Estrategias del cerebro ante emociones desagradables: Observar o huir
Investigadores españoles analizaron las respuestas sensoriales y motoras del cerebro ante imágenes incómodas como accidentes o ataques, identificando dos maneras de proceder: observar o huir.
Según el trabajo de las universidades Complutense de Madrid (UCM) y Politécnica de Madrid (UPM) publicado en la revista Psychophysiology, ante estímulos desagradables como imágenes de mutilaciones o ataques de humanos y de animales, las personas reaccionan o prestando más atención y quedándose a observar el suceso (orientación) o, por el contrario, optan por huir (defensa), indica la UCM en un comunicado.
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Ambas estrategias se habían observado anteriormente en modelos animales de ansiedad, pero por primera vez “este estudio demuestra cómo actúan las regiones sensoriales y motoras del cerebro de individuos humanos sanos ante imágenes desagradables”, destaca Javier de Echegaray, uno de los investigadores.
Stephan Moratti, quien lidera este proyecto, pone un ejemplo: “imaginemos un accidente. Cuando optamos por quedarnos a observar mejor lo que está sucediendo, aumenta la actividad cerebral en las áreas visuales del cerebro y se inhiben las que preparan las respuestas motoras, por eso no nos movemos del sitio”.
En el caso contrario, cuando “queremos salir huyendo de la escena, nuestro cerebro se defiende: se suprime el procesamiento visual y se activa la corteza motora para salir” rápido de allí, añade Moratti para quien se trata de un punto de partida para estudiar la depresión y la ansiedad.
La frecuencia cardíaca también se ve alterada
Además del cerebro, en el estudio se registraron otros cambios corporales como la frecuencia cardíaca durante la visualización de imágenes emocionales. La desaceleración de la frecuencia ha coincidido con la inhibición motora (quedarse a observar) y la aceleración con la activación motora (huir).
Para ello, se midió la actividad cerebral de participantes sanos con magnetoencefalografía y, para los cambios de frecuencia cardíaca, se utilizó un electrocardiograma.
A los individuos les presentaron imágenes emocionales de carácter neutral o desagradables tomadas de una base de datos de imágenes emocionales estandarizadas (International Affective Picture System).
Mediante algoritmos matemáticos avanzados localizaron la actividad cerebral evocada por estas imágenes desagradables y neutrales en la corteza visual y parietal, además de cuantificar los cambios de las oscilaciones nerviosas rítmicas en la corteza motora.
Por último, se analizó estadísticamente cómo los cambios de la frecuencia cardíaca de orientación (desaceleración) y defensa (aceleración) predijeron “cambios de actividad en la corteza visual-parietal y motora”.
Los investigadores estudiaron anteriormente los cambios patológicos del procesamiento emocional en áreas sensoriales del cerebro en pacientes deprimidos, pero siempre cuantificando las respuestas al nivel del grupo.
Sin embargo, en esta investigación los autores se enfocaron en las respuestas individuales para poder identificar los cambios en la actividad cerebral y cardíaca que reflejan las dos estrategias principales de orientación o huida.
“Estas observaciones establecerán una guía útil sobre cómo cuantificar estos procesos en la ansiedad y la depresión. En el futuro, esto ayudará a desarrollar mejores herramientas de diagnóstico y estrategias de tratamiento orientadas a las personas individualmente”, concluye Moratti.