Conmemorar la Nakba: ¿De qué hablamos cuando hablamos de causa palestina?
La diáspora palestina prolifera en los países árabes, y se ha expandido también hacia América Latina, siendo Chile el país con la mayor colonia palestina fuera del mundo árabe.
“Nakba es la palabra árabe que designa la Catástrofe. El momento preciso –e inasible– en que los palestinos perdieron su suelo y se convirtieron, paradójicamente, en el relevo de la cuestión judía”, plantea el libro. Una nueva forma de colonialismo busca exterminar a un pueblo que se rebela a través del bloqueo internacional a ciertos productos elaborados en territorio ocupado. La fragmentación de un pueblo en refugiados, ciudadanos de Israel, residentes en Jerusalén, palestinos de Gaza y Cisjordania a partir del discurso humanitario de Oslo de 1993 y la consecuente división de la causa son algunos de los temas que abordamos en esta entrevista.
–Los tres autores del libro tienen apellido árabe, ¿es posible analizar de forma objetiva el problema palestino?
KC: Para mí y el resto de mis colegas y amigos autores del libro —pero además desde el supuesto de todas las ciencias sociales críticas de las últimas décadas—, no es posible analizar de manera objetiva ningún problema político-social. Y en ese sentido, no hace nada que seamos los tres de apellido árabe o palestinos, que seamos chilenos de origen palestino. Lo que pasa es que la gran mayoría de quienes son activistas o escriben del tema en Chile son de origen árabe o palestino, eso dice algo sobre Chile. En el resto de los países no necesariamente es así.
–¿Cuáles son las consecuencias del fraccionamiento del pueblo palestino en distintos grupos?
KC: Lo grave del fraccionamiento del pueblo palestino desde el discurso humanitario de Oslo es que justamente se pierde de vista el carácter político y de liberación de un pueblo. No se puede separar a los ciudadanos palestinos de Israel, de los palestinos de Cisjordania, los palestinos de Gaza y los refugiados palestinos. El mundo árabe debería saldar esa deuda con los palestinos y enfrentar la hipocresía de que muchos tienen relaciones comerciales intensas con Israel, pero ninguno reconoce la nacionalidad y la ciudadanía, salvo Jordania, a los refugiados palestinos. Eso con el nefasto argumento de que si se les otorga la nacionalidad ellos no van a querer volver. Lo grave de Oslo es que al abandonar la unidad de la causa palestina, lo primero que hacemos es abandonar a los refugiados. Esto no es menor, porque más de la mitad del pueblo palestino sale como refugiado y la OLP que es su única estructura nacional histórica y que ha articulado la causa palestina efectivamente como esta causa de liberación, que la ha conducido y le ha dado una fuerza y una carácter nacional al pueblo palestino en el mundo, tiene un cambio rotundo con la negociación y la firma de los acuerdos de Oslo.
–¿De qué manera opera la subversión palestina y cómo cuestiona el orden de los Estados?
MA: Uno podría decir que el Estado de Israel se ha convertido en una suerte de paradigma de los Estados modernos. Su preocupación por la seguridad, su racismo y todo el aparataje montado para el control de la población palestina, sirve para explicar la manera en que actúan todos los Estados soberanos hoy. Palestina viene a ser un caso extremo y al mismo tiempo paradigmático de la realidad mundial. Su resistencia opera en la desarticulación de las formas de racismo de los Estados, que tiene en Israel su ejemplo más brutal. La resistencia palestina articulada en la campaña por el boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra el Estado de Israel, tiene la lógica de no aspirar a construir un Estado para los palestinos, sino un Estado donde pueda vivir cualquier persona.
KC: Por otro lado, la campaña BDS se plantea como una campaña contra el apartheid. De hecho el discurso sobre un apartheid en Palestina es un discurso político que se deriva de una concepción de la causa palestina como unidad. En caso contrario podríamos decir que no todos están sometidos a apartheid. Podríamos decir a lo mejor los de Cisjordania están bajo ocupación, los de Gaza están bajo sitio. Y quizás verdaderamente los que padecen apartheid son los ciudadanos de Israel porque ellos sí que son miembros de un Estado que jurídicamente los discrimina como ciudadanos palestinos. Recordemos que Israel no tiene responsabilidad en términos de Estado-ciudadano respeto a los palestinos de Cirjordania o Gaza.
–¿Cuál ha sido la situación de los refugiados palestinos en países árabes?
MA: Es un tema súper importante en términos históricos. En algunos casos los palestinos han sido protegidos, en otros casos han sido masacrados por los regímenes árabes. El año 70 en Jordania, el 76 en Siria, el 82 en El Líbano, muestran cómo los palestinos pueden ser víctimas de sus hermanos árabes. Sin embargo, el refugiado también es un elemento subversivo respecto al orden estatal porque pone en cuestión el tema del habitar un lugar y exigir los derechos ciudadanos sin necesidad de calzar con el proyecto etno-nacional de un país. Por eso los palestinos siempre han sido un poco molestos dentro del mundo árabe, especialmente porque además durante mucho tiempo buscaron establecer alianzas que permitieran avanzar en la democratización de esos Estados. En algunos países han sido mantenidos en su condición de refugiados para mostrarse retóricamente esos Estados contrarios al sionismo, esperando supuestamente que los palestinos pudieran retornar a sus hogares, pero en la realidad, manteniéndolos esos países en una situación muy precaria de escasa inclusión respecto a los derechos sociales y políticos. Esa es una realidad que lleva más de 70 años y que hoy día afecta a cerca de 4 millones de personas. Es el problema de refugiados más grande que se generó después de la segunda guerra mundial.
–¿Qué efectividad han tenido las campañas de boicot contra Israel?
RK: Las campañas del boicot son las únicas que hasta hoy han tenido éxito. En un primer momento, se movilizó el BDS como grupo de la sociedad civil palestina y posteriormente mundial, en este sentido tiene una apuesta cosmopolita contra el racismo sionista. En un segundo momento el boicot no solo es agenciado por el BDS como grupo, sino que se convierte en estrategia de diversas agrupaciones y movimientos. El tema palestino no debería ser reducido solo a las comunidades palestinas. Creo que la política de alianzas o de convergencias es fundamental lo cual supone ponerse de acuerdo en dos cosas. Que Israel es un Estado racista, y que el conocido tema palestino no puede ser entendido como un asunto religioso y cultural, sino como un tema político y colonial, en la medida en que lo que está en juego es un conflicto por la tierra. Y no puede ser restringido a las comunidades palestinas, como tampoco el feminismo se restringe a las mujeres o las luchas indígenas a las comunidades indígenas.
El libro se presenta hoy jueves 28 de junio a las 19 horas en la Casa Central de la Universidad de Chile. Presentan la periodista Rayén Araya y el alcalde de Valparaíso Jorge Sharp.