A quien le venga el sayo: A propósito de la relación política-dinero como estrategia de deslegitimación
Pienso que entre los muchos debates pendientes en Cuba, el vínculo entre política y dinero debe ser uno de esos toros a tomar por los cuernos. La financiación de la política, por suerte, no ha sido un maremoto para nosotros donde el pluripartidismo y el “negociado” han quedado fuera de la mesa de nuestro sistema político hace más de 50 años. Sin embargo, la confusión o miopía al tratar de presentar la política (sus fuerzas y proyectos) totalmente desvinculada de los recursos económicos es tan iluso o engañador como tratar de separar la economía de la política, o como les digo a mis estudiantes: no hay política pública sin política económica, lo cual no significa que la primera deba estar al servicio de la segunda, ni que la segunda deba de seguir estando separada de lo que consideramos por la primera.
El caso es que es necesario reconocer cómo en política se vuelve un recurso desigual de deslegitimación atribuirle al contrario la presencia de “apoyos” financieros. Ese es un tema para muchas entradas y salidas. De las que me parecen vitales son:
1- Cuando un proyecto político está no al servicio de las fuerzas políticas que lo sustentan, de los grupos a los que representan, sino al de los grupos económicos –que son siempre políticos – externos o internos, cuyos fines imposibilitan la realización de los fines de esos otros, representados o mandantes, estamos ante un conflicto de dependencia entre política y dinero, donde la primera queda atada al segundo . En ese caso siempre me ha parecido tan peligroso el impacto en el debate político y la gestión de la política, el apoyo condicionado que grupos de los E.U han dado a grupos disidentes dentro de Cuba como el que por dos décadas “ofreció” el campo socialista a Cuba. Sabemos que aún cuando la soberanía y el “pensar con cabeza propia” han sido un lema para Cuba, la “copia” y la adscripción política-ideológica llegó a impactar en el diseño político, las políticas, y la mentalidad de los cubanos, sobre todo de su clase dirigente. Basta revisar los ejercicios de autocrítica realizados por el PCC y Fidel del ´86 en adelante y sobre todo durante 1991 o las críticas realizadas mucho antes por el Che tanto a la “sovietización” del modelo económico como a los cursos de la política.
2- El tema merece una clara distinción entre quien apoya pero no condiciona y quien paga y sí condiciona, puesto que entonces no podríamos decir ha sido “ilegítimo” el apoyo recibido antes por la URSS y en las últimas décadas por los gobiernos “progresistas” de la región, sobre todo Venezuela a proyectos políticos nacionales, ¿cierto?
Y los límites no son tan difíciles de delimitar como muchos podrían creer. Los límites se visibilizan cuando un proyecto político o fuerza política hace públicos y “legibles” sus principios, sus fines y también sus medios. La “turbiedad” en política es un mal que acompaña a muchos, y no solo a los “contrarios”. Por ello, también es tan necesario que los proyectos y grupos políticos expliciten sus fines y medios, porque ellos son el instrumento de evaluación e identificación de quién es quién, más allá de la palabrería en que se suelen camuflar unos bandos en otros.
3- Lo que me parece urgente de relevar en estos ejercicios de deslegitimación que toman como centro de la lucha el hecho de hacer política con dinero o sin dinero, - y no solo de dónde viene ese dinero, que sí implica un tipo de discusión otra- son dos cosas:
3.1 cómo se usa para “unos”, generalmente los radicales o críticos del poder este instrumento de deslegitimación, mientras para otros, ellos, los del poder, parecieran permanecer al margen. Ellos, los que usan este recurso de deslegitimación, parecieran no han recibido apoyos de ningún lado, han llegado a donde están y han llevado a cabo un programa político sin participación de ningún grupo político-económico externo.
3.2 Lo segundo es que cuando los grupos políticos, en general los que están en el poder, usan este recurso con el fin de “debilitar” la imagen de otros, en realidad muestran una incapacidad de discusión con las ideas que el proyecto de esos otros representan. ¿Si podemos deslegitimar a otro grupo porque los principios que sostienen son cuestionables en un ethos determinado, porqué entonces no hacerlo? ¿ Qué es lo central?
Si esta fuera una estrategia de la lucha política, entonces es necesario aplicarla a todos, y que se identifiquen los apoyos de todos los grupos, proyectos políticos, y sobre todo de quienes gobiernan.
En todo caso, si bien me parece un tema muy sensible para el buen curso de la política en cualquier sistema, me parece mucho más urgente que la lucha política de establezca sobre las ideas, sobre los fines y medios. Los medios son en parte económicos, qué duda cabe, pero son mucho más que económicos, son políticos. Ese es el debate que algunos, desde abajo, en Cuba quieren pujar, y lo están haciendo, ese es el debate que otros, desde arriba no quieren, y van a seguir frenando.
Me quedo con uno de tantos ejemplos en la historia, tal vez de los más recientes en este uso tan desigual de la estrategia deslegitimadora política-dinero, la que el PSOE usa contra PODEMOS y Pablo Iglesias denuncia:
“«Nos van a dar pero bien» se escuchó decir a los presentadores de un informativo poco antes de presentar la última «noticia bomba» para intentar desprestigiarnos. Financiación de gobiernos extranjeros, becas black, decenas de querellas que ocupan portadas en los medios pero que cuando se archivan apenas merecen atención. Todo vale en una guerra de desgaste para instalar el relato de que Podemos y sus dirigentes son, al fin y al cabo, como los demás.”[1]
Para pensar y distinguir los usos políticos desiguales dados sobre la relación política-dinero, sobre todo cuando de grupos cuestionadores del poder se trata.
[1] Carta de Pablo Iglesias a los círculos y la militancia de PODEMOS. https://pabloiglesias.org/2016/03/14/defender-la-belleza-carta-de-pablo-iglesias-a-los-circulos-y-a-la-militancia-de-podemos/