Los Fantasmas de Longueira

Los Fantasmas de Longueira

Por: El Desconcierto | 13.05.2013

Charles Dickens, tápate los ojos, cierra bien tu tumba y no hagas caso de lo que te cuenten malintencionadamente. Te robamos tu Cuento de Navidad para seguir a los tres fantasmas que han perseguido a nuestro Ebenezer Scrooge chilensis: Pablo Longueira, ¿qué lección tendrás que aprender al final del camino? Por Aguja Hipodérmica Hace tiempo que a Juan Pablo Longueira Montes lo siguen los fantasmas. Desde los 80, cuando caminaba por los pasillos de la Universidad de Chile y sentía que rumores marxistas leninistas le soplaban delicada e infecciosamente al oído que ser de la Chile y de derecha era una contradicción casi biológica. De esos tiempos que camina saltón, de esos tiempos le quedaron las cejas dibujadas en forma de sospecha. Aun así, Longueira sobrevivió a su primer fantasma del pasado y se transformó en el ingeniero de la UDI, en el orador, en el padre de siete hijos, en el hombre fuerte de la derecha tomando la batuta del político que marcó su vida y que hoy en paz descansa: Jaime –Constitución del 80 nos jodiste– Guzmán Errázuriz. Las trompetas suenan, se abre el cielo (o el infierno, a orden del lector) y aparece Jaime, el mismo que alguna vez reveló al programa Almorzando en el 13 que de ser un animal sería una foca. El mismo que, a la hora de morir, le fue encontrada una lista con todos los personajes que habían ido a almorzar a su departamento en Providencia para no repetir jamás un menú. El mismo que, con su delgada figura, sus lentes con aumento y su célebre sonrisa, gestaría la base del apoyo civil al golpe militar de la derecha. El mismo de las leyes autoritarias que nos rigen hasta hoy. Jaime, el eterno fantasma del presente de Pablo Longueira, nos mostraría la primera crisis de locura de Pablo y sus espíritus.Fue el 2003, el entonces diputado y presidente de la UDI, revelaba a Radio Agricultura que Guzmán se le apareció en un sueño: “en la soledad y en el dolor que hemos vivido, todas las noches le he rezado a Jaime Guzmán y me dijo: ‘sigue a ese cura que está metido y dice bendita imprudencia’” (N. de la R.: por el supuesto complot del sacerdote José Luis Artiagoitía contra la candidatura presidencial de Lavín). Tras esa declaración, todos en la derecha se empujaban para disculparlo diciendo que la razón era el exceso de trabajo y el cansancio. Nadie quería reconocer la verdad: hace tiempo que Jaime le dice a Pablo qué hacer y en quién confiar. Si no de qué otra forma puede entenderse que hable por todos y cada uno de los ministros en cada declaración a los medios de comunicación. Y es que se trata de un derechista doctrinario que está por encima de los vaivenes electorales del 2013, convencido de la necesidad de aprovechar sus cuatros años para ordenar el país allí donde la Concertación es aún tibia (y eso que como declaró a comienzos de este años “los gobiernos de la Concertación fueron de centro derecha, por eso Chile ha avanzado”). Para muestra la Ley de Pesca. Ese es el sentido de su gestión, tal como declararía en una investigación académica en alusión a la explotación de los yacimientos de Litio: “estamos vendiendo Chile”. Hay una conversación entre el mentor y su madre que Longueira recordaría. Jaime debía dar el discurso para llamar a votar por la Constitución de 1980 e insistía en salir sin escoltas. Por lo que su madre, doña Carmen Errázuriz, lo reprendería: “‘¿Estás consciente de que corres peligro? ¿Por qué no aceptas protección?’. Pero Guzmán insistía en su posición: ‘tengo la mejor protección del mundo: el Ángel de la Guarda’”. Sus fantasmas del futuro solo serán sometidos a lo que el azar diga en estas nuevas elecciones presidenciales. Es ahí, cuando ellos le dirán a Pablo cuál deberá ser su rol. Pablo no tiene miedo, sabe que tiene un ángel de la guarda.