Una Cancillería enloquecida
Como la Casa Usher de E. A. Poe, la Cancillería chilena navega por aguas estancadas. El contundente 14-2 en La Haya en contra de su pretensión, fuera calificado desde ya de “triunfo para Chile” porque supuestamente acotaría la demanda boliviana: cosa que no está en línea ninguna del fallo.
Ahora el Canciller Muñoz pretende hacernos creer que los dichos de los principales líderes europeos, Angela Merkel y François Hollande, con Evo Morales en la foto, son un mensaje para este último y no para la parte chilena. El mismo estribillo que, tras un retorcijón inicial, habrá articulado la Cancillería cuando en La Paz el Papa llamó al diálogo entre Chile y Bolivia en materia de mar (pese a que la Cancillería chilena habrá hecho todo lo que se supone que estaba en sus manos para que el susodicho argentino Papa no incursionara en este incomodante marítimo asunto durante su estancia en Bolivia). En cualquier caso, con Merkel, Hollande y el Papa en la foto, el tradicional guión se habrá vuelto inoperante: antes, cuando algún presidente intervenía en el debate (llámese Correa, Kischner, Maduro, Mujica u otro/a) la Cancillería se apresuraba a recordarle que Chile no sólo carecería de asuntos limítrofes pendientes con Bolivia sino, para el caso que tales asuntos existieran, ello fuera un asunto estrictamente bilateral.
A diferencia de The Fall of the House of Usher de Poe, a la Cancillería chilena le falta ostensiblemente por de pronto “relato”- y desde ya sentido de lo verosímil como de lo inverosímil en sus intervenciones. Y, antes bien, le falta “política”: de largo plazo, que no sea sin más la del avestruz. Merkel y Mujica, Hollande y Correa, Kischner y Humala, el Papa y Fidel, y un lote creciente de latinoamericanos y chilenos se lo agradecerán.
Si ningún chileno puede sentirse orgulloso de las violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes de Estado de Chile en décadas recientes, ningún ciudadano chileno pudiera sentirse orgulloso de que el ejército de su país invadiera ilegalmente territorio de un país vecino y, a la pasada, se apropiara de ingentes territorios y recursos. Las relaciones internacionales no pueden desentenderse del imperativo de una justicia por venir, so pena de convertirse en simple oficina de aduanas --y, al paso, reducir a nada la memoria de miles de compatriotas exiliados, especialmente durante la segunda mitad del siglo XX.
Si la Cancillería se deja tranquilamente espejear por el estado de la Casa Usher (“el profundo y corrompido estanque se cerró sombrío [sullenly]”, traduce y remata Cortázar), el del Ministerio del Interior es un caso aún más alambicado, al dejar entreabierta la disputa intra-coalición gobernante en este “diferendo”, que hasta ahora a duras penas había logrado ser mantenido congelada: “El senador Navarro (presidente del MAS, justamente, como Evo) a veces parece estar más cerca de las opiniones del gobierno boliviano que del que parte [sic]. Basta ya. [sic] ¡Todo se pone en tela de juicio!” (Jorge Burgos, LT, 10.11.15). Por su parte, el “equipo comunicacional” en materia marítima, encabezado por Ascanio Cavallo, acaba de informar al Parlamento, en sesión secreta (sic), que se está estudiando contratar a una nueva agencia internacional de publicidad, porque existe una mala evaluación de la actual agencia contratada, la inglesa FTI Consulting. ¡Basta ya!