Tata Barahona: “Los trovadores debemos crear un momento de reflexión en las personas”
Fue en 2011, uno de los años más movidos para Chile en el último tiempo, cuando el apodo del “Tata Barahona” se acercó a los oídos de todos. Una recordada presentación subida a Youtube, en la que el cantautor interpreta “La mexicana” –hoy con más de 1 millón de visualizaciones- terminó por levantarlo como uno de los nuevos referentes de la trova.
Sin embargo, la relación entre Barahona y la música había surgido muchos años atrás. En una conversación con ElDesconcierto.cl, Pedro Barahona ahondó en el sentido de sus canciones y en las motivaciones de su rol como cantautor en el espacio social.
Pedro, cuéntanos cuándo empezaste a escribir canciones y qué cambió en tu carrera con la viralización de ese video de La Mexicana en Youtube.
Yo empecé a escribir canciones como a los 14 años y en general me mantuve ahí, siempre tocando, pero de forma muy piola. No me movía tanto en escenarios, aunque en el colegio toqué harto. Yo empecé a tocar en público en 4to medio, en un acto del colegio me tiré y ahí no paré nunca más.
En un momento me moví mucho, pero cuando ingresé a estudiar en la universidad entré al grupo Calenda Maia y ahí me dediqué a trabajar en el grupo. En esa faceta, seguí componiendo en la personal, como hobby mío no más. Y ocasionalmente tocaba en público, hasta que en algún minuto toqué en una cosa a la que me invitó Hernán Zúñiga, del Zócalo Producciones, un programa de la radio de la Chile, Yo hablé con él, le pedí si me podía incorporar porque tenía ganas de tocar hace tiempo y me dijo que sí.
En ese concierto yo me presenté junto a otras personas y, entre las canciones que canté estaba La Mexicana, cuyo video después se viralizó. Y se hizo conocida la canción esa y me empecé a hacer conocido yo, con otras canciones más y así, poco a poco, empecé a ser llamado de diferentes lugares, locales y medios. De pronto me vi envuelto en una expectación mediática impactante y gratificante, por lo demás, porque me permitió dar a conocer mi trabajo y la obra mía, que por lo que siento de la gente, es sólida, consistente, que repercute positivamente en las personas y es bonito poder desarrollarse en eso. Era algo impensado para mí, una novedad y sigue siéndolo.
¿A qué se debe este empujoncito de la trova en la música y cuál es la importancia que tiene su regreso? Parece haber estado un poco dormida, al menos en los circuitos más oficiales de la música chilena.
Yo creo que quizás es un fenómeno comercial, incluso, el que el hombre y la guitarra hayan vuelto a sonar, pero esta veta se mantuvo siempre. Hay mucha gente que viene componiendo hace años, que no tiene reconocimiento público y es tremendamente talentosa. Yo, por la trova, cuando era muy cabro, consideré que tenía la importancia de hacer una crónica historiográfica, cachai. Tenía ese sentido, dejar un registro y testimonio de época. A mí me gustaba esa parte de la composición. La música por sí sola es bella, pero yo quería que mi música tuviera otra impronta, un testimonio. Opté por eso, políticamente, musicalmente, y vinculando ambas cosas y también la libertad absoluta que yo tenía de poder trabajar en otra cosa y hacer música libre de las gestaciones de la música comercial.
¿Por qué crees que la trova llega con tanta facilidad a los estudiantes? En las universidades se escucha mucho tu música y la de otros trovadores que están sonando.
Chuta, no sé cómo explicármelo. Yo creo que, por una parte, muchas de mis canciones se han convertido en una especie de música incidental en la vida de muchos de ellos. En las movilizaciones escuchan ciertas canciones y otro montón de situaciones por las que pasan en las que mi música está vinculada.
Por otro lado, tengo muchas canciones que están vigentes en los carretes de los cabros, porque son como divertidas y tienen un toque de lo que es la realidad social, pero también tienen un toque de algo gracioso, que rompe las lógicas porque dice garabatos, en fin. Hay algún enganche ahí. Y por otro lado, también han descubierto reflexiones profundas, que son un aporte a la reflexión que tenemos que hacer como país sobre muchas cosas.
Eso nos vincula. A mí me han invitado a muchas tocatas las federaciones de estudiantes. Cada vez que voy a una universidad siento ese goce que se siente, yo también estudié en la U, hay una alegría y energía en constante movimiento ahí, entonces es bonito.
En temas como La Mexicana y Te vas de mí, entre otros, muchos leen una fuerte relación de tus composiciones con la marihuana. ¿Por qué hablar de eso de manera tan sencilla, simple y directa?
Me pasa que, como me hice conocido con La Mexicana, donde yo hablo de una escena de la vida en donde la marihuana aparece, vinculan mis otras canciones con eso. Sueño de abril, por ejemplo, sólo porque es sueño de abril y entre los marihuaneros corre esta onda de abril, cogollos mil, suponen que se refiere a eso. Hay muchas metáforas literarias de esa canción, que si tú las analizas, calzan.
A mí, hace un tiempo atrás, Cristóbal Briceño, de Ases Falsos, me habló de esta canción. Y yo le explicaba que no, le contaba el real sentido metafórico de la letra y él no la podía creer, se había hecho toda una idea. De todos modos, llegamos a la conclusión de lo hermosa que es la libertad de la música, donde las canciones toman su propio rumbo. En Te vas de mí, se puede adjudicar a tantas situaciones de pérdidas dolorosas que encasillarla en una, al final, da lo mismo.
Yo soy un reconocido consumidor de la marihuana, no tengo ningún problema en admitir y comentar una cosa así porque yo creo que está entre las libertades de la gente y jamás doy jugo cuando me fumo un pito. Y además, socialmente, hace mucho tiempo ya que estamos preparados para discutir un montón de cosas. Por supuesto que encontrarte con gente que toma copete, que fuma cigarros, que consume marihuana o come en exceso, es un detalle más dentro de todas las relaciones humanas.
¿Cuál es la importancia que tiene la política en tus canciones y cómo proyectas esa mirada del artista como cantautor social, en este escenario, sobre todo?
Yo me considero un libre pensador humanista de inspiración cristiana. Y soy vinculado a sectores más de izquierda, me invitan centros de alumnos y listas de izquierda, en general. Yo sostengo y supongo que mi pensamiento social tiene que ver con aquello, sin ser yo un hueón que haya leído jamás el Manifiesto del Partido Comunista o a Marx o a nadie. Yo creo que lo más izquierdista que he leído es el Nuevo Testamento y paro de contar.
Entonces, creo que soy un observador social, y sobre todo, soy un sujeto social. Artesano, ando en micros, que me muevo en metro, conozco la calle y me vinculo con todo el mundo. En ese sentido, creo que ésa es la política que yo hago, de la queja social y quizás mi aporte, o el aporte que los trovadores deberíamos hacer de esta orilla, es justamente eso: crear un instante de reflexión en las demás personas. Invitar a que reflexionemos, a pensar, a reinventarnos. De pronto de solo pensar, de solo poner la semilla en tu mente, germina en algún minuto.
En ese plano, nos gustaría conocer tu opinión sobre lo que está ocurriendo hoy día con el movimiento estudiantil, con el que tú te relacionas en tus tocatas. ¿Cómo ves esas protestas que hoy todavía no alcanzan una solución consistente?
Yo siento que los gobiernos hacen ciertas promesas que apuntan a mejorar aquello. Lo que yo veo en los estudiantes es una desesperanza, que es producto de la desconfianza que se genera del manejo político, que han sido poco dignos, poco modestos y poco resolutorios. Yo siento que los muchachos de ahora siguen siendo herederos de un gran movimiento, siguen siendo parte de este gran culebrón de protesta social y no han soltado la mecha. Se sigue presionando en el tema, al punto que ya está en curso una reforma, que tiene complicaciones y sus desventajas para algunos, pero encierra cosas que en general la gente no logra entender claramente, entonces eso también provoca desconfianza.
La comunicación es difícil, pero yo siento que se está moviendo, es decir, la presión y presencia de chiquillos diciendo: “oye, esto no po”. ¿cachai? Hace que efectivamente estén pasando cosas. Imposible saber si va a ser para mejor o va a ser una cuchufleta más, pero están pasando cosas y eso es lo importante, que el espíritu y ese fuego lo mantienen encendido los estudiantes.
¿Qué es lo que viene para ti y quienes te siguen ahora? Estás preparando un concierto en la Sala Master.
Sí, este jueves en la Sala Master, a las 20.30 horas, es un concierto cuyos recursos vamos a destinar especialmente a multicopiar el nuevo disco, que ya está listo y grabado. Ahora hay que juntar fondos para poder multicopiar, hacer las carátulas y todo ese proceso, que es la segunda etapa. Una parte es grabar.
Estuvimos en campaña y logramos reunir cierto porcentaje que nos va a servir, pero necesitamos más y, aunque originalmente teníamos pensado lanzar el disco en esta época, decidimos hacer igual la fecha y en pro de aquel disco.
Hay gente que por Internet puede comprar en verde aún por esta plataforma, comprar por 10 lucas una entrada para 2 personas y un disco y ya está anotada, entonces cuando salga, va a llegar firmado y todo. O 8 lucas la entrada e incluye una entrada para el concierto de ese día y queda anotado en la lista para que le llegue su disco posteriormente.
Se vienen más tocatas también. En noviembre voy a estar en Castro, después en Lanco, en Temuco, preparando la salida del nuevo material. Va a salir a principios o mediados de diciembre el nuevo disco, que se vaya a llamar Imágenes.
¿Y nos puedes adelantar un poquito de Imágenes?
Tiene las canciones más esperadas por la gente, que no estuvieron en Fotografía. Por ejemplo, El terrible loco, Impunidad y varias de esas. Viene una canción especial que rescaté de los discos anteriores, que son de la prehistoria, pero la hicimos con versión en piano. Vinculamos más instrumentos, así que se viene muy bonito y muy completito. Va a tener temas para reflexionar y bailar, yo quedé contento de escuchar el master.