Crisis ideológica, neoliberalismo y la nueva izquierda en Chile (Parte II)

Crisis ideológica, neoliberalismo y la nueva izquierda en Chile (Parte II)

Por: Héctor Ríos | 26.03.2016
En la columna anterior describí cinco tendencias de la conflictividad social que permiten caracterizar la situación política del país como una potencial crisis ideológica. En esta segunda parte me concentraré en analizar la posición de la nueva izquierda y algunas de las proyecciones políticas para el avance estratégico de los sectores anti-neoliberales en el país.

En la columna anterior describí cinco tendencias de la conflictividad social que permiten caracterizar la situación política del país como una potencial crisis ideológica. Esta potencial crisis, estaría generada por la existencia de múltiples fisuras ideológicas que corresponden a una alteración parcial del ethos neoliberal. Como señalé, estas fisuras por si solas constituyen una oportunidad política para la izquierda anti-neoliberal, pero no son razón suficiente para la construcción de una alternativa políticamente significativa para la ciudadanía capaz de detonar la potencial crisis del neoliberalismo. En esta segunda parte me concentraré en analizar la posición de la nueva izquierda y algunas de las proyecciones políticas para el avance estratégico de los sectores anti-neoliberales en el país.

Tras la inclusión del PC a la nueva mayoría la izquierda anti-neoliberal, ha quedado reducida a un conjunto organizaciones emergentes cuya historia política pública no supera en promedio los 10 años de existencia. Esta izquierda se caracteriza por emerger como parte de los procesos de articulación social de los sectores dominados, teniendo como fuente de origen y mérito, construir crítica y oposición social en el auge de la hegemonía neoliberal. Esta nueva izquierda compuesta por referentes como Izquierda Autónoma (IA), Izquierda Libertaria (IL), Unión Nacional Estudiantil (UNE) y Partido Igualdad (PI), ha sido parte y resultado de los procesos de rearticulación social de la última década teniendo un rol estratégico en su avance y proyección política.

¿Cuál es el rol estratégico que podría tener la Nueva izquierda frente a las fisuras ideológicas que dificultan la reproducción de neoliberalismo en Chile? La nueva izquierda debe asumir que se enfrenta a una coyuntura crítica, en la cual las múltiples fisuras ideológicas son fuente favorable para la construcción de un referente político nacional, capaz de romper con las tabúes del neoliberalismo y proponer una alternativa política y económica viable capaz de revertir las consecuencias nefastas de la dictadura y la transición.

La consecución de este objetivo requiere que  la nueva izquierda agudice las contradicciones sociales en desarrollo, siendo un activo catalizador y potenciador de las fisuras ideológicas existentes, como un promotor de nuevas fisuras. Esto implica focalizar esfuerzos en la amplificación y profundización de las crisis ya instaladas, como en generar nuevas crisis en sectores estratégicos, rol que implica al menos considerar cuatro tareas fundamentales.

La primera tarea es favorecer los procesos de construcción programática de los sectores donde las fisuras ideológicas ya se han instalado. Esto implica desarrollar alternativas políticas que fortalezcan las posturas críticas al neoliberalismo en los campos de educación, vivienda y trabajo. Este proceso debe realizarse en la perspectiva de la inter-sectorialidad a nivel estratégico como programático, lo cual requiere favorecer la acción conjunta y solidaria en procesos de movilización y ante todo generar discursos críticos y propositivos que tiendan a entrelazar las luchas sectoriales, amplificando y reuniendo las fisuras parciales en un marco de crítica común al neoliberalismo.

Segundo, favorecer la diversificación táctica de los sectores organizados. Esto implica diversificar y fortalecer los repertorios de acción política colectiva, amplificando los campos y recursos de movilización. La diversificación táctica, no solo complejiza y proyecta nuevos repertorios de acción haciendo a las organizaciones más flexibles a los cambios coyunturales, sino también la táctica, como actuar concreto, constituye una experiencia de repolitización, siendo la vía de acceso para que sujetos no participes de los conflictos sociales se integren, cumpliendo un rol de amplificación del conflicto. En este sentido la diversificación táctica no solo implica fortalecer las herramientas de disputa política sino también disponer de mecanismos de inclusión diversos que permitan que actores distanciados de la política se integren a la acción colectiva.

Tercero. Articular organizaciones sociales en aquellos aparatos que no han desarrollado actores críticos capaces de generar una coyuntura significativa, como en el caso de la salud, previsión y recientemente transporte. Esto implica un trabajo de articulación desde bajo, centrado en la educación y el traspaso de información clara y simple respecto a las condiciones injustas que norman estos mecanismos sociales, permitiendo que el malestar adquiere la forma de una crítica social favorable a la acción. No obstante, favorecer disposiciones críticas en un marco de hegemonía neoliberal implica actuar desde los problemas y contradicciones cotidianas que afectan a la ciudadanía, siendo el sentido común (ideología) el principal campo de disputa para la izquierda en estos sectores.

Finalmente, la nueva izquierda tiene como desafío el desarrollo de una perspectiva política nacional que amplíe y consolide su campo de acción. Esta perspectiva debe incluir en su reflexión la construcción y consolidación de organizaciones nacionales capaces de proponer un país distinto, unificando luchas y generando una base social sólida y cohesionada capaz de soportar y fundamentar los posibles avances políticos.

¿Qué tan cerca está la nueva izquierda de estos procesos? Las tendencias políticas que ha mostrado la nueva izquierda si bien buscan avanzar en estos desafíos, la puesta en práctica presenta algunas complejidades que cabe explicitar con el fin de esclarecer la trayectoria política de los sectores anti-neoliberales. Aplicando como estructura de análisis los desafíos anteriormente señalados es posible señalar los siguientes contrapuntos.

Si bien es clara la intensión de las organizaciones de la nueva izquierda de consolidarse como estructuras de envergadura nacional hay dos tendencias preocupantes en el proceso. La presión por consolidarse como una fuerza políticamente significativa, en el marco de la democracia neoliberal, ha llevado a varias organizaciones a acercar posiciones “tácticas” con la Nueva Mayoría o con sectores “progresistas”, maximizando beneficios políticos de carácter pragmático e inmediato. Esta decisión no representa un problema por sí misma, no obstante contiene el riesgo de concentrar los limitados recursos políticos de las organizaciones en logros que si bien otorgan influencia relativa en el campo institucional, no están cimentados por una base política sólida que permita justificar los beneficios políticos obtenidos más allá de la propia organización que los consigue.

En este sentido, el avance político en términos de representación en las instituciones democráticas, no representa un logro real para los sectores anti-neoliberales en tanto, estos logros, no favorezcan el desarrollo de las fuerzas en disputa. Más bien los avances políticos de estas organizaciones, al estar basados en negociones y concesiones con el bloque en el poder solo constituyen un modo de insertarse en el bloque dominante y reducen la capacidad de estas organización de crear un clivaje político a la izquierda. El fracaso estratégico del Partido Comunista en la Nueva Mayoría es un claro ejemplo de este riesgo.

De igual modo, la presión por la construcción de una alternativa política ha llevado a algunas concesiones de tipo programáticas, que han reducido aceleradamente el espectro crítico y transformador de la nueva izquierda. La ausencia de un programa que supere las condiciones neoliberales ha favorecido que la nueva izquierda adopte posiciones propias del progresismo o, en el peor de los casos, que se repliegue en la defensa miope de posiciones clásicas de la social democracia. Si bien, estas concesiones pueden ser comprendidas como ajustes discursivos que permiten participar con un mínimo de relevancia en los debates actuales, no es políticamente comprensible que un sector emergente que busca hacer un clivaje de carácter anti-neoliberal en el espacio público, conceda, en sus primeras fases de desarrollo, elementos fundamentales de su horizonte emancipatorio aún en construcción.

Finalmente, la tendencia de mayor preocupación es la creciente competitividad entre las organizaciones de la nueva izquierda. Las presiones por el crecimiento interno y la consolidación orgánica han generado una aguda disputa entre organizaciones emergentes, que pasaron de articular frentes de acción conjunta para desplazar a sectores moderados (bloque de conducción CONFECH 2013 – 2015) a disputar de manera separada la conducción de los campos sociales que presentan la fisuras ideológicas de mayor profundidad. Estas tendencias reducen la posibilidad de dar proyección, cohesión y transcendencia a las crecientes fisuras ideológicas que presenta el país, en condiciones donde el proceso de reacomodo del bloque dominante no deja de avanzar, perpetuando las condiciones de explotación de la sociedad.

La posibilidad de construir una alternativa políticamente significativa y genuinamente anti-neoliberal requiere anteponer sobre el pragmatismo y la competitividad, la creatividad en la proyección de horizontes políticos, la soberanía colectiva en el proceso de construcción programática y una perspectiva estratégica que, consistente y asertiva, sea capaz de anticipar y afrontar, sin renunciar, los cambios en los escenarios políticos de la sociedad. Sin el desarrollo de esta reflexividad crítica la posibilidad de detonar una crisis ideológica y desarticular el ethos neoliberal en Chile se vuelven difíciles y pavimentan el permanente reajuste del bloque dominante y la perpetuación forzada del neoliberalismo en Chile.