El “Juan Barros peruano” a punto de enviar a la cárcel a periodista que destapó escándalos de abuso sexual en la iglesia
¿Imaginan a María Olivia Monckeberg, autora de “Karadima: el señor de los infiernos”, a punto de entrar a la cárcel por difamar al ex sacerdote? ¿O a Andrea Lagos, autora de Precht: Las culpas del vicario”, teniendo que pagar una indemnización millonaria a la Iglesia por haber realizado este trabajo? ¿O a Óscar Contardo enfrentándose a juicios en Punta Arenas por su historia del Caso Harex en “Rebaño?
Esto que nos parece tan alejado de la realidad, está sucediendo en Perú, donde al periodista Pedro Salinas, quien destapó los escándalos de abuso sexual al interior del Sodalicio de Vida Cristiana, fue demandado por el Obispo de Piura, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, por difamación agravada. El periodista, quien también fue víctima de la institución religiosa, arriesga tres años de cárcel por referirse a la autoridad eclesial como “el Juan Barros peruano”.
Fue en 2015 cuando el país vecino se estremeció al conocer los casos de abuso sexual, psicológicos y de poder, ocurridos al interior el Sodalicio de Vida Cristiana, también conocido por su nombre en latín, Sodalitium Christianae Vítae (SCV). La organización religiosa, fundada en Perú a inicio de los 70, tiene presencia en Chile desde fines de los 90, cuando fueron invitados por el cardenal Francisco Javier Errázuriz. Hoy, los sodalicios en Chile son dueños de la Universidad Gabriela Mistral, un colegio en Huechuraba, y tienen comunidades de religiosos en Maipú y Lo Barnechea. También tiene dos ramas femeninas con presencia en el país.
Las primeras denuncias públicas en contra del sodalicio se hicieron el año 2000, por un periodista y ex miembro de la institución, que también fue víctima de abusos. Sin embargo, el SCV se encargó de desmentir todo y no fue hasta 2015, cuando tras la investigación de Pedro Salinas y su colega Paola Ugaz, todo volvió a Salir a la luz. Tras el revuelo, la organización armó una comisión investigadora que determinó que Luis Fernando Figari, fundador del SCV, y tres ex miembros; habían abusado de 19 menores de edad, siendo similar la cifra de adultos afectados. De acuerdo a investigaciones periodísticas, la cifra es mayor, a lo que hay sumar las víctimas de maltratos psicológicos y físicos.
El Juan Barros Peruano
Tras la visita del Papa Francisco a Chile y Perú, en 2018, los fuegos entre Salinas y el Arzobispo de Piura se abrieron. Todo comenzó en nuestro país, cuando horas previas a que el Pontífice aterrizara en tierra chilena, un grupo de sobrevivientes de abuso sexual eclesial a nivel internacional, entre donde también estaban los denunciantes de Karadiima y los Maristas, se reunieron en un seminario para abordar esta problemática. El periodista peruano fue invitado a exponer sobre el sodalicio y junto al resto de sobrevivientes, anunciaron al mundo la creación de la organización “Ending Clergy Abuse” (Eca), para luchar contra este mal y apoyar a tantas víctimas.
Lo sucedido en Chile, con la escandalosa presencia del obispo Juan Barros cerca del Papa, fue tema de conversación posteriormente en su viaje a Perú porque uno de los lugares visitados por Francisco fue Trujillo, donde el arzobispo Eguren fue el encargado de dar el discurso de honor en su bienvenida. El sacerdote pertenece al Sodalicio desde sus inicios, siendo parte de la llamada “generación fundacional”. La autoridad eclesial, ha sido acusada por más de una víctima por encubrimiento y lo que sigue es conocido. Nadie hizo nada, nadie supo nada y nadie es responsable.
En base a esto y a la investigación de cinco años, Salinas escribió una columna en un medio del país vecino, titulada “El Juan Barros Peruano”. Ahí señalaba que, “la primera denuncia que se hace en el año 2000 contra el Sodalicio, formulada por el periodista José Enrique Escardó, es contra el sodálite Eguren, dicho sea de paso, uno de los discípulos directos y cercanos de Luis Fernando Figari, y miembro de la denominada ‘generación fundacional’. O sea, alguien que, como Germán Doig, Virgilio Levaggi y Jaime Baertl-otros ex miembros y miembros de la institución acusados de distintos tipos de abuso-, le conocen todas sus cosas al fundador del Sodalicio”.
Salinas agregó que, “la poca vergüenza de la iglesia católica y de sus autoridades le pide a Eguren que dé el discurso central (…), que es uno de los jerarcas del Sodalicio de Vida Cristiana o Sodalitium Christianae Vitae, la organización acusada de asociación ilícita, lesiones graves, secuestro, lavado de activos, abusos sexuales a menores y esclavitud moderna”. Y remató con la frase, “por eso, el símil con Barros le cae como un guante”.
A estos cuestionamientos contra Eguren, se suman las vinculaciones que se le hacen en diversos reportajes de investigación, incluido uno de la cadena Al Jazeera, donde se le señala como presuntamente implicado en casos de tráficos de terreno en la ciudad de Piura, y vinculado a las organización criminal La Gran Cruz, una banda compuesta por delincuntes, policías y otras autoridades; acusada de lavado de activos, sicariato, invasión de tierras, extorsión y usurpación.
Pedro Salinas no fue el único periodista que se refirió, en este contexto, a Monseñor Eguren como “El Juan Barrros peruano”. Entre los varios periodistas más que lo hicieron, también está Paola Ugaz, quien colaboró con la investigación “Mitad Monjes Mitad Soldados”. Ella lo hizo en siete tuits, que también le costaron una querella por difamación, corriendo la misma suerte que su colega.
“En el camino, se han dicho muchas mentiras de una manera realmente desconcertante”, comenta Pedro Salinas. Una de ellas es, “que formo parte de una conspiración internacional que pretende destruir la iglesia. En consecuencia, sigo una agenda y un plan. Y en el marco de ese plan, escogí a José Antonio Eguren para difamarlo”.
Artillería pesada
“Entiendo que la libertad de opinión es un derecho constitucional que le autoriza a usted a poder decir lo que piensa sobre el Sodalicio y la Iglesia Católica en general. Pero tal derecho no es irrestricto, sino que debe ser muy cuidadoso de no dañar las honras ajenas, como lamentablemente usted está haciendo conmigo, y por lo que me veo obligado a solicitarle, por esta vía, que proceda a rectificarse de lo afirmado por usted de manera errónea”, arremetió el obispo Euguren, a través de una carta notarial enviada a Salinas, el 20 de marzo de 2018. La autoridad eclesial desmintió que existieran denuncias en su contra y exigió rectificación por parte del periodista.
Las acusaciones referidas por Salinas aparecieron en la revista Gente a modo de columnas, firmadas por José Enrique Escardó, periodista y primer denunciante del sodalicio, que incluso, hace pocas semanas estuvo ante una comisión investigadora creada en el congreso peruano, hablando de las vejaciones que sufrió cuando fue parte del SCV. La primera de ellas, fechada en noviembre de 2000, habla de los métodos de formación que se ocupaban con los novicios, donde a través de la violencia física y psicológica, se intentaba quebrar su voluntad para someterlos a cualquier tipo de orden. Entre los jerarcas de ese momento y protagonistas de varios hechos, se destacaba a José Antonio Eguren.
Escardó, describió en los años de Gente, al sacerdote sodálite como, “un curita de apariencia bonachona y de gran habilidad oratoria”. Pero complementó con descripciones de episodios que hablaban de una personalidad distinta. Uno de estos hechos ocurrió cuando Escardó había sido castigado y como parte de la medida correctiva, había sido obligado a alimentarse solo con agua y lechuga por varios días. “Y con la personalidad cruelmente juguetona que lo caracterizaba, al bonachón, hoy monseñor Eguren, se le ocurrió una forma muy noble y cristiana de acercarme a su dios. Se sirvió un delicioso pan con mantequilla y mermelada, y, justo cuando se lo iba a meter a la boca, se dio cuenta de que mi ayuno me había llevado a echarle un ojo. Así que, justo antes de meterlo en su boca, el cura me miró de reojo y me preguntó, con esa sonrisa que siempre recordaremos quienes lo hemos conocido: “¿Te gustaría comerte este pan?”. Yo lo miré desconcertado, ya que no sabía qué era lo que debía contestarle. El cura me lo fue acercando y retirando de la boca, provocándome. “¿Quieres? Mmm. Qué rico, ¿no?”. Yo, con casi una semana de haber estado alimentándome de agua y lechuga, sufría ante la visión de ese delicioso pan que, en ese momento, se convirtió en lo único que esperaba de la vida", relató el periodista.
Por otro lado, el principal denunciante y víctimas de abuso sexual de Luis Fernando Figari,-fundador de la institución- no solo señala a Eguren por haber cometido actos violentos contra novicios de la institución, sino que lo acusa derechamente de encubrimiento. Esta víctima aún tiene protegida su identidad, pero bajo el nombre de “Santiago”, ha concedido entrevistas y escribe columnas en un blog de un medio peruano. En una de las últimas, se dirigió al sacerdote diciéndole, “si tú sabías de los abusos que Figari realizó conmigo, cuando yo era menor de edad (y tú bien sabes quién te lo pregunta) y, a pesar de ello, no has tomado alguna actitud contra esos abusos, ¿no es correcto llamarte encubridor?”.
Ya que Pedro Salinas no rectificó sus comentarios, el Arzobispo de Piura lo demandó. La sentencia se espera para marzo y de ser culpable, pasaría tres años en la cárcel y debería pagar una compensación de 61 mil dólares, casi 40 millones de pesos. Todo, en medio de un juicio con tintes que han dado bastante para hablar por la cercanía del poder judicial piurano con el arzobispo y procesos poco claros.
“Se ha dicho también que ‘Piura es católica, los piuranos son católicos y no van a permitir que (Salinas) manche a su referente’ (sic). Que alguien sea “obispo católico” ¿eso lo debe convertir automáticamente en un ser “intocable” o “venerable”? Eguren perteneció a una organización de características sectarias que le ha hecho muchísimo daño a demasiada gente. Esto ha sido ampliamente documentado no solo por Paola Ugaz y por mí, sino por el propio Sodalicio”, comenta el periodista. Agrega que, “en el Sodalicio se entronizó desde sus inicios, durante cerca de cuarenta años, una cultura de abuso de poder, y Eguren fue copartícipe de ella por lo menos durante sus primeros veinte años”.
El Factor Scicluna
En los últimos días, uno de los focos noticiosos a nivel internacional, fue la cumbre convocada por el Papa Francisco, con los presidentes de las conferencias episcopales del mundo, para abordar la problemática de abusos sexuales al interior de la iglesia y su encubrimiento.
Uno de los organizadores fue el Obispo de Malta, Charles Scicluna, el mismo que tras la visita del Pontífice a nuestro país, ha venido en dos ocasiones y redactado un documento de 2.300 páginas lapidarias, sobre los abusos cometidos en la iglesia chilena. Este obispo, fue también el que invitó a un grupo de 12 víctimas y sobrevivientes a dar su testimonio en el encuentro. Algo inédito. Entre ellos estaba el chileno Juan Carlos Cruz y también el peruano Pedro Salinas, único que no había sido víctima de abuso sexual, pero que debido a los maltratos físicos y psicológicos que padeció, además de la persecución judicial que vive hoy, por parte de un obispo; fue incluido en este encuentro que duró más de dos horas.
“No soy una víctima sexual, pero cuando viví en las comunidades de Sodalicio padecí maltratos físicos y psicológicos, cuyas secuelas se mantienen hasta el día de hoy”, dijo el periodista en medio de la reunión junto a Scicluna y los organizadores de la cumbre. Contó que fue captado a los 16 años y relato que, “una vez Figari me quemó el brazo, dejándome inutilizado algunas semanas. Y de forma sistemática, desde que ingresé a los denominados “centros de formación” (un eufemismo que servía para nombrar a las casas donde se formateaba mentalmente a los adeptos y se les lavaba el cerebro como lo hacen las sectas destructivas), intervinieron durante los años 1985 y 1986 las cartas que mi padre me enviaba desde Caracas, Venezuela, donde él vivía. Bajo la orden de Figari me hicieron creer que mi padre se había olvidado de mí y que me había abandonado, y en consecuencia, debía odiarlo, dinamitando y destruyendo la relación con él durante muchos años. Me enteré de ello por mi propio padre, en 1993, cuando fui a buscarlo a Venezuela al enterarme de que tenía un cáncer terminal”.
El periodista aprovechó la conversación con Scicluna para emplazar a las autoridades eclesiales por su inacción en el caso sodalicio. “Lamentablemente, el rol de la iglesia católica en esta historia ha sido patético. Las autoridades eclesiásticas declararon frases huecas y demagógicas; y todo lo que hicieron desde Lima hasta el Vaticano fue perdonar la vida a Figari y a su movimiento. Los encubridores fueron protegidos y la institución, en lugar de ser disuelta, sigue existiendo con cambios cosméticos. ¿Por qué sigue existiendo una organización que protege a los encubridores de abuso y con el aval de la iglesia?”.
A pocos días de conocer su sentencia, el periodista dice estar profundamente preocupado por sus hijos. Todo el proceso, también ha significado una gran inversión económica, ya que debe viajar desde Lima a Piura constantemente, junto a su abogado, testigos, y además, contratar un abogado en la localidad. Cree que el panorama no es alentador, sin embargo, dice que, “como periodista no creo haber vulnerado la honra de nadie. Por el contrario, las amenazas judiciales, provenientes además de un personaje público, parecieran más un intento por anular mi libertad de expresión y desacreditar la investigación periodística que, junto a Paola Ugaz, hicimos sobre el Sodalicio”,
El autor de “Mitad Monjes Mitad Soldados”, terminó su discurso en el Vaticano diciendo, “para terminar. Yo soy agnóstico gracias al Sodalicio. Sin embargo, luego de ver todo lo positivo que ha ocurrido en Chile, quisiera creer que la tolerancia cero puede ser real y tangible. Lamentablemente, los pastores del Papa no lo están acompañando.”
https://youtu.be/ynol-oGfAVU