El despojo del trabajo en Lota. Una vez más
Hace más de quince días trabajadores y trabajadoras del Circuito Turístico “Lota Sorprendente” se encuentran en huelga. Los mismos se han tomado el recinto de la Mina “Chiflón del Diablo”, exigiendo mejoras salariales y laborales a la Corporación Baldomero Lillo, actuales administradores de los recintos turísticos. A esta movilización, se han sumado recientemente las mujeres de los sindicatos de algueras de la zona.
Al no ver atendidas sus justas reivindicaciones por parte de la corporación privada y las autoridades gubernamentales, este grupo de trabajadores ha iniciado una huelga de hambre. Tal como en anteriores oportunidades, emerge la demanda social por el trabajo. Así ocurrió el año 2006, cuando un grupo de trabajadores intentaron quemarse a lo bonzo frente a la Intendencia Regional en Concepción, para exigir a las autoridades que no disminuyeran los empleos de emergencia.[1] De igual manera, en 2010, en el marco del mediático rescate de los 33 mineros de la Mina San José, un grupo de 33 mujeres pertenecientes al Cuerpo Militar del Trabajo (CMT), decidieron manifestarse públicamente frente a la reducción de los empleos.
El drama social que implica la falta de trabajo tiene larga data en la cuenca del carbón. La pérdida de la principal fuente de laboral en la zona se desarrolló con la decisión del gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, quien a mediados de los años 90 puso fin a la explotación carbonífera. Tras ello, se inició un proceso de reconversión laboral que situó al turismo como la principal actividad para la generación de empleo. El entonces ministro Felipe Sandoval señalaba a la prensa de la época: “La mina se cierra. No es viable. Será parte de un circuito privado de turismo, junto al museo del carbón, la mina, y a los pabellones que se van a modernizar”.[2]
Esta reconversión significó el traspaso de fondos estatales a manos privadas mediante diversos subsidios adjudicados por empresas, que con el paso de los años terminaron abandonando la zona. Junto con ello, se produjo la privatización del patrimonio lotino, excluyendo a los habitantes de Lota de la posibilidad de gestionar comunitariamente estos sitios históricos.
La gestión privada de los sitios delineó un relato histórico acerca del trabajo minero en una dimensión folclórica y costumbrista, que omitía la experiencia social y política fraguada al calor de las luchas de hombres y mujeres lotinos que desde el siglo XIX han sido actores protagónicos del movimiento social y popular chileno.
En el actual escenario país donde el gobierno busca la fórmula que permita maquillar de mejor manera las magras cifras de desempleo, es necesario volver nuestra mirada en Lota, donde las luchas actuales por el derecho al trabajo dan cuenta de la vigencia de una memoria social y de la dignidad de la clase trabajadora.
[1] Fuente: El SUR Concepción, Martes 14 de Agosto del 2006, p.8.
[2] Fuente: El Sur de Concepción 17 de Abril de 1997.