Carlos Ruiz, nuevo decano de Filosofía y Humanidades U. de Chile: "Hay un mea culpa como facultad por los casos de acoso sexual"
A las 17:30 horas del 18 de junio, la hora y el día en que la Junta Electoral Local efectuó el escrutinio final, pudo celebrar finalmente: había ganado por amplio margen el balotaje al historiador Jorge Hidalgo (36,4%).
Con un 63,6% de los votos de sus pares, el director de Investigaciones y Publicaciones, profesor titular y filósofo Carlos Ruiz Schneider, se transformó en el nuevo decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
La elección marca un hito en la célebre unidad académica del Campus Juan Gómez Millas (JGM), esto porque Ruiz Schneider logra dar un giro a la izquierda en una facultad que desde 2010 estuvo dirigida por la profesora María Eugenia Góngora. Un logro que, cuenta, fue gracias a un programa que estuvo apoyado por "académicos , jóvenes y muchas mujeres".
Un par de días tras la victoria en las urnas, un par de horas antes del solsticio de invierno, el flamante nuevo decano -que asume oficialmente el martes 3 de julio- recibió a El Desconcierto en el tercer piso del emblemático edificio naranja de Avenida Grecia esquina Ignacio Carrera Pinto.
Carlos, quien también es profesor de Derecho en la misma casa de estudios, es toda una celebridad dentro del mundo intelectual. Autor de laureados libros sobre filosofía política e historia de las ideas políticas, enfatiza en que el eje de su decanato será la defensa de las humanidades, fortalecer las pedagogías y generar una comunidad más participativa, basada en el respeto y libre de acoso y abuso sexual.
—En los últimos años, la educación de mercado ha impulsado una especie de tecnocratización de las humanidades. ¿Cómo ve en la posibilidad de financiamiento y desarrollo de disciplinas que fomentan el pensamiento crítico en el contexto de este Chile neoliberal?
—Es difícil. Tu pregunta es compleja porque compartimos el diagnóstico de que hay una tecnocratización, con énfasis en tecnologías, ciencias y todo lo que tenga relación directa con la economía. Eso hace que se nos margine como humanidades. Y por eso nosotros creemos que hay que fortalecerlas.
—¿Cómo pretende conseguir eso?
—Hemos conversado esto con el rector Vivaldi y él se ha comprometido a instalar un polo que fortalezca la investigación en humanidades. La Facultad de Artes ya lo ha conseguido en la Universidad de Chile y Humanidades también debería ir en esa línea, y en eso hay un compromiso de rectoría. Pero tenemos que ir más allá de eso, tenemos que conseguir alianzas con otras facultades y grupos de investigación. Eso se puede hacer, por ejemplo, con más presencia en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, donde tenemos muy poco. También podemos mirar otros modelos.
—¿Modelos de otros países?
—A mí me impresionan mucho los modelos norteamericanos y canadienses. Ellos tienen fondos especiales para las humanidades que no compiten con los de ciencia y tecnología. Eso me parece una forma interesante que podríamos buscar en Chile, pero para eso todavía queda plazo.
—Me contaba que el otro gran eje de su administración es lo relacionado a la formación de profesores. ¿Cuál es su plan en materia de pedagogías?
—Nuestra idea es que esta formación tiene que tener un eje humanístico muy fuerte para que nuestras disciplinas -Filosofía, Letras, Lingüística, Literatura e Historia- se proyecten también hacia el país para que nuestros estudiantes puedan elegir entre seguir carreras de investigadores o que tengan que ver con la pedagogía.
—A principios de año el Consejo Nacional de Educación (CNED) quería sacar el ramo de Filosofía del currículum escolar y fue un debate a nivel nacional. ¿Cómo se puede fomentar pedagogías en el contexto de la tecnocratización que hablábamos antes?
—Yo creo que hay dos ejes que son importantísimos. El debate a nivel país es muy, muy importante. Ahí yo creo que nosotros no hemos tenido toda la fuerza que se requiere para hacer ver nuestras posiciones. Yo mismo he participado en esos debates, pero no somos los actores de primera plana. Eso de todas manera tenemos que mejorarlo.
—¿Está al debe Filosofía y Humanidades de la U. de Chile al no estar liderando o no tener una voz más fuerte en estos temas?
—Yo creo que sí, estamos todavía un poco al debe en eso. Eso es algo que queremos potenciar en el nuevo decanato, mejorar nuestra extensión y nuestra vinculación con el medio estando mucho más presente de lo que estamos ahora. Puede ser, por ejemplo, mejorando la relación de profesores a nivel de universidades estatales de todo el país. Eso no se ha hecho y creemos que es importante buscar alianzas, porque nuestra formación de profesores en la Universidad de Chile todavía es pequeña.
—¿Esas alianzas también se buscarán en las otras áreas que no sean las pedagogías?
—Por supuesto. Al hacerlo también tenemos que tomar en cuenta lo que necesita el resto de los programas. No podemos sólo ampliar al Departamento de Estudios Pedagógicos, podemos también buscar alianzas para incidir en la formación, en el debate. Podemos hacerlo con una extensión fuerte, invitaciones de filósofos, de historiadores, de gente que marque un camino en educación. Eso no lo hemos estado haciendo mucho. A veces vienen educadores súper importantes, estuvieron Michael Apple y Stephen Ball, gente muy importante, pero no éramos nosotros los que los traíamos y la facultad tiene que hacer estas tareas.
[caption id="attachment_221795" align="alignnone" width="960"] Asamblea feminista en Filosofía y Humanidades[/caption]
Encubrimiento es una palabra muy fuerte
Otra de las grandes preocupaciones que Ruiz Schneider proyecta en su gobierno es mejorar la convivencia dentro de la facultad. Aún resuena dentro de la comunidad de Filosofía y Humanidades el bullado caso de acoso sexual y abuso de poder de parte de los profesores Fernando Ramírez y Leonardo León, quien finalmente fue destituido de la universidad, pero sólo tras una larga lucha de las estudiantes por acelerar las trabas burocráticas del sumario.
Del mismo modo, y en marco del movimiento feminista que los últimos meses ha levantado una lucha a nivel nacional contra la violencia de género, las estudiantes se tomaron las oficinas del decanato el pasado 4 e junio ante "el nulo actuar de las autoridades de la facultad ante denuncias de acoso, violencia y violación por parte de estudiantes de esta entidad educativa".
"El tema de las tomas por casos de acoso sexual y abuso de poder -que a veces son entre académicos y estudiantes, pero otras entres estudiantes- es un tema que revela dificultades en la convivencia y en trabajar como comunidad. Creemos que eso se mejora ampliando la participación de los distintos sectores -de los estudiantes, de los funcionarios y las funcionarias- en la conducción de la universidad. Que tengan más presencia, mucha más presencia, en lo que hacemos como facultad", sostiene el decano electo.
—¿Cuál será su postura ante las demandas del movimiento feminista? El mismo día que usted ganó la elección, la Asamblea de Mujeres U. de Chile entregó un petitorio al rector Vivaldi exigiendo, entre otras cosas, nuevos órganos y reglamentos para evitar y sancionar el abuso sexual.
—Yo creo que ahí, sin duda, en primer lugar están esas normas, que son normas de la universidad, trabajadas a propuesta de las facultades. También, por la dirección de género de la universidad y el senado. Están ahí, y tienes que cumplirlas rigurosamente. Eso es un primer paso. Lo que ha ocurrido es que, de pronto, los procedimientos para aplicar esas normas se han vuelto muy lentos y hasta burocráticos. Ha habido también poca atención política a la importancia de estos casos. Ahora ya es obvio, pero podríamos haberlo anticipado y habernos preocupados mucho más que los casos que hay, que se resuelvan bien.
—¿Hay un mea culpa como facultad por no haberle dado mayor preponderancia y urgencia a atender las denuncias de abuso y acoso sexual?
—Yo creo que sí, hay un mea culpa. No es que no se hayan tratado los temas, sino que de repente nos hemos dejado llevar por los tiempos lentos de los procesos legales. Eso lo hemos cumplido, pero el punto es que esos protocolos y normas no están funcionando bien y para eso hay que cambiarlos. En esta facultad yo creo que se han tratado todos los casos... bueno, ahora ha surgido alguno nuevo, pero los casos que ha habido, se los ha tratado al vez no tan rápidamente, pero con la mayor, digamos, sanción posible. Hay un profesor que fue expulsado de la universidad, lo cual nos costó una querella en contra de la facultad, pero ganamos al menos la querella, porque era millonaria. Todos estos procesos si no se hacen bien, con justicia, pueden significar también algo contrario a la universidad, porque pueden significar querellas millonarias. Hay que cumplir eso y perfeccionar los criterios que tenemos. Yo creo que es importante que estas demandas urjan en la universidad.
—¿Cuál es su opinión del actual movimiento feminista?
—Veo estos movimientos como algo que, en cierto sentido, continúa las movilizaciones de los estudiantes del 2006 y 2011. Son temas que no son estrictamente nuevos del punto de vista teórico, pero sí lo son en el sentido que se ha hecho carne en las estudiantes y son ellas las que están promoviéndolos. Es un problema complicado para nosotros como universidad, sobre todo porque son temas que están siendo relativamente nuevos para nosotros, los más antiguos, pero es lo que uno podría esperar de la universidad, de los jóvenes y los estudiantes universitarios.
—¿Cree que existe encubrimiento de parte de la academia cuando se revelan casos que involucran a docentes? Se lo digo por las veces en que se le baja el perfil al tema y no se toma en cuenta la relación de poder y asimetría que existe entre alumna y profesor. Incluso el renombrado historiador Gabriel Salazar llegó a tratar de "pintiparadas" a las alumnas que denunciaron a Ramírez y León.
—Encubrimiento es una palabra muy fuerte. Yo creo que no ha habido encubrimiento, sino lentitud. Ha habido una reacción frente a un tema bien nuevo, bien inesperado, y lo que sí es cierto es que estaba naturalizado... no sé si naturalizado, porque una violación no puede estar naturalizada, pero yo creo que algo había de naturalización de un cierto tipo de comportamiento entre profesores. Yo diría que encubrimiento, en forma sistemática, no. Lo que sí ha habido es una cierta negativa a no creer, a bajar el perfil.
—Pero bajarle el perfil a las denuncias también es muy grave.
—Eso es de cierta forma un modo de no prestar ayuda. Eso puede haber habido, pero que se haya encubierto alguna denuncia concreta, no. Lo que sí es que está adquiriendo formas más complejas. Muchas veces estos casos son entre estudiantes, la mayoría, y la universidad está recién viendo cómo se puede leer en esos casos.
—Si bajo su decanatura ocurren casos de abuso de un profesor hacia una alumna, ¿qué medida tomará?
—Tenemos que atenernos absolutamente a las normas y comportamientos que hay. Y tenemos que esforzarnos por cambiarlas para que sea más expedito y más eficiente. Pero es un tema complicado, las personas tienen que tener la posibilidad de defenderse, pero sin dejar de tener en cuenta que no es fácil denunciar de parte de una estudiante, porque eso significa exponerse ante todo. No podemos operar con la legalidad como está, pero ya hay una conciencia y una voluntad. En la universidad se va a crear una vicerrectoría de género y la idea es crear también algo desde la facultad. Eso tenemos que hacerlo ahora, esas son las instituciones que yo creo que pueden hacer esto más eficaz, más rápido, más sensible y con más apoyo a las personas que denuncian.