Fiestas Patrias: soy superficial, pero al menos no soy fome (y no obligo al resto a serlo)
En estas fechas muchos humanos se ponen buenísimos para tontear al resto: “uy, en septiembre les aflora este nacionalismo cuma pasao a carrete, se toman todo el copete y se comen todos los choripanes mientras el empresariado privatiza el país y la clase política se pela la plata”.
Ya.
Me parece maravilloso que pongamos en tensión las costumbres arraigadas en nuestra sociedad con las infinitas injusticias que soportamos día a día, sin embargo se me hace curioso andar subestimando al resto, suponiendo que somos todos tan básicos e ingenuos, que no tenemos la capacidad de percibir cómo el capitalismo nos tiene hasta el pico, y aun así, al mismo tiempo - querer comernos una empanada, tomarnos un terremoto, reírnos con nuestras amigas, abrazarlas, darle besitos a un niño lindo, bailar reggaetón pegados, aprovechar que no hay que ir al trabajo, ser en definitiva, un poquito más felices.
Esta misma energía pedante aflora cuando se muere un cantante famoso: loco, si el cancionero de Camilo Sesto me emocionaba, si al cantar “siempre me traiciona la razón / Y me domina el corazón / No se luchar contra el amor” siento que se cuenta un poquito de mi historia, está bien. Sigo consciente de que hay noticias más importantes, se perfectamente que el amazonas está en llamas, y aun así, decido darme un tiempo para leer noticias de Camilo, escribirle un post/homenaje en instagram, escuchar y llorar sus canciones.
Cuando gana Chile, es lo mismo. El fútbol que por tanto tiempo estuvo asociado a mis peores momentos en el colegio, a sentirme completamente vulnerable, como supongo ya les pasó a muchísimos niños que crecieron siendo gays, se ha convertido en estos últimos años en sinónimo de alegría: es el momento en que me junto a tomar cerveza con mis amigas lesbianas pichangueras que se me hace difícil - por las complejidades de la vida- ver el resto del año. Cuando Chile gana, y nos reunimos en algún bar a tomar, donde ellas me cuentan de sus pololas y yo les cuento de mis pololos, nadie olvida por ningún momento la cultura homofóbica que históricamente asociada a las hinchadas: simplemente es una excusa para vernos, querernos y pasarlo bien.
En esa misma línea están quienes piensan que uno es hueón por estar a favor del matrimonio gay: inmediatamente uno se convierte en un títere del sistema que avala la heteronorma institucional y no po, uno solo quiere que un derecho que existe este ahí para todos y que cada uno pueda ser feliz del modo que se le pare el hoyo: si la felicidad para ti es casarte con un rubio y tener mil hijos rubios me parece la raja, hazlo, que nadie te venga a imponer una forma correcta de ser cola.
Este 18 pretendo perrear y tomarme unos terremotos, teniendo plena consciencia del machismo existente en las letras de la mayoría de los reggeatones y de la inmensa cantidad de vidas que ha destruido el alcohol. ¿Saben por qué? porque pese a lo horrible del mundo me merezco y por sobre todo quiero ser feliz.
Lo dijo antes y mucho mejor que yo Pedro Lemebel, refiriéndose también a las Fiestas Patrias: “La gente merece celebrar, porque este país no tiene carnaval. La gente se merece comer su pedazo de carne, a mí eso me encanta, las poblaciones, esas humaredas en los patios, ese olor a asado. Si bien es cierto yo no tengo mucho que ver con los nacionalismos. La bandera dejó de emocionarme en la dictadura, lo mismo la canción nacional. No tengo nada que ver con eso, pero sí me gusta ver a la gente pobre y sencilla feliz. Porque este país ha sufrido mucho. En ese sentido esta fiesta me causa ese placer. nada más. El resto hay que tomárselo y comérselo”.