No hay reales diferencias entre los Kast ni es cierto eso de las “dos derechas”
El lanzamiento del Partido Republicano de José Antonio Kast estuvo en todos los medios hace unos días atrás. Diarios, portales y canales de televisión, destacaban el conflicto entre dos derechas que se desataba con la nueva colectividad del eterno candidato presidencial. Según decían, había dos almas en pugna por el poder y el relato del sector gobernante. Y esto podía representarse en la familia Kast; en el tío conservador y el sobrino “liberal”, los que daban cuñas muy sabrosas para mostrarnos las “fisuras” ideológicas al interior del sector.
Felipe, como siempre, apelaba a los acuerdos, hablaba de la Concertación como si fuera un gran ejemplo para su carrera política, y llamaba a su tío a terminar con la estrategia de confrontación que estaba explotando para obtener ganancias comunicacionales. Lo importante era no darle puntos a una oposición inexistente y solucionar sus problemas mediante el debate.
José Antonio, en cambio, decía pertenecer al “partido del sentido común”, como también ser el gran defensor de un programa que, a su modo de ver, se estaba botando por la borda por darle en el gusto a ese bloque opositor que, al igual que su sobrino, veía curiosamente muy fortalecido. El hermano de Miguel Kast, hablaba de un gobierno blando que estaba cediendo ante liberales, entre los que se encuentra Felipe, que estaban desviando el foco del objetivo de la derecha, que es solucionarle los problemas concretos a la gente y garantizarles la “libertad” de elegir.
Periodistas “especializados” disfrutaban con este encontrón familiar. Claramente era el debate que la derecha necesitaba para mostrarnos su “diversidad”. Mientras unos se codeaban con un pinochetismo que quería hablar fuerte hace años, otros preferían cubrirse con el manto democrático que toda referencia a la lógica de la transición aún, curiosamente, los blinda.
Pero todo esto no era más que un espectáculo en una familia en la que los niños quieren separarse de los adultos. Por más que estéticamente algunos luzcan más “light” que otros, y tengan amigos homosexuales, lo cierto es que, en lo fundamental, estas supuestas “dos derechas” siguen siendo una sola. Una sola manera de ver la estructura de poder, el manejo del capital y la concepción de la “libertad de elección”, esa en que el Estado debe hacer oídos sordos en el momento en que se requiere de él para garantizar grados de igualdad que hagan posible esa idea tan manoseada. Porque involucrarse sería autoritario. Y a ellos solo les gusta el autoritarismo del mercado desregulado.
Es cuestión de ver de ver la posición de los dos Kast ante las AFP. Si es que uno revisa las declaraciones de ambos, en ningún caso parece haber una diferencia esencial. Los familiares han dicho oponerse a la idea de un ente estatal que pueda manejar el famoso 4% en disputa en la reforma de pensiones que no reforma nada. En cuanto a cómo el Estado debe tratar el grave problema político de La Araucanía, tampoco se diferencian mucho. Si bien Felipe florea sus dichos con el ya mencionado llamado al diálogo, lo concreto es que, al igual que José Antonio, ha exigido mano dura en el sector, incluso al límite de pedir más dureza e intervención militar. Ese es otro autoritarismo del que disfrutan.
¿Y en el aborto? Bueno, en este tema el sector muestra su uniformidad. Aunque Evópoli diga vestirse con ropas más sueltas y liberales, piensa igual que la UDI, RN y el nuevo Partido Republicano. ¿La razón? Tal vez tiene que ver más con asuntos de clase que cualquier otra cosa. Al legalizar el aborto en todas sus formas, también se accede a una cierta igualdad entre clases adineradas y pobres. Es decir, el Estado les garantiza a todas no solo el acceso a tener cierto control sobre sus cuerpos, sino también sobre sus vidas. Porque, aunque la aparente liquidez de la modernidad actual intente camuflarla, la lucha de clases, aún, cruza todo.
En materia de matrimonio igualitario claramente hay diferencias, pero estas son más que nada un asunto de edades y amistades. Felipe Kast y Hernán Larraín Matte, como buenos “jóvenes” de un conglomerado de clase como es Chile Vamos, defienden esta iniciativa porque tienen amigos que salieron del clóset y quieren casarse. Porque la derecha nunca visualiza el país más allá de sus intereses, su círculo cercano y sus amistades. Por lo que insisten en esta medida necesaria, pero principalmente impulsada por una elite que tiene los recursos para casarse, mientras aún hay homosexuales que son golpeados y matados en las periferias del país.
Por lo expuesto, es importantísimo entender que, en lo esencial, la derecha es la misma. No existen derechas como sí existen y han existido siempre en Chile dos o más izquierdas. En Chile Vamos y sus alrededores hay acuerdos básicos que no se mueven, que son férreos y que, ayudados por los llamados temas “valóricos”, lucen matizados. Pero no hay matiz alguno. No existe tal diferencia entre los Kast.