2.400 despidos en una semana: Empresas culpan a trabajadores y al gobierno por cierres
Fueron dos días fatídicos para el mundo del trabajo en Chile. La tarde del jueves pasado, el holding naviero Maersk Container Industry decidió cerrar su planta de contenedores refrigerados en San Antonio, lo que significó el despido de 1.209 personas.
Ayer se sumó CIAL, la clásica constructora que operaba en La Araucanía, que dejó también a otras 1.200 personas sin su fuente de trabajo.
Las razones son diversas. Maersk argumentó la imposibilidad de competir ante las nuevas plantas de contenedores en Chile y la falta de proveedores de insumo en el país y la región, lo que aumentaba los costos.
CIAL, en tanto, dijo que estaban en quiebra, lo que impedía tener la liquidez suficiente para pagar los sueldos de los trabajadores. "Él (Alejandro Becker, dueño de la empresa) dice que está en Dicom. Más encima nos trae acá a reunión, uno tiene que conseguirse plata para llegar a estas reuniones para que después salga con la misma situación, yo creo que es una jugada más", dijo Manuel Coloma, uno de los despedidos, al diario Austral.
En Maersk también prima el enojo con los empresarios, en este caso, daneses. "Aquí el que sale más mermado son los trabajadores la empresa nunca dejó de ganar solamente que empezó a ganar menos", dijo Alejandro Villatoro, presidente del sindicato.
Culpando a los otros
Con el pasar de las horas han aparecido las justificaciones de ambas empresas.
Anoche, el ex gerente general de Maersk, Francis Mc Cawley, fue invitado al programa Agenda Económica de CNN Chile, donde expuso que el cierre de la empresa también responde a una huelga de 15 días llevada por el sindicato el año pasado.
"Aquí hubo un problema laboral. La productividad fue mala, no llegó ni al 50%, la planta era para 40 mil contenedores, ausentismo laboral, un conflicto laboral, uno se pregunta cómo una empresa que está partiendo, trabajadores que antes estaban sin trabajo, tenían beneficios buenos, un sueldo promedio de 500 mil pesos, transporte, seguro de salud, alimentación, llegan a un paro. ¿Quién está detrás de esto? ¿quién les dice que pueden hacerlo? Eso es lo preocupante", afirmó.
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En la misma entrevista, Mc Cawley reconoció que la empresa, al instalarse en Chile, estaba en pleno conocimiento de la mayor competencia que habría desde China y las dificultades de encontrar insumos en la región.
En otra entrevista, con Mundo Marítimo, el ex gerente insistió en lo mismo: “La huelga y la violencia desatada en los accesos de la planta fue una pésima y lamentable situación, que junto a la baja productividad, en mi opinión, apuró la decisión del cierre de la planta”.
En CIAL, por su parte, la empresa responsabilizó al gobierno, específicamente al Ministerio de Obras Públicas, de no pagarle las obras en contrato. Esto fue inmediatamente desmentido por el seremi de Obras Públicas de la región, Henry Leal, quien expuso que, legalmente, la empresa todavía no es declarada en quiebra y que además el MOP ya canceló todo lo acordado.
"La empresa CIAL tiene con el MOP seis contratos en la Región. Cinco de ellos fueron licitados en el nivel regional y uno, que es el contrato de Tranapuente Tirúa, que fue licitado por el nivel central (...) los avances físicos de las obras van en relación a los avances que les hemos ido pagando, de manera que acá no hay deuda con la empresa", aseguró.
Leal reconoció que la única deuda es del gobierno central, que es de $3 mil millones. Esta cifra no calza con la entregada por el dueño, Alejandro Becker, quien dijo a los trabajadores que el gobierno adeudaba más de $11.642 millones.