Escuela José Huenante: el proyecto educativo que levantan vecinos de Puerto Montt
La Escuela José Huenante (EJH) nace el 2013 y debe su nombre al joven de 16 años, José Huenante, primer detenido en democracia en Chile. Al niño se le pierde la pista en Avenida Mackenna luego de ser detenido por una patrulla de carabineros una noche de septiembre de 2005, en la esquina de su casa.
La primera intervención se realizó como parte de los Trabajos Voluntarios que la Federación de la Universidad de Los Lagos (FEUL) inició en la población Mirasol.
En un inicio, fueron talleres de baile, hip-hop, artes y música los que se realizaban a los más jóvenes en la delegación municipal y en la plaza. Al cierre, vecinos se reunieron para un colorido carnaval que recorrió manzanas enteras y un show que atrajo la atención de vecinos. Los estudiantes voluntarios impartían los talleres relacionados a sus habilidades y disciplinas.
Pronto el proyecto estudiantil pasó a ser un proyecto social con arraigo con vecinos del sector, que se propondría dar herramientas laborales, educativas y comunitarias a la población, “con la idea fija de cambiar la realidad desde los vecinos”, explica Cristofer Rodríguez, participante de la EJH y de la JJVV Luz de Esperanza.
Educando para otro mundo
Si bien, estas actividades sociales son impartidas por organizaciones caritativas como la propia delegación municipal, María Paz Ruiz Palma, quien es vecina de Mirasol y coordinadora de la EJH, considera que el eje de la apuesta de construcción de la Escuela José Huenante “es la construcción comunitaria y la educación civil y en derechos humanos”.
En ese sentido, para María Paz la educación popular y la construcción comunitaria trata de “establecer una relación entre pares, un sentido de que todos somos importantes para el proceso. Eso ha generado mucha confianza y muchas oportunidades de los propios vecinos”.
Los procesos educativos son muchas veces sublimes. María Paz, quien también es profesora de artes y actriz, valora que el espacio de la Escuela se generen relaciones entre pares y de igualdad, explica que “todos hacen valer su palabra, lo que ha generado intimidad entre el grupo”.
Sin duda, una de las convicciones más fuertes de la escuela y su trabajo, es que el cambio por una sociedad más justa debe ser de raíz, desde lo cultural y la educaci a un par decuadras y les ha tocado hacer clases a sus propios vecinos mayores.
su vida allacin estrechar lazos hizo sentido a pón. “desde las relaciones humanas es desde donde hay que empezar a construir”, afirma la coordinadora.
Nivelación de estudios y los derechos sociales
Un paso en la maduración de este proyecto, fue el taller de Nivelación de Estudios que se inició el 2014. El curso dirigido a adultos que quieran completar sus estudios de básica media, lo que les permitirá obtener una certificación que les ayudará a conseguir “peguitas”.
Los profesores que imparten los cursos son voluntarios, algunos han vivido toda su vida allí a un par de cuadras y les ha tocado hacer clases a sus vecinos mayores.
Por un lado el curso buscamos que cumpla con los requisitos formales de una nivelación, pero una preocupación es la de motivar el autoestima, la asociatividad, como además educar en derechos humanos y civiles”, explica Eduardo Ocampo, profesor de Nivelación de Estudios.
Esta promoción de derechos civiles y humanos, guarda sus motivos y sentido, a menudo recordando la detención de José Huenante, del que aún nada se sabe, como tampoco de sus captores.
Para María Paz es relevante hacer la precisión, “no solamente los derechos humanos están vinculados a crímenes de lesa humanidad, sino también a los derechos fundamentales que le son vulnerados a muchos vecinos”.
En este aspecto, la profesora y dirigente afirma que han aprendido que sobre derechos humanos hay material en el cotidiano de todos nosotros. “El tema de derechos sociales, los vecinos lo hablan y les preocupa en forma de carencia cobertura de salud, educación y vivienda, que son vulneraciones a los derechos”.
Al respecto, el rol de la escuela viene a ser de “facilitadora de procesos que se responden a su participación y necesidades”, afirma.
La escuela como actor territorial
En este sentido, el proyecto de la Escuela José Huenante, “se propone como un espacio para resolver los problemas de los vecinos, mediante la colaboración entre los mismos y quienes quieran ayudar. En este caso los estudiantes puertomontinos, muchos de ellos con anhelos de cambiar la situación de marginalidad que vive la población”, explica María Paz.
Uno de ellos es Cristofer Rodríguez, dirigente vecinal de la Junta de Vecinos Luz de Esperanza, explica que se vinculó con el proyecto de la Escuela, mientras participó del movimiento estudiantil del 2011. Durante las primeras Escuelas de Verano realizó talleres de hip- hop a los jóvenes.
A partir de ello, los miembros de la EJH colaboran con otras organizaciones vecinales que se encuentran activos y busquen ayudar a su comunidad. Es así que Cristofer junto a otras organizaciones vecinales y sociales del sector, han ido trabajando entorno a las demandas de vecinos, dando énfasis a la “gestión comunitaria y la participación”.
Algunas de las actividades realizadas tienen que ver con la movilización y visibilización que estas organizaciones han dado al caso de Huenante, como además el apoyo con las mismas actividades de la Nivelación de Estudios y la Escuela de Verano.
En ese sentido, Rodríguez señala que han comenzado a avanzar desde el trabajo vecinal en la gestión comunitaria de problemas y caminar hacia la autonomía “como han sido los problemas de pavimentación y basura que han tenido los vecinos, como también el conflicto habitacional reciente del que salió el ex campamento Las Camelias”.
Si bien no ha sido fácil el recorrido, la Escuela José Huenante sigue organizando y educando y luchando con la misma convicción que la de su inicio: transformar Chile y acabar con la desigualdad. “Hay muchas cosas para seguir en la que estamos, sólo esperamos seguir conquistando más voluntades, mentes y corazones que hagan crecer este proyecto”, afirma la dirigenta.