
Jefe de campaña Evo Morales: “ Con una fabricada telenovela sobre Evo, han alimentado el morbo"
A una semana de los comicios que pretendían habilitar la repostulación del Presidente y Vicepresidente para las elecciones presidenciales de 2019, y tras días de intenso debate al interior de las filas del MAS luego del revés electoral, entrevistamos al Jefe de Campaña por el Sí, el periodista Hugo Moldiz Mercado.
En el referéndum del pasado domingo la opción por el No ha triunfado con el 51.29% de las preferencias frente al 48.71% del Sí, ¿cuáles son los principales elementos que influyeron en la derrota oficialista?
- No cabe la menor duda que por primera vez en la historia política de los últimos 20 años, la derecha boliviana, con el asesoramiento y el respaldo de los Estados Unidos, desarrolló una estrategia basaba en la manipulación, la mentira y el miedo que, con el apoyo de un “sicariato mediático” y una falta absoluta de ética en el uso de las redes sociales, fue construyendo una opinión pública adversa a la propuesta de modificación de la Constitución Política del Estado para que el presidente Evo pueda tener autorización para postularse en las elecciones de 2019.
Durante cuatro meses, la respuesta de la oposición ante la agenda positiva que nosotros le propusimos a los bolivianos y bolivianas, solo fue la “Guerra Sucia” orientada a ir minando la autoridad política y moral de la revolución. Y las últimas semanas se concentraron en atacar y dañar la imagen del presidente Evo Morales con una fabricada telenovela que por capítulos satisfacía el morbo de una parte de la gente.
Como uno de los jefes de la campaña por la promoción de la repostulación del Presidente Evo Morales en 2019, ¿cuáles considera que fueron los aciertos y desaciertos de los adherentes al Sí?
- El acierto más importante de los que han respaldado el Sí –casi un 50 por ciento de la población que emitió el voto– es haber expresado su interés por conocer, reflexionar y debatir la estabilidad política, económica y social del país, y el proyecto de futuro que se propone para llegar al Bicentenario. El acierto es haber antepuesto la ética por encima de cualquier otra consideración y por confiar en la máxima dirección de la revolución con cuyo sacrificio ha sido posible una diversidad de conquistas en una década.
En cuanto a desaciertos quizá hay dos importantes: uno, haber pensando en que hay una relación automática entre los logros de la gestión y la disponibilidad política favorable para modificar la CPE. En segundo lugar, es evidente que hay un grupo no menos significativo de la población, particularmente de jóvenes, que no conocieron lo que era Bolivia antes de 2006 para adelante y que su despertar político es con la revolución y el gobierno.
En la misma dirección, ¿cuáles fueron las fortalezas y debilidades de quienes promovían el No?
- La mayor fortaleza de la oposición es haber jugado con los prejuicios de la gente sobre lo que consideran democracia, que de hecho no existió nunca en su versión idealizada con los viejos partidos. Es decir, está claro que el referéndum del 21F es una constatación de la llamada Guerra de Cuarta Generación en la que el campo de batalla a ocupar es la mente de las personas. En algunos casos reavivando el racismo y el odio de sectores que jamás han tolerado la idea de tener por presidente a un indio; en otros, en los más jóvenes, induciéndolos en la misma dirección con mentiras construidas con algunos elementos de la realidad y empleando el canal de las redes sociales.
La mayor debilidad de la oposición es que su fragmentación solo fue superada coyunturalmente a partir de una agenda negativa que puede servir para producir efectos políticos a corto plazo, pero que no sirven para darle certeza a la gente de estabilidad y menos de una proyección de futuro.
En el exterior la participación de los votantes alcanzó apenas un 31.31%, llamando poderosamente la atención el caso de Argentina donde el ausentismo fue del 74.39%. ¿A qué se deben estas cifras?
- La causa más importante del ausentismo en la Argentina tiene relación directa con el período de realización del referéndum. Febrero es un mes muy malo pues la inmensa mayoría de los bolivianos y bolivianas que viven en ese país se trasladan a nuestro país para aprovechar el período de vacaciones. Esto es algo muy conocido y debería conducir a, mediante ley o reglamento, crear un recinto especial o mesas especiales para que el ciudadano o ciudadana que vive fuera del país pueda sufragar en nuestro territorio en caso de estar en jornadas electorales. Eso ocurre en la legislación de otros países.
Una primera e importante lectura del voto nos lleva a afirmar que el Proceso de Cambio una vez más fue apoyado por sus reductos tradicionales: La Paz, Cochabamba, Oruro -perdiendo Potosí-. ¿Qué ha pasado en Oriente? ¿Estamos ante el resurgimiento de una polarización regional como en 2006-2008?
- La historia se repite solo como tragedia o como comedia. Y ciertamente no estamos ante una reedición de lo que en su momento se llamó “Media Luna”. Estamos muy lejos de que eso pueda ocurrir. Lo que si es evidente la tremenda fortaleza que el proceso de cambio tiene en su núcleo duro que dio origen a la revolución más profunda de nuestra historia. La historia de resistencias y de construcción de colonialidad en el Occidente es distinta a la registrada en el Oriente, lo cual conduce a también diferentes formas de encarar y procesar el trabajo político en momentos como estos. Ahora, hay que subrayar que si bien se esperaba un porcentaje entre el 45 y el 48 por ciento en Santa Cruz, la votación no fue mala, Lo que sí llama la atención es lo que pasó en Pando y Beni. Creo que lo registrado en Tarija se movió dentro de un promedio de las elecciones pasadas.
¿Cree que afectó a la derrota del Sí la sucesión de pocos pero significativos reveses electorales de los gobiernos progresistas de la región? ¿Con el resultado del 21F se confirma la tesis de que estamos viviendo una ola reaccionaria en nuestra América?
- No podemos engañarnos a nosotros mismos. Parte de la discursividad de la oposición fue atemorizar a la población sobre la base de los prejuicios construidos entorno a la revolución venezolana y construir en el imaginario social la idea del fracaso y el derrumbe de lo que muy al estilo de la administración norteamericana denominan los “populismos” del siglo XXI. Es decir, lo que se hizo en Bolivia es parte de la contraofensiva general norteamericana, por lo que no es una casualidad la participación de la embajada de Estados Unidos en La Paz y sus agencias, particularmente el NDI, en el diseño y aplicación de la “Guerra Sucia” contra el proceso de cambio y el presidente Evo Morales.
Si hay algo que sabía la derecha es que un triunfo de Evo Morales el 21F era una victoria por Bolivia y por América Latina en esa lucha irrenunciable contra el imperialismo.
¿Cuáles son los desafíos venideros para el Proceso de Cambio? ¿Cuáles las tareas en cuanto a un relevo generacional y de liderazgos?
- Muy puntualmente los desafíos de la revolución boliviana se agrupan en dos: primero, ser más eficientes de lo que se ha sido en la gestión. Es decir, en la materialización del Plan de Desarrollo Social que tiene previsto una nunca vista inversión de 48.000 millones de dólares hasta el 2020 en industrialización de recursos naturales, integración, generación de la economía del conocimiento y en dar pasos significativos en la universalización de los servicios básicos y en el acceso a educación y salud de calidad, además de bajar la extrema pobreza al 9 por ciento. De ese plan, quizá el dato más significativo es el proyecto de convertir a Bolivia en centro energético de la región, lo cual generará mayores excedentes que serán redistribuidos para beneficio de la población por los actuales y quizá nuevos mecanismos. El ejecutar bien este Plan es la condición necesaria para llevar adelante la Agenda Patriótica del Bicentenario.
Segundo, el impulso de una vigorosa contraofensiva política e ideológica en el ámbito de la sociedad, donde se construye hegemonía. Esto implica corregir o rectificar errores cometidos en los últimos cinco años, como los siguientes: separación de los dirigentes sociales de sus bases, burocratización del trabajo político, fetichización del poder en términos de esperar siempre algo desde “arriba” y no alentar iniciativas y articulaciones “abajo”. Esto implica dejar de ser un aparato electoral para volver a ser el vigoroso aparato político con el que se resistió y derrotó al neoliberalismo, y con el que se derrotó y defendió la revolución entre 2006 y 2009.
Ahora, la condición fundamental para hacer una mejor gestión de la que ya se hizo –pues el cambio del país es innegable– y retomar el trabajo político –construyendo hegemonía en la sociedad–, es la unidad en torno al liderazgo de Evo Morales. El enemigo querrá alentar la división jugando con la ambición de alguna gente. Eso es algo que no se lo puede permitir.
Por último, ¿cree que la "Guerra Sucia" contra la figura de Evo Morales ha permeado en la población y se necesita reconquistar confianzas? ¿Cómo se logra eso?
- Por supuesto que logró permear a sectores –cerca de un 10 a 15 por ciento– que en otras condiciones no serían de la oposición y que nada asegura que vayan a quedarse en el campo que optaron el 21F. Se trata de sectores bastante permeables a campañas como las que se ha tenido durante más de cuatro meses, particularmente sensibles a temas de corrupción. De ahí que temas como el Fondo Indígena y el caso Gabriela Zapata fueron utilizados para conquistar, sobre la base de mentiras convertidas en verdades, el imaginario de estos sectores.
Pareciera ser que, contra algunas tesis y teorías de sectores del oficialismo, las clases medias y sectores de medianos y grandes empresarios votaron en bloque por el No, ¿cómo se lee eso? ¿Cuán determinantes fueron en el resultado final?
- Segmentos de clases medias y empresariales, aunque se benefician de la aplicación del modelo boliviano, han apostado el 21F por sus “valores democráticos”, que en realidad están construidos por décadas por visiones y prejuicios liberales, antes que optando por la estabilidad y el futuro. Ese es un dato innegable, como cierto es que su consistencia es muy frágil como para permanecer en el tiempo.