al Parlamento, de cara al pueblo”. El Frente Amplio llegó al Parlamento con el mandato explícito de impugnar al poder y no acomodarse a sus privilegios ni a sus formas de operar. Es lo que hago en cada uno de mis actos como parlamentaria. No seré parte de ningún silencio, ninguna omisión, ninguna cocina, componenda o negociación con la élite abusadora y corrupta. No me quedo sentada cómodamente en mi escaño cuando un cobarde insulta a las víctimas de DD.HH. amparado en el fuero parlamentario. No contemplo inactiva y cómplice a un ministro indolente que niega su responsabilidad en las muertes de compatriotas. Mientras yo viva, voy a llevar la voz de mis sinmonea hasta que los tengan que escuchar. Y me parece que la población -como usted la llama- ya se ha pronunciado muy claramente sobre mi rol.
-¿Cómo congeniar una clase política al servicio de la sociedad civil y de los más vulnerables con la idea que has defendido de que ‘la política es un espectáculo’?
-Guy Debord define espectáculo como “la relación social entre las personas mediatizada por las imágenes”. Y no es posible un proceso de transformación sin apropiarnos de la epistemología de esas imágenes. Pero, en Chile, la clase dominante es la propietaria y regenta de todos los medios de producción de “cultura”, en el sentido gramsciano. Sin embargo, conocemos la microfísica del poder, es decir, sabemos que aún así es posible actuar sobre ese “escenario espectacular”.
Por ejemplo, el tercer día de esta revolución cinco parlamentarias enfrentamos a Chadwick en el hemiciclo, con unos simples cartelitos. En ese momento todos los medios le bajaban el perfil a la movilización e intentaban criminalizarla, asociándola a “saqueos” y “vandalismo”. Esa mañana había transmisión directa de televisión abierta desde el Congreso, todo el mundo pudo ver la escena de un indolente y ministro socarrón confrontado pacíficamente. Entonces, los matinales y noticieros se dedicaron a coro a descalificar nuestra actitud, repitiendo una y otra vez las imágenes con ese fin. Una y otra vez aparecimos en la pantalla oficialista: nosotras serenas y pacíficas con nuestros cartelitos en la cara de Chadwick.
La histeria violenta de las parlamentarias de derecha. El papelito roto pero vuelto a levantar. La sonrisa desalmada de Chadwick frente a los muertos de su responsabilidad. El espectáculo infiltró al espectáculo, la calle entró en el hemiciclo, se coló allí con toda su fuerza, clara, concreta, pacífica pero decidida. La calle puso los muertos en la cara de Chadwick en una virtual cadena nacional. La suerte estaba echada.
-¿Qué te parecieron las declaraciones de la diputada RN Paulina Núñez que acusó un “montaje” en el caso del observador del INDH que resultó herido con siete perdigones?
-Si los tribunales competentes determinan que Piñera es responsable de crímenes de lesa humanidad, Núñez será susceptible de ser juzgada por complicidad y/o encubrimiento en esos crímenes.
-¿Qué es lo más lindo que has presenciado durante estas movilizaciones? ¿Y lo más feo?
-Hay demasiada belleza en este despertar. Lo más lindo ha sido la lección de rebeldía que nos han dado los cabros chicos que han sido despreciados y bullineados, invisibilizados y acallados; por ejemplo, los otaku, acusados de “ojos de pantalla”, de alienados, de inconscientes, cochinos, ñoños... Y resulta que organizaron una revuelta muy inteligente, nos enseñaron su estrategia de combate alegre y colorida, son valientes, ágiles, se mantienen en la calle sin descanso y nos salvaron a todos.
-En redes mantienes una activa conversación con ellos. ¿Por qué?
-Porque hay que escucharlos y aprender de ellos. Son les, los y las nuevos líderes. Mis nietos otaku, mis monbebe, mis sailor moon, mis narutos, mi k-pop, mis anti-yuta, mis LaCri, mi fleto-power, la disidencia sexual, cabros menores de 25 años conforman el cuerpo de general@s de esta revolución. Con su aprendizaje de resistencia y sus métodos de insurgencia urbana, dirigen esta revolución. Ellos me dicen Abuela Hokage Tsunade, me enseñan a decir ÒwÓ! y llevan carteles con La Abuela a las marchas....Los amo.
[caption id="attachment_322337" align="alignnone" width="521"] Dibujo de Pamela Jiles como "Tsunade Senju", personaje del anime Naruto.
De: @otaku_antifascista en Instagram.[/caption]
-¿Qué piensas de los cabildos autoconvocados que han surgido en torno a un cambio a la Constitución?
-Me parecen válidas todas las formas que adquiera esta lucha, en la medida que surja del propio cuerpo alzado y no sean impuestas por ninguna cúpula. Creo también que hay que ser cuidadosos con el potencial desmovilizador que puede tener una sobredosis de asambleismo. Tal vez por carácter, yo prefiero menos palabras y más acción. Opto por marchar con los otaku o con mi fleto-power, a mandarme un atracón de reflexión, cavilaciones y papelógrafos.
-¿Qué faltó en este estallido social? ¿Qué sobró?
-Viene lo mejor. Creo que no hemos llegado a la máxima expresión de esta desobediencia civil. Los jóvenes otaku, la disidencia sexual, todos los olvidados, se organizan con extraordinaria rapidez, creatividad y efectividad. El gobierno apuesta al cansancio de los movilizados... y fracasa. El gobierno apuesta a negociar migajas con la clase política... y fracasa. Los cabros ya nos enseñaron a saltar por encima de los torniquetes de la élite. Volar hacia el infinito... Puede ser que el estallido tome pequeños recreos, pero será solo para retomar fuerza y volver a irrumpir agigantado, porque esta es una acción de arte nacional y todavía viene lo mejor.
-¿Qué te ha parecido el rol que han jugado los medios en esta crisis?
-Han desinformado, se han cuadrado con los montajes y la criminalización del movimiento, han reinstalado la binominalidad en sus paneles, han sido cómplices activos de las operaciones comunicacionales del gobierno. Incluso han resucitado a personajes como Genaro Arriagada o Gutemberg Martínez en su vano intento de controlar el estallido. Por esa razón, los medios -en especial la TV abierta- es y será uno de los focos principales de la rabia de la ciudadanía. Así como tenemos una clase política que no nos representa, tenemos una TV en la que no nos vemos reflejados. La gente funará a los rostros cómplices, rechazará los paneles binominales, se meterá por las rendijas para condenar a los medios. Los ciudadanos no van a perdonar el triste papel que ha jugado el periodismo en este trance histórico.
-Para responder a este estallido social se ha hablado de una “agenda corta y una agenda larga” de reformas. ¿Cuáles deberían ser para ti las prioridades en el corto y en el largo plazo?
-El gobierno sigue pasmado, haciendo tiempo, apostando al agotamiento de la protesta con “diálogos” falsos en la cúpula. Negoció con parte de la oposición una salida por arriba: el CAE de Desbordes con letra chica, la reintegración en la Reforma Tributaria, separar el proyecto de pensiones y refundir los diez antiguos proyectos de reforma a la Constitución. Todo en manos de la clase política, nada con participación ciudadana. Pero ya no resultó. Este gobierno se acabó en la práctica, está postrado con una enfermedad terminal en última fase, ya no tiene capacidad de gobernar, ni siquiera de reaccionar, menos aún de dar una respuesta a la crisis. Piñera se haría un favor renunciando antes de que se profundice aún más esta revolución y su propio sector le haga un jaque al rey.
-La acusación constitucional contra Chadwick, y una potencial contra Piñera, ¿son prioridades?
-La acusación constitucional contra Piñera es la única salida institucional que veo posible. Además, es obligación de los diputados fiscalizar al Ejecutivo. No es optativo sino obligatorio, y el pueblo juzgará muy duramente a los parlamentarios que están incumpliendo ese mandato soberano.
-¿Qué piensas de aquellos que dicen que tales acciones son desperdicios de fuerza, y que se debe aprovechar el momento histórico para conseguir reformas estructurales que mejoren la calidad de vida de los chilenos antes de perder dichas fuerzas?
-Me parece oportunista y acomodaticio, pero sobre todo ineficaz puesto que no habrá cambios estructurales con Piñera, y quienes colaboran a blindarlo, lo saben.
-También hay quienes no están por la acusación constitucional a Piñera bajo el argumento de que es un presidente elegido democráticamente. ¿Qué le parece esa postura?
-Es llamativo que varios de los que están en esa tesis, sí estuvieron disponibles para el Golpe contra Allende. Ahora se hacen los desentendidos con una herramienta institucional y democrática, ¡rigurosamente democrática! La Constitución de Pinochet contempla la Acusación Constitucional para remover, justamente, a un mandatario que no da el ancho, que ha llevado al país a una situación de desgobierno, que ha puesto en grave peligro la seguridad de las personas, tal cual es el caso. De manera democrática cada diputado deberá votar si Piñera ha quebrantado el orden institucional, ante la atenta mirada del pueblo. Ese es el elemento principal en este caso: las paredes del Congreso ya fueron penetradas por el protagonismo del pueblo. La calle manda.
-¿Cómo evalúas el comportamiento del FA en las últimas dos semanas?
-Al Frente Amplio le corresponde simplemente escuchar a la calle y hacer exactamente lo que nuestro pueblo exige: la salida de Piñera, el llamado a elecciones en el más breve plazo, la convocatoria a una asamblea constituyente con amplia participación ciudadana y, como resultado de esto, el fin del ciclo neoliberal. Un regalo de Chile para todos los oprimidos del mundo.