Gobierno locales y participación de mujeres
Cuando hablamos de participación, en específico de participación de mujeres, reconocemos que tanto los partidos como las instituciones y toda nuestra cultura se encuentran permeados por una lógica patriarcal, en la que son los hombres quienes lideran los procesos, siendo referentes y únicos protagonistas de la historia. Es esta lógica, la que diversas movilizaciones feministas han cuestionado con fuerza, profundizando así la lucha iniciada hace muchos años por la incorporación de las mujeres y diversidades sexuales en la política, buscando que lideremos los espacios de los cuales hemos sido históricamente desplazadas. Queda mucho trabajo aún para lograr radicalizar la democracia e impugnar lo establecido; es aquí donde creemos que empieza el verdadero desafío. Nuestra intención con esta columna es posicionar en debate una propuesta del cómo ir más allá, en el marco de las disputas de los gobiernos locales que se aproximan en 2020.
Nos parece fundamental reconocer el rol de los municipios como espacios en los que se puede hacer efectiva la participación de los territorios, logrando que la institución pueda elaborar políticas para responder a las necesidades de su comunidad. Es en este nivel donde es posible el encuentro de la sociedad civil y sus representantes, a través de un diálogo que tenga como resultado políticas públicas apegadas a la realidad territorial, medioambiental, económica, cultural, entre otras variables contextuales de cada ciudad, para aprovechar al máximo cada potencial que permita hacerle frente al escenario actual que solo ha profundizado y creado mayores desigualdades en razón al género, la orientación sexual, etnia, raza, nivel socioeconómico, etc.
Un municipio que no sabe a quiénes gobierna, no sabe cómo hacerlo y está destinado a (re)producir escenarios de violencia institucional. Creemos firmemente que existe una deuda con la participación en estos espacios, ya que hoy la legislación sólo contempla instancias consultivas, dejando de lado instancias de participación real y vinculante. Por lo que, al existir esta carencia de opinión ciudadana, se nos sigue marginando de la planificación de nuestras ciudades, donde los beneficios del supuesto “desarrollo económico”, se traducen en devastación de ecosistemas y precarización de la vida.
La participación debe dejar de ser algo cosmético y pasar a ser un proceso donde en palabras de Fernanda Palacios: “todos los cuentos cuenten” (Reproduciendo desigualdades en los procesos participativos: una revisión desde la perspectiva de género), introduciendo metodologías participativas, que logren incorporar trayectorias y subjetividades de quienes también habitamos los territorios y que hemos sido invisibilizadas en la gestión de su “desarrollo”.
Así, es necesario comenzar a revisar cuáles son los modelos con los que se elaboran nuestras políticas públicas, sus orientaciones y objetivos para lograr develar por qué no son representativas y efectivas. Poder participar en las decisiones de qué se gasta, para qué y cómo, el derecho a crear nuestras ciudades, nos permite proyectar y decidir nuestro futuro.
Será entonces la participación efectiva, la transparencia en la gestión, y un municipio que se ponga al servicio de sus territorios, lo que aportará a transformar nuestro sistema político y nuestra democracia, materializando las condiciones de un buen vivir. Los feminismos son una perspectiva emancipadora que no le pertenece solamente a un género, pertenece a todas aquellas corporalidades que han sido excluidas, negándoles el derecho a habitar espacios seguros, por lo que la estrategia debe ser para el 99% y no detenerse con ver a las mujeres representadas en la cima de la sociedad, sino involucrarse en la lucha por la justicia social, articulando las diversas luchas de nuestros territorios.