Acusación contra Bachelet: la vieja estrategia de personalizar un asunto sistémico

Acusación contra Bachelet: la vieja estrategia de personalizar un asunto sistémico

Por: Francisco Mendez | 22.09.2019
Bachelet es una persona de izquierda, el objetivo de quienes tiraban sobre ella un dedo acusador era dejar en evidencia que esto de pertenecer a fuerzas progresistas es un engaño. Como ellos, los pertenecientes a esta derecha cada vez más inquisidora, en cambio, son fervientes adherentes y fanáticos del capitalismo en el que nos movemos, sus acciones-según creen- están más regidas con la moral que las de quienes cuestionan el sistema imperante. Por lo que, si es un adversario político, y más encima dice representar al sector antagonista, hay que tratar de levantar un caso de corrupción para inhabilitarlo. Así pasó en Brasil.

Esta semana, y luego de que el empresario brasileño Leo Pinheiro-expresidente de la  constructora OAS- afirmara que la empresa que lideraba entregó el equivalente a 100 millones de pesos a la campaña de Michelle Bachelet en 2013, los comentarios no se hicieron esperar. Apenas se supo la información, los adversarios políticos de Bachelet- en particular esa no tan nueva derecha gritona que cree ser algo novedoso- salieron a exigirle explicaciones con un tono de pureza moral muy conveniente en días en que los casos específicos son más sabrosos que cuestionar las lógicas sistémicas.

Ya que, al igual que Lula Da Silva, Bachelet es una persona de izquierda, el objetivo de quienes tiraban sobre ella un dedo acusador era dejar en evidencia que esto de pertenecer a fuerzas progresistas es un engaño. Como ellos, los pertenecientes a esta derecha cada vez más inquisidora, en cambio, son fervientes adherentes y fanáticos del capitalismo en el que nos movemos, sus acciones-según creen- están más regidas con la moral que las de quienes cuestionan el sistema imperante. Por lo que, si es un adversario político, y más encima dice representar al sector antagonista, hay que tratar de levantar un caso de corrupción para inhabilitarlo. Así pasó en Brasil.

¿Por qué es tan fácil hacerlo? Simple, porque el significado de la corrupción está totalmente despolitizado, lo que ha llevado a que se le quite el contenido ideológico a lo que es ser corrupto o haber caminado por los pasillos del poder. ¿A qué me refiero? A que se pasa por encima del hecho de que el capital esté por sobre el ejercicio de la política, es el triunfo de este sobre la institucionalidad democrática. No es solamente una acción malvada de alguien en específico, sino que también el resultado de la compra de los símbolos republicanos por parte del poder económico.

Esto, obviamente, es preferible no explicarlo, porque desarrollar definiciones demasiado sesudas, sobre todo en una época en que todo es instantes y sensaciones, no trae beneficios. Y es que nadie quiere escucharlas. Todos quieren buscar rostros más que identificar ideas y a quienes las ponen en acción. Es más fácil culpar únicamente a los que recibieron dinero-y vaya que son culpables- que preguntarse por los que vieron en la debilidad democrática, la mejor oportunidad para legislar sin haber sido votados por nadie.

Con esto no pretendo culpar o exculpar a Bachelet-más aún cuando no se sabe si es cierto o no lo que se dice-, sino poner énfasis en que hay una hegemonía ideológica que ha permeado a toda la llamada clase política, y que ha sido lo suficientemente inteligente como para desclasificar cierta información solamente cuando se trata de personeros de izquierda. Es decir: se ha querido culpar a algunos, debido a su proveniencia ideológica, de haber traicionado sus ideales al haber hecho lo que se debe hacer debido al nulo contrapeso entre las instituciones y un empresariado cada vez más empoderado.

Es cosa de leer los medios de comunicación y cómo  se explican estos casos cuando se refieren a Bachelet, o a cualquier persona de izquierda, y cuando quien está siendo investigado es Sebastián Piñera acá en Chile. Si se trata de alguien que pertenece a la ahora oposición, parece haber algo más fuerte que un peso judicial; hay más bien un peso moral y ético que cuando se trata de Piñera. ¿La razón? Porque el nulo compromiso ético  o el constante oportunismo del mandatario, son vistos como virtudes cuando funcionan de acuerdo a lo que la lógica del mercado indica; cuando alguna vez osaste cuestionar esta lógica, por el contrario, eres el responsable de su funcionamiento. Es una buena forma de despejar el camino responsabilizando a tu adversario de lo que tú creaste.