La Merluza desaparece del mar y de los platos de los chilenos
La merluza común (Merluccius gayi gayi) o “pescada”, ha sido por años el plato más popular de la comida marina, pero con el pasar de los años su sobreexplotación ha traído consecuencias negativas para la pesca artesanal y para la conservación de la especie. Los expertos hablan de un agotamiento del stock pesquero.
Lejos de las cuotas de captura que otrora acompañaron a la merluza, hoy el panorama pasó de ser preocupante a convertirse casi en una emergencia. Si bien el problema es muy conocido por el sector pesquero, hoy las cifras no acompañan la fe depositada en las redes por los pescadores artesanales, y cada vez más aparecen ejemplares más pequeños y de menor peso. Tal como manifiestan los expertos las cifras son cada vez más preocupantes. Lo señalado a la prensa por Sebastían López, investigador principal del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad Andrés Bello, deja entrever la situación. Según el académico, la disminución del tamaño de los ejemplares capturados es tal que hace 50 años la gente podía comprar una merluza de 70 centímetros, pero hoy en el mercado sólo alcanzan los 30 centímetros o menos. Estas declaraciones concuerdan con lo expuesto por el Instituto Nacional de Pesca, el que señala que las longitudes máximas para el periodo 1967-1997 fueron de 88 cm para hembras y 76 cm para machos, pero en el periodo 2005-2010 las tallas máximas disminuyeron producto de la pesquería”.
Por este motivo, durante el 2012, el Consejo de Investigación Pesquera financió el proyecto “Evaluación hidroacústica de merluza común, año 2012”, el cual estuvo a cargo del buque “B/C Abate Molina”, y tuvo como objetivo evaluar el stock de merluza común entre las regiones de Coquimbo y de Los Lagos, área donde principalmente se encuentra la especie.
Los resultados de la investigación dieron cuenta un escenario conocido. De acuerdo con el estudio, “el estado de situación de la pesquería de merluza común es de sobreexplotación con riesgo de colapso con una probabilidad de 95%”.
En cuanto a números concretos, el estudio revela que el máximo histórico de captura de merluzas se dio en el año 2001 con un total de 121 mil toneladas. Sin embargo, desde el año 2002 se evidenció una notable baja llegando al mínimo histórico en el año 2005, con un total de 47.400 toneladas.
[caption id="attachment_19080" align="alignright" width="300"] Fuente: Instituto de Fomento Pesquero[/caption]
En relación al tamaño, las cifras también dan cuenta de una preocupante realidad ya que la talla media anual de las capturas industriales desde el año 2005 no superan la longitud de 37 centímetros, el cual ha sido definido como el porte de un adulto (ver imagen). Es decir, la mayor cantidad de ejemplares pescados son juveniles, siendo una porción muy menor la de individuos adultos. La denominación de individuos juveniles está asociada a ejemplares que aún no han alcanzado su madurez sexual. Es decir, no han podido reproducir la especie, afectando negativamente su conservación.
Otro dato interesante es que el promedio de madurez sexual disminuyó. Según la información hasta el 2003 era de 3,5 años, pero luego del 2004 se estima que esta se encuentra entre los 2,5 o tres años. Esto puede significar una respuesta de la especie ante las perturbaciones, de manera de asegurar su continuidad en el tiempo.
Aparte de la notoria sobreexplotación del recurso, una de las causas que explican la disminución de la merluza está dada por la falta de alimento disponible para la especie, ya que la pesquería tiene también un gran impacto sobre la anchoveta y la sardina común, ambos especies depredadas por la merluza. En relación a este aspecto, Juan Carlos Cardenas, Veterinario y Director de Ecoceános señala que uno de los impactos indirectos de la sobreexplotación del recurso “es que la merluza común ha ido cambiando sus patrones de alimentación, lo cual entre otros aspectos, ha impactando en la calidad de la producción de huevos”. Es decir, nuevamente afectando la conservación de la especie.
Este escenario ha traído serias consecuencias para la pesca artesanal, las que según Cardenas están relacionadas con el aumento de la crisis social y productiva de la pesca artesanal. Esto, según Juan Carlos, se ve “reflejado en salida del sistema de los pescadores de pequeña escala y el control monopólico por parte de las grandes compañías que conforman el "cartel" de la pesca en Chile, favorecidos recientemente con la privatización gratuita y a perpetuidad de las pesquerías chilenas por parte del parlamento”.
La reciente aprobación de la ley de pesca (llamada también Ley Longueria), ha sido defendida por sus precursores como una gran iniciativa para mantener la sustentabilidad del recurso pelágico en Chile, sin embargo, el Director de Ecoceános tiene otra opinión. “La actual Ley Longueira contribuye a la concentración económica, transnacionalización y la sobreexplotación de las pesquerías nacionales. No tiene relación con los aspectos de conservación de la biodiversidad acuática y justicia social. Las relaciones públicas de los privatizadores pesqueros, los que incluyeron a las grandes Ongs transnacionales como WWF y Greenpeace entre otras, aseguraban que la ley tenía como base la sustentabilidad a través de la conformación de comités científico-técnicos”, señala Cardenas. No obstante, a más de un año de ser promulgada la ley esta se encuentra en un estado claramente deficiente, y lo que es peor negligente. Según Juan Carlos, el subsecretario de pesca continúa entregando cuotas de "pesca de investigación” en beneficio de las grandes compañías industriales, agregando, “un ejemplo reciente fue el intento de entrega el 16 de abril pasado capturas de merluza austral y 41 especies acompañantes sin cuota a tres grandes compañías. Entre ellas dos transnacionales, una española (Pescachile) y la otra japonesa (Nippon Suisan Kaisha) , las que operarían entre Puerto Montt y Magallanes. Afortunadamente esta medida ha quedado temporalmente detenida hasta enero del 2015, debido sobre todo a la presión de la pesca artesanal y las organizaciones ciudadanas.
Finalmente, en materia de lo que “falta por hacer”, Cardenas señala que lo que se debe hacer en primera instancia es derogar la actual ley de pesca y generar un proceso de participación social para la elaboración de una nueva normativa. “En lo inmediato la única medida que asegura un real proceso de recuperación es establecer una moratoria extractiva para la pesquerías que se encuentran en situación de colapso, entre ellas jurel y merluza común, entre otras”. Además es esencial declarar ilegal las capturas de ejemplares juveniles que no han alcanzado su madurez reproductiva, finaliza el Director de Ecoceános.