PSU, un año más evidenciando la segregación del modelo educativo
[caption id="attachment_9367" align="alignleft" width="300"] Mensaje de protesta en polera de estudiante que logró puntaje nacional.[/caption]
Como ya es tradición, durante los últimos años, los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) se han convertido en el reflejo de los profundos problemas que aquejan a la educación chilena. Así, las cifras y datos obtenidos del instrumento que posibilita el acceso de los estudiantes a la educación superior, se han vuelto el objeto de análisis de los expertos y del movimiento social que sigue atentamente el rumbo de la discusión.
Durante este año, más de 232 mil estudiantes rindieron la PSU. De ellos, 220 alumnos obtuvieron puntaje nacional en alguna de las pruebas -96 menos que el año pasado-, siendo el 66,4% proveniente de un colegio particular pagado. En tanto, sólo 34 alumnos de colegios municipales alcanzó el puntaje máximo.
Según Jesús Redondo, director del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile y del Observatorio Chileno de Políticas Educativas, estos resultados evidencian que lo que hace la PSU “es jerarquizar a los estudiantes en función de las oportunidades que han tenido por sus condiciones socioeconómicas”.
Según el especialista, hay una relación directa entre el resultado de la prueba y la inversión realizada por la familia del estudiante a la hora de financiar sus estudios. En efecto, la diferencia entre el puntaje promedio obtenido por un estudiante egresado de un colegio municipal y un establecimiento privado en la prueba de matemáticas es de 142 puntos. En el test de lenguaje, en tanto, los alumnos de la educación pública obtuvieron 120 puntos menos promedio.
“Sin desmerecer a aquellos alumnos que han logrado altos puntajes, vemos que la PSU sigue reflejando cuánto dinero tienen los padres de un estudiante y la desigualdad socioeconómica que existe en el país”, reflexionó la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, Naschla Aburman.
Sin embargo, los signos de desigualdad de la PSU han comenzado a expandirse, agregando nuevas aristas y preocupaciones al debate.
Centralismo y sesgo de género
La concentración de puntajes máximos en Santiago se evidenció en una cifra similar a la diferencia entre establecimientos públicos y privados: un 63% de los mejores resultados nacionales proviene de la capital, mientras que en algunas regiones de Chile, como en Arica y Parinacota, el promedio PSU alcanzó apenas los 471 puntos.
Mientras la Décima Región marcó un promedio de 500 puntos, en la octava ningún alumno proveniente de la educación municipal logró el puntaje máximo. En Magallanes, por ejemplo, el 46% del total de estudiantes que rindió la PSU no alcanzó a superar el puntaje mínimo de 475 puntos.
Al respecto, el director del Opech señaló que “en la medida en que el modelo de educación es un modelo que pretende ser de mercado y, por lo tanto, que funciona con el indicador de las pruebas estandarizadas, el único lugar donde hay, por el tamaño proporcional de estudiantes, un mercado educativo que permite seleccionar y jerarquizar a los estudiantes por nivel económico, por tipo de colegio y por capacidad de pago de los padres es en la Región Metropolitana”.
Según un análisis publicado por la Universidad Católica de Valparaíso, un 55% de los estudiantes no alcanzó el puntaje mínimo para postular a alguna de las casas de estudio suscritas al Sistema Único de Admisión, es decir, obtuvo menos de 500 puntos en la prueba.
En tanto, otra de los resultados que llamó la atención fue el marcado liderazgo que mantuvieron los hombres por sobre las mujeres en los puntajes PSU, con un 82 por ciento de los puntajes máximos obtenidos por varones. En la prueba de Ciencias, por ejemplo, sólo una mujer figuró en la lista de 15 pruebas con puntuación máxima. En tanto, en Matemáticas, los hombres alcanzaron el 85% de los máximos, mientras que en Historia lograron el 81 por ciento.
Sólo en el test de Lenguaje, las estudiantes superaron a los hombres por un estrecho margen de 9 sobre 8 puntajes nacionales, resultados similares a lo registrado en otras mediciones educativas como el Simce. “Es sabido que las pruebas estandarizadas tienden a tener cierto sesgo de género, por el tipo de preguntas y ejemplos que se ponen en las pruebas”, explicó Redondo.
“Suele ser por el tipo de ejemplos que se usan que pueden estar más asociados a los intereses de los varones que de las mujeres y también puede ser por el tipo de pretensión de entrenamiento, que favorece más a las habilidades de los varones que de las mujeres. Es un problema típico de análisis de las pruebas estandarizadas, de hecho en casi todas las pruebas de tipo psicométricos siempre se suele hacer una escala de varones y otra de mujeres”, señaló el director del Opech.
Además, Redondo confirmó que, por razones culturales, las mujeres tienden a puntuar más bajo que los hombres en pruebas de matemáticas y, en el caso de los varones, en test relacionados al lenguaje.
Las dudas tras el ranking de notas
Las autoridades de educación han celebrado los resultados de la implementación del ranking de notas, asegurando que ha beneficiado a los sectores más vulnerables. Esta vez, se registró que un 53% de los beneficiados provienen de los colegios particulares subvencionados, mientras que un 31% estudió en establecimientos municipales y sólo un 11% en colegios particulares.
Desde el Instituto Nacional, establecimiento municipal con la mayor cantidad de puntajes nacionales en Chile, aseguraron que el ranking de notas logró disminuir hasta en 63 puntos el promedio PSU de sus estudiantes, algo que se repite en otros liceos emblemáticos. En tanto, Jesús Redondo señaló que no se sabrá realmente cuáles son los efectos de la aplicación del ranking hasta que no se conozcan en detalle los resultados de las postulaciones.
La dirigente estudiantil Nascha Aburman señaló, en su columna publicada en El Mostrador, que no se puede permitir que la PSU se posicione como un nuevo censo en Chile: “porque más que medir capacidades y predecir el rendimiento futuro de los alumnos, nos está diciendo de dónde venimos, si somos hombre o mujer, dónde estudiamos y cuánto ganan nuestras familias”.
Por su parte, el especialista en educación y director del Opech calificó a la Prueba de Selección Universitaria como una radiografía de la desigualdad que el sistema educativo ha generado y de cómo eso se ha agudizado a lo largo del tiempo.
“Las políticas que se han implementado no han revertido la situación: en una sociedad democrática el sistema educativo debería lograr que las personas con menos oportunidades tuvieran garantizado su derecho a una buena educación. Tal como está funcionando, es un fracaso el sistema educativo chileno y solo tiene éxito para aquellos que de por sí pertenecen a los sectores más favorecidos de la sociedad”, reflexionó.