127 segundos de terremoto en Perú
Me despertó el terremoto en el piso siete de un edificio de Lima, Perú, a las 2:41 de la madrugada. Nos quedamos en silencio a oscuras mientras se movía la tierra y pensé que pasaría rápido, como muchos temblores que hemos sentido en un año y medio de viaje por Latinoamérica y que asustan a todos y todas menos a nosotros, los chilenos, los que estamos acostumbrados a estos movimientos por vivir en el cinturón de fuego del Pacífico.
Jactándome de esto una vez lo mencioné, pero me contestaron sabiamente que el miedo no es solo por el movimiento, sino por la destrucción que puede provocar en países con construcciones que no están diseñadas para resistir sismos y donde una gran cantidad de casas son aún de adobe o material ligero. Ahí caí en cuenta de que el miedo sí tenía lugar y comencé a sentirlo.
El terremoto de esta madrugada en Perú tuvo su epicentro en la Amazonía, al noreste del país, en Loreto, a once horas y media en auto desde la capital Lima, pero no lo sabíamos aún. El movimiento no paraba y nos jalaba cada vez con más fuerza ¡se nos hizo eterno! Prendimos la luz, se levantaron nuestros amigos de la casa y mi compañero me dice “esto se va a poner más fuerte”, recordando el terremoto del 2010 en Chile que pasamos en Quillota y que fue casi a la misma hora, donde los 7 grados nos impedían mantenernos en pie. Eso era suave para los 8.8 grados registrados aquella vez en el epicentro.
La de anoche fue la misma sensación de hace nueve años, esa en la que tienes tiempo de pensar qué harás si se pone peor, dónde están tus zapatos, lamentar no haber llamado a tu madre ese día y terminar asumiendo que no podrás hacer nada para salir del séptimo piso del edificio. Yo trataba de mantener la calma, pero comenzaba a ver caras de horror y me inundó el miedo también. 127 segundos eternos en este país que está sobre el mismo cinturón de fuego que Chile.
Siempre he pensado que en la cama los sismos se sienten más fuerte, se agudizan los sentidos y se perciben los distintos movimientos e intensidades, algo que no me alerta tanto en Chile sabiendo que va a terminar pronto y que las casas ya han resistido varios de mayor intensidad. Y esta noche, antes de que diera un remezón más duro, se acabó. Busqué en internet de inmediato y nada. A los cinco minutos ya informaban los medios de un terremoto grado 7. Luego se corrigió a 7.5 y finalmente a 8 según el Instituto Geofísico del Perú (IGP).
El presidente de Perú, Martín Vizcarra, dijo que es el terremoto más fuerte en los últimos 12 años y que afectó a ocho regiones del país. Se sintió también en Brasil, Ecuador y Colombia. Los medios informan que hay un muerto producto del desprendimiento de una roca en el distrito de Huarango, en la región de Cajamarca, y once heridos, y que un puente colapsó en la vía Yurimaguas y Tarapoto. Para mi tranquilidad, leí que los terremotos que ocurren en la Amazonía (que ocupa casi el 60% del territorio del Perú) suelen suceder a gran profundidad, lo que aminora el poder de destrucción, pero amplía la onda sísmica.
No puedo dejar de pensar en todas las veces que he recibido llamadas de mi madre preguntándome si estoy bien, la imagino viendo las noticias y sintiendo ese calor y electricidad que la recorre. Y es que en esta gira musical con nuestro Dúo Manzanares, que nos ha llevado por once países del continente, hemos estado muy cerca de grandes eventos: los dos terremotos de México, el huracán que casi pasa por Mérida en el mismo país, las turbias elecciones presidenciales de Honduras que provocaron enfrentamientos de civiles y policías por denuncias de fraude, las protestas en Nicaragua contra el gobierno de Daniel Ortega, el carro bomba que explotó en una escuela de policía en Bogotá y el inminente golpe de estado que sonaba fuerte en Venezuela impulsado por Estados Unidos. Siempre cerca, siempre un respiro después del mensaje que dice “estoy bien mamá, no te preocupes”.