4 puntos para entender las 40 horas: Guía para principiantes
1. ¿Por qué bajar la jornada laboral de 45 a 40 horas? ¿Esto no destruirá empleos?
La jornada laboral en Chile es muy larga – hasta Rodrigo Vergara (ex Presidente del Banco Central nombrado por Piñera) lo reconoce. Él calcula que acá los empleados trabajan 15% más horas por año que el promedio de la OCDE (la sexta jornada más extensa de los 34 países de la organización). Sin embargo, Vergara argumenta que los países OCDE son en general muy ricos y solamente pudieron financiar una jornada laboral más corta después de haber alcanzado un alto nivel de ingresos per cápita. Pero, en los 7 países OCDE que hicieron bajas legales de la jornada a 40 horas en los últimos 30 años, fue el crecimiento posterior a la reforma el que generó los altos niveles de riqueza que actualmente tienen.
De todas formas, aceptando esta afirmación tan cuestionable de Vergara, la jornada chilena sigue siendo 7% más extensa que el promedio de los países OCDE cuando tenían el mismo nivel de ingresos que el Chile actual, según sus propios cálculos. Entonces, sí hay ingresos para financiar una reducción aquí ahora. Además, sabemos que en Chile los que trabajan más horas tienen más posibilidades de tener síntomas de depresión severa, sobre todo si son mujeres. Entonces, bajar la jornada no sólo es posible sino también deseable.
El gobierno usa la consigna de que este proyecto generaría mayor desempleo como una respuesta estándar a todos los argumentos a favor de la reforma. Entre otras cosas, el desempleo tiene efectos muy negativos en la salud mental, así que bajar las horas no mejoraría el bienestar de los trabajadores si en vez de una jornada de 40 horas terminan con una de 0 horas. Sin embargo, este contra-argumento es muy ideologizado – el gobierno no tiene estudios empíricos al respecto. En un intento de parecer más “serio” y “técnico”, el Ministerio de Hacienda publicó un cálculo diciendo que el proyecto destruiría 303.000 empleos porque aumenta los costos laborales. Viendo este número tan exacto sólo cabe pensar en el gran economista derechista Friedrich Hayek quien dijo “el uso extensivo de las matemáticas siempre impresiona a los políticos que no tienen ninguna educación científica. Es la cosa más cercana al uso de la magia que ocurre entre economistas modernos”. Publicar un cálculo tan poco serio tuvo una sola intencionalidad detrás - intimidar.
Ahora, imagina que eres el dueño de una PyME y contratas a ocho personas a tiempo completo (45 horas a la semana). Luego de esta reforma cado uno de estos 8 empleados trabaja 5 horas menos por semana y entonces te faltan 40 horas de actividades por semana (5 x 8=40). En otras palabras, si suponemos “todo lo demás constante”, la reforma te obliga contratar a un trabajador más a tiempo completo para poder cumplir todas las tareas de tu empresa. ¡Entonces esta reforma tiene un efecto pro-empleo!
Por supuesto que la reforma también tiene un efecto anti-empleo porque aumenta los costos laborales en un 11,1% (para cada trabajador con jornada completa el empleador ahora recibe 5÷45 o 11,1% menos trabajo). Cuando el trabajo es más caro los empleadores comprarán menos trabajo (una de las leyes de la oferta y la demanda bastante obvias). Entonces uno tiene que determinar cuán grande es el efecto pro-empleo versus el efecto anti-empleo. ¡Un estudio de OPES, usando exactamente los mismos datos que el gobierno calcula que la reforma podría crear 235.000 empleos, argumentando que el efecto pro-empleo más que compensa el efecto anti-empleo! La diferencia entre destruir 303.000 empleos y crear 235.000 empleos da una indicación de lo poco preciso que son estas estimaciones y el rol político que juegan los números.
Tanto el cálculo del gobierno como el del OPES asumen, basándose en la economía dominante (neoclásica), que la cantidad total de horas compradas cae por el aumento en los salarios por hora. Otra mirada más heterodoxa nos entrega un estudio del CELAG que asume que frente a un aumento en el salario por hora, las empresas querrán mantener la producción inalterada. Por ende comprarán la misma cantidad de horas pagando extra, con lo que aumentará el ingreso de los trabajadores y el consumo. También exploran la posibilidad de una baja en la cantidad de horas compradas, pero dicen que con mayor ocio se aumentará el consumo de todas formas. Mientras que los estudios neoclásicos examinan los efectos de primer orden en un análisis de lo que los economistas llaman el “equilibrio parcial” (en este caso dentro del mercado laboral exclusivamente), el estudio del CELAG va más allá. Considera los efectos de segundo orden, del aumento en la demanda agregada que afectará el consumo, el empleo y el PIB.
Hasta ahora la única estimación que considera estos efectos macroeconómicos del proyecto de ley es la del CELAG. Ellos calcularon la magnitud del efecto pro-demanda, comparándolo con el efecto negativo de menor inversión, producto de menores ganancias. Además estiman el posible efecto negativo en el comercio internacional (si las empresas chilenas traspasan los costos laborales a sus precios, los productos extranjeros son más baratos, aumentando la importación y reduciendo la exportación). Concluyen que el efecto positivo en el consumo es más grande que el efecto negativo en la inversión y el comercio, haciendo que la economía crezca más con esta medida, generando hasta 37.000 empleos adicionales. Entre la destruir 303.000 empleos y crear 235.000 empleos (números muy altos si uno compara con las variaciones anuales en el empleo chileno) el número del CELAG es probablemente el más convincente. De todas formas, estos son cálculos bastante simples que sólo ocupan los agregados nacionales, sin atender a la especificidad de los distintos tipos de empresa dentro de la economía chilena.
2. ¿Cuáles son los efectos reales de esta reforma para la economía? ¿Bajar la jornada laboral dañará el crecimiento?
No ha sido posible debatir sobre el efecto económico real de esta reforma, producto de la campaña de terror del gobierno. Pero la realidad es que encarecer los costos laborales tiene un efecto que varía de empresa a empresa.
Volvamos al ejemplo de la PyME con 8 empleados. Algunas PyMEs tendrán los recursos para contratar a la persona extra necesaria para seguir funcionando como antes – el dueño simplemente tendría que aceptar recibir menos utilidades. Otras PyMEs podrán reorganizar las tareas de la empresa de forma más eficiente, así que los 8 trabajadores podrían cumplir las tareas que hacían en 45 horas dentro de las 40 (esto es lo que los economistas llaman un ‘aumento en la productividad’). Pero otras PyMEs tienen un margen de utilidad muy pequeño y no van a poder contratar a una persona extra. Además tienen métodos fijos de trabajo, haciendo imposible un aumento en la productividad. Entonces con 8 personas produciendo menos, caerán sus ventas y tendrán que despedir a algunos trabajadores. Evidentemente ver cuál de estas tres posibilidades aplicará a una empresa en particular dependerá del sector económico en que está además de las condiciones macroeconómicas más generales.
Es importante recalcar que, en el contexto chileno, no hay una simple dicotomía entre el trabajo formal (donde la jornada laboral bajaría con la reforma) y el trabajo informal (donde un cambio en el código de trabajo no tendrá efectos). Un 49,2% de los empleados trabajan sin contrato, como independientes o con contratos ‘atípicos’ (como los que boletean). Los efectos del cambio a 40 horas sería menor para estos trabajadores y ellos son precisamente los que están en los sectores de menor productividad. Sumando a esto los trabajadores sujetos al artículo 22 del Código de Trabajo (que establece las jornadas especiales que no tienen máximo legal) es evidente que esta reforma no va a afectar a todos los sectores por igual. De hecho, principalmente va a afectar a los trabajadores en los sectores más productivos de la economía (que son más formalizados) donde sí hay recursos para adaptarse. La gradualidad que se va a añadir al proyecto jugará un papel importante en este sentido.
En términos de las diferencias sectoriales, puesto que Chile es una economía con “heterogeneidad productiva” los efectos de la reforma serán muy diferentes por rama y hace falta un estudio desagregado. De todas formas, sabemos que en Chile existen muchos sectores con utilidades sobrenormales (por encima del margen que gana una empresa perfectamente competitiva). Por ejemplo, en la minería (entre 4,1% y 5,4% de la fuerza laboral) las empresas tienen “rentas ricardianas”. Éstas son ganancias adicionales que reciben por ser propietarios de recursos escasos a los cuales otras empresas competidoras no pueden acceder. Estas empresas privilegiadas sí tienen los recursos para financiar una jornada laboral más corta.
Otro ejemplo de márgenes altos sería en el sector de servicios no-transables, donde no hay competencia de empresas extranjeras y a nivel doméstico el mercado es pequeño y concentrado. La falta de competencia permite cobrar precios más altos y así gozar de utilidades más altas también. El sector retail, no los bienes que venden sino el servicio de venta en sí, tiene estas características (aproximadamente 17% de los empleados en Chile). Otro ejemplo serían los “monopsonios”. Éstas son empresas donde la falta de empleadores alternativos para ese tipo de empleo les obliga a sus trabajadores a venderle sus horas de trabajo a un precio más barato (por debajo del valor de su producto marginal). Entonces estas empresas también tienen utilidades más altas (sobrenormales) y entonces tienen los recursos para pagar mayores salarios sin generar desempleo. En el sector manufacturero por ejemplo (10,6% de la fuerza laboral) se estima que un 25% de las empresas están es esa situación.
Sin duda existen muchos sectores donde hay altas utilidades y una consecuente capacidad de financiar una jornada laboral más corta sin desempleo a través de una reducción en las ganancias. Pero, según las cifras del Ministerio de Economía solo 3,1% de las empresas chilenas (las más grandes) emplean 52,5% de los trabajadores y explican 75,9% de las ventanas. En contraste 52,5% de las empresas chilenas (las PyMEs) emplean 44,4% de los trabajadores pero explican solo 20,4% de las ventas. Estas PyMEs tienen baja productividad, bajas utilidades, y entonces poca capacidad de financiar una jornada laboral más corta.
Pero los bajos márgenes de utilidades de la gran mayoría de las PyMEs no necesariamente implican que este proyecto generará mayor desempleo. El famoso estudio estadounidense de Card y Krueger (1994) indica que incluso en un sector ultra competitivo con márgenes notoriamente bajos como es el de restaurantes de comida rápida, una subida de 18,8% de los costos laborales no aumentó el desempleo. Esto ocurrió porque, al fin y al cabo, las instituciones del mercado laboral tienen poco efecto en el empleo, comparado con otros factores – algo también indicado por el connotado estudio de los países OCDE de Baker, Glyn, Howell, y Schmitt (2004).
En el contexto chileno, una pequeña economía muy abierta al comercio internacional, el proyecto de las 40 horas tendrá un efecto muy menor en el nivel de empleo, en comparación con los vaivenes de los mercados de exportación. Para ponerlo en términos simplistas – con o sin 40 horas, tendremos alto empleo si el precio de cobre es alto, y bajo empleo si el precio de cobre es bajo. Al gobierno le convendría culpar al proyecto de 40 horas por cualquier aumento de desempleo que ocurre, pero el problema real será el modelo de desarrollo chileno – la matriz exportadora poco diversificada que genera estas volatilidades. Lo más importante, en este contexto, es complementar la reforma de las 40 horas con otras políticas públicas orientadas a catalizar la diversificación de la matriz productiva y aumentar la productividad de las PyMEs.
Pensando en esta necesidad de subir la productividad es interesante analizar otra crítica muy bullida a la reforma de las 40 horas – el argumento que el mayor costo laboral incentivará las empresas a reemplazar trabajo por capital, acelerando la automatización. En realidad esta crítica es una razón más para apoyar el proyecto – mayor mecanización y tecnificación del trabajo sube la productividad laboral y genera externalidades positivas de tecnología que aumentará el crecimiento económico (¡aumentando también el empleo!). De hecho, la situación actual hace que las empresas menos productivas tengan menor presión competitiva para hacer inversión productiva, precisamente porque pueden usar la mano de obra barata para esconder sus ineficiencias. Este proyecto cierra esa posibilidad y así gatilla productividad de la misma forma que hacía el renombrado Plan Meidner de la socialdemocracia sueca (también hay evidencia en Chile de que el auge del salario mínimo tuvo efectos pro-productividad similares).
Por otra parte, podrían aplicarse políticas complementarias para asegurar que todas las empresas puedan subir la productividad y así minimizar efectos negativos. Por ejemplo con políticas de planificación sectorial indicativa, donde el Estado apoya con subsidios asociados a requisitos de rendimiento a sectores con externalidades positivas tecnológicas (sectores con mayores posibilidades de crecimiento de la productividad). Dichas políticas fueron claves en todos los casos exitosos de desarrollo económico a través del híper-crecimiento de la productividad. Ignorar estas opciones y decir que la reforma necesariamente va a dañar la economía chilena es tan falso como dar las cifras enormes cifras de empleos destruidos, que son todos parte de la anteriormente mencionada campaña de terror del gobierno.
3. ¿Es inconstitucional la reforma el proyecto de ley de las 40 horas?
Otra arista de esta feroz campaña de terror del gobierno ha sido la absurda idea de la inconstitucionalidad del proyecto de ley, un punto que además ha sido muy mal argumentado. Es cierto que los proyectos de ley que cambian el presupuesto, o que modifican las remuneraciones de la administración pública, son de iniciativa exclusiva del Presidente. Pero esta ley no cambia ninguna partida presupuestaria – no hay ningún gasto público directo involucrado. Tampoco modifica las remuneraciones de los funcionarios públicos porque la reforma solo cambia el código de trabajo que no se aplica a ellos (están regidos por el estatuto administrativo – ver el artículo 1 del título preliminar del mismo código).
Los únicos efectos en el gasto público son indirectos, de la misma forma que podría ocurrir con una a ley que cambia la tipificación de un delito generando la necesidad (indirecta) de contratar más carabineros. Una ley de este tipo evidentemente no es de iniciativa exclusiva - sino los legisladores simplemente no tendrían ninguna facultad de iniciar un proyecto de ley. Si el TC acepta este tipo de argumentación para el proyecto de las 40 horas demostrará que es "la tercera cámara" creada por la constitución guzmaniana para bloquear cualquier cambio al modelo neoliberal.
4. ¿Por qué tanta polémica? El debate soterrado sobre el modelo de desarrollo
La acusación descabellada de la inconstitucionalidad de la reforma de las 40 horas habla de la desesperación del gobierno. Pero tomando en cuenta que el proyecto de 40 horas tendrá efectos bastante menores en la economía ¿Por qué la reacción histérica de la derecha? Vimos en el caso de Croacia, por ejemplo, que se bajó la jornada laboral de 45 a 40 horas en 2014 sin efectos en el desempleo, y además fue una decisión de un gobierno de derecha, fuertemente autoritario y conservador. ¿Por qué el gobierno de Piñera actúa como si este proyecto representa la hecatombe del extremismo comunista? Una parte de esto nos explica nadie menos que Adam Smith en capítulo 8 de libro I de la Riqueza de las Naciones - “Los patrones están en todo lugar en una especie de acuerdo tácito pero constante y uniforme para no elevar los salarios sobre la tasa que existe en cada momento”.
Pero hay algo acá más profundo que la reacción torpe de un gobierno patronal (que se opone a esta reforma, tal como el gobierno patronal de la época se opuso a la ley de descanso dominical en 1907 y 1917). Hay una claridad de parte de Piñera que esta ley tiene un efecto de interpelación política que va mucho más allá de su contenido relativamente moderado e inocuo. En 2011 la propuesta de educación gratuita abrió una conversación en Chile sobre derechos sociales universales. Ahora en 2019 el proyecto de las 40 horas nos abre una conversación sobre los bajos salarios, la falta de negociación colectiva, la falta de diversificación productiva etc. etc. Desde esta discusión se podría masificar una serie de ideas-fuerzas que socavarían aún más la hegemonía ideológica del neoliberalismo chileno. Por eso el gobierno reacciona con tanta agresividad contra este proyecto, y por eso es tan importante que la oposición lo defienda con igual vigor.
CUADRO INFORMATIVO: LA INCÓGNITA DE LAS HORAS EXTRAS
Miembros del gobierno han minimizado los efectos pro-empleo de la reforma argumentando que muchas empresas no contratarán más trabajadores para hacer las tareas que la planta actual no logrará hacer con la nueva jornada, sino que usarán las “horas extraordinarias”. Ésta es una figura legal del artículo 28 del Código de Trabajo donde se establece que aquellos trabajadores que sí están sujetos a la jornada laboral máxima igual pueden trabajar una cierta cantidad de horas que exceden este máximo. Según el artículo 31 esta jornada extraordinaria puede ser hasta 2 horas adicionales por día. Pero la remuneración para una hora extra tiene que ser 150% del sueldo ordinario.
Frente a la encrucijada de la reforma, las empresas que decidieran más usar horas extras lo harían porque los costos de emplear a nuevos trabajadores (costos de búsqueda, de capacitación etc.) serían más altos que la sobrecarga salarial de 50%. Además, según el artículo 32, sólo se puede utilizar estas horas extras por una situación temporal de la empresa (por un máximo de 3 meses pactado si hay acuerdo mutuo). Entonces, cualquier empresa cuyo total de horas hubiera bajado lo suficiente con la reforma para necesitar un nuevo trabajador tiempo completo (8 personas) o a tiempo parcial (máximo 6), tendría que burlar la ley, haciendo estas horas extras no-temporales. Tener costos de emplear tan altos como para justificar esto parece un escenario que aplicaría a pocas empresas.
Es imposible saber cuántas empresas ocuparían la opción de “horas extras” como una alternativa a la contratación de más trabajadores. Pero podemos tener una indicación viendo el porcentaje de empleados que actualmente trabajan por sobre la jornada máxima legal actual (45horas) vía horas extras. Según la ENE (Encuesta Nacional de Empleo) que es una encuesta trimestral a 36 mil viviendas del país, un 56% de los trabajadores están regidos por el código de trabajo que la reforma de las 40 horas busca cambiar. De estos 56% un 17,1% trabajan jornadas laborales de más de 45 horas:
Fuente: ENE 30 agosto 2019
Sin embargo, no podemos asumir que todos estos 17,1% están haciendo una jornada laboral permanente de más 45 horas usando horas extras (la así llamada jornada extraordinaria). Algunos van a estar con una jornada excepcional. Esto no es lo mismo que una jornada extraordinaria sino que son trabajos donde, según artículo 22, no hay una jornada máxima legal.
La ENCLA (Encuesta Laboral) una encuesta trianual a más de 3 mil empresas alrededor del país nos da tiene información sobre esta diferencia. Lamentablemente, las cifras más recientes que tenemos de aquella encuesta son de 2014. Según la ENCLA 2014 solo un 8,9% de las empresas ocupan las horas extras de forma regular. Además un 8,7% de los trabajadores están con jornadas excepcionales (sin límite máximo legal). Aunque estos números no son comparables dan indicaciones que las horas extra de forma regular como una alternativa a la contratación de nuevas personas no va a ser tan extensa.