Entérate: Gracias a las AFP, hoy somos un 27% más miserables que ayer

Entérate: Gracias a las AFP, hoy somos un 27% más miserables que ayer

Por: Richard Sandoval | 04.05.2019
Hoy conocimos que las ganancias, las utilidades de las pensiones en las que cotizamos obligados, sin posibilidad de elegir otra forma de ahorro, subieron en un cien por ciento en el primer trimestre del 2019. Sí, mientras hoy, joven de treinta años, te enteras que eres un 27% más miserable, los que tienen tu plata son un cien por ciento más adinerados; gracias a las comisiones, gracias al “crecimiento en la masa imponible de la cartera de cotizantes”, como dijo la AFP Provida, que ganó un 234% más.

¿Sabías que las AFP tuvieron que hacer nuevas estimaciones sobre cuál será el monto de tu pensión, cuando te jubiles en varios años más? ¿Sabías que esa nueva estimación, exigida por el Estado, develó que si tienes 30 años tu pensión, cuando te jubiles a los 65, será un 27% más baja de lo que te decían que iba a ser ayer? Hoy, los que tenemos treinta años, somos un 27% más miserables que ayer, gracias a las AFP. Hoy usted, mujer de cincuenta años, es un 11% más miserable que ayer. Porque así lo proyecta su AFP, obligada por la Superintendencia a ajustar su cálculo, a reconocer que las rentabilidades de las inversiones en empresas, en las bolsas del mundo van a la baja, y seguirán a la baja, y aunque aumente la cotización, con cargo al empleador o a quien sea, las pensiones seguirán yendo a la baja porque quien finalmente dictamina cuánto plata recibirás a fin de mes luego de dejar de trabajar es la rentabilidad, una rentabilidad que comenzó en un 12 por ciento en los años ochenta y que en la década presente acumula un promedio anual de 3,7%. Nos estamos yendo a pique, y hoy, con el informe de las nuevas estimaciones, nos reconocen un poco que nos seguiremos yendo a pique; y que incluso si llegáramos a imponer a un 18% apenas alcanzaría para cubrir las miserables pensiones que hoy tienen a ancianos sobreviviendo con hambre y frío en el invierno, sin gas ni mercadería ni plata en la tarjeta BIP para ir al consultorio.

Todo, mientras a la vez conocemos, en este mismo día, que el negocio va viento en popa, formidable, increíble para los dueños de nuestra plata, para las AFP que apuestan el dinero de nuestro trabajo por el mundo. Hoy conocimos que las ganancias, las utilidades de las pensiones en las que cotizamos obligados, sin posibilidad de elegir otra forma de ahorro, subieron en un cien por ciento en el primer trimestre del 2019. Sí, mientras hoy, joven de treinta años, te enteras que eres un 27% más miserable, los que tienen tu plata son un cien por ciento más adinerados; gracias a las comisiones, gracias al “crecimiento en la masa imponible de la cartera de cotizantes”, como dijo la AFP Provida, que ganó un 234% más. Gracias a nosotros, que somos la bencina del motor de sus Mercedez Benz; nosotros, que les alimentamos el mejor negocio de la historia, una vida fastuosa, mientras nos enteramos que nuestro camino a ser viejos pobres hoy es màs cierto que ayer. Y con sus ganancias pueden hacer lo que quieran, como dijo el economista Andrés Solimano, porque pasa a ser su plata, una plata que nosotros les entregamos vía comisiones para que administren la miseria que nos devolverán en el futuro.

Es así como avanza nuestra democracia corrompida en su nacimiento, una democracia que nos mete obligados a las AFP que se hicieron un lugar en la dictadura de la tortura y la violación; haciendo más ricos a los ricos, y condenando a más pobreza a los que ya son pobres y a los que no lo son ahora pero lo serán en la edad senil. Así avanza este país maravilloso, el del 50% de los jubilados recibiendo 151 mil pesos, el que apoya golpes en Venezuela porque allá falta comida y democracia y libertad, pero que omite a los viejos que deciden suicidarse para no seguir viviendo en la miseria, en la falta de alimento, en la dependencia económica que también sepulta su libertad. Mientras, Piñera promete más plata para las AFP, más billetes de los nuestros arrebatados de nuestros bolsillos para llenar sacos ajenos de vidas acostumbradas al lujo. No me hablen de democracia, cuando se hace normal que los de arriba sigan llegando al cielo gracias al trabajo de lo que sacan su boleto al infierno; mientras se hace normal que nos enteremos que los jóvenes del ahora seremos los ancianos empobrecidos del mañana.